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Final con salsita

El III Clásico Mundial de Béisbol ha demostrado que para imponerse en un torneo como este, más que nombres es imprescindible reunir calidad, oficio, inteligencia, tranquilidad, determinación, garra y amor a la camiseta

Autor:

Raiko Martín

Al III Clásico Mundial de Béisbol le queda un acto. Sin contar el duelo entre República Dominicana y Holanda que al cierre definía el otro finalista del torneo, han transcurrido 38 partidos repartidos en dos sedes asiáticas e igual número asentadas en el continente americano. A lo largo de casi tres semanas de batalla se vivieron intensas emociones, alegrías y tristezas, sorpresas y confirmaciones.

La vida demostró que la etiqueta de favorito no es más que un «cartelito», sin más valor que el que sean capaces de darle los jugadores sobre el diamante. Día tras día fueron cayendo los encumbrados, empezando por el enigmático elenco de Corea del Sur y terminando por Japón, el monarca de las dos ediciones precedentes.

De igual forma, otros como la propia Holanda —amén de que a estas alturas tenga que mirar el desenlace desde la grada— y Puerto Rico, han dado la nota menos esperada.

Fueron precisamente los boricuas quienes más pronósticos rompieron. Sobrevivieron primero al gran reto que representaba concursar en el llamado grupo «de la muerte», dejando fuera a la potente escuadra venezolana. Luego destruyeron las aspiraciones de los organizadores, quienes una vez más lamentan la eliminación de los estadounidenses antes de la pelea por el trofeo. Y para rematar, dejaron por primera vez a Japón fuera de la lucha por el cetro. O lo que es lo mismo, pusieron la pizca de salsa a una final con grandes posibilidades de experimentar un sabor netamente latino.

Pueden o no los dirigidos por Edwing Rodríguez consagrarse en San Francisco. Pero demostrado quedó que, para imponerse en un torneo como este, más que nombres es imprescindible reunir calidad, oficio, inteligencia, tranquilidad, determinación, garra y amor a la camiseta. Al resto, en algún momento, le ha faltado uno de esos ingredientes.

Sus mejores armas han estado colocadas sobre el montículo, y solo así se explica que ocupando como equipo el lugar 12 en el apartado ofensivo —con solo par de vuelacercas— hayan podido llegar tan lejos. Tanto que hoy puedan mirar al resto desde las alturas.

Para la historia

Días después del lamentable tropiezo frente a Holanda que costó a la escuadra cubana su avance a las semifinales del torneo, los comentarios sobre la actuación de los dirigidos por Víctor Mesa siguen generando las más disímiles opiniones.

Muchos lectores nos han pedido la publicación de las estadísticas del equipo cubano, tal vez para las comparaciones, o por el simple hecho de engrosar sus archivos personales. De cualquier forma, ahí les va.

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