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Desanudando un Lazo (II)

JR ofrece a sus lectores la visión de la Dirección Nacional de Béisbol sobre los cuestionamientos generados a partir de la publicación de la Circular No. 2 de la presente Serie Nacional

Autor:

Raiko Martín

Nunca he sido muy dado a creer en las casualidades. Pero resulta que por estos días tropecé —quizá por azar— con una frase martiana que, sin duda alguna, debe erigirse como una especie de ley para todos aquellos que decidimos un día dedicar nuestra vida al periodismo.

Dijo el Apóstol que «El periódico ha de estar siempre como los correos antiguos, con el caballo enjaezado, la fusta en la mano, y la espuela en el tacón. Debe desobedecer los apetitos del bien personal y atender imparcialmente al bien público». Y pocas cosas son más importantes para ese bien público que la verdad.

Por eso, desde JR intentamos buscarla. Y tal vez nunca encontraremos esa verdad absoluta, para muchos inexistente. Pero sí tratamos, y lo seguiremos haciendo a través de todos nuestros medios, de acercarnos lo más posible a ella.

Así, en la edición del pasado domingo 14 de abril publicamos una entrevista en la que el lanzador capitalino Yasiel Lazo desmentía la Circular No. 2 de la presente Serie Nacional. En ella se exponía el padecimiento de una Hepatitis Viral Tipo A como la causa de su baja del equipo de Matanzas que participa en la presente Serie Nacional.

El documento, emitido por la Dirección Nacional de Béisbol (DNB) y publicado en nuestras páginas, comprometió la credibilidad de este redactor, y el prestigio ganado por este diario a lo largo de su rica trayectoria.

Fue ese el motivo por el cual convocamos a todas las partes de esta historia a arrojar luz sobre el desagradable suceso, y afortunadamente, las máximas autoridades de la DNB y del Inder investigaron lo sucedido, para luego brindarnos su versión de los hechos.

Pifias de todo tipo

A mediados de la pasada semana, los compañeros Norge Marrero, jefe del departamento de Alto Rendimiento del Inder, e Higinio Vélez, director nacional de Béisbol, encabezaron un grupo de trabajo que se reunió con Ramón de Zayas, comisionado de la disciplina en la provincia de Matanzas, y con el jugador Yasiel Lazo.

Los elementos reunidos durante este encuentro fueron luego transmitidos por Higinio a JR, durante una entrevista.

El primer tema abordado fue el procedimiento vigente para dar altas y bajas por problemas de lesión o enfermedad durante las series nacionales de béisbol. Y por increíble que parezca, el mismo se basa en la absoluta confianza de la DNB en el criterio de sus representantes en cada provincia, sin que para su validación sea necesario presentar un certificado médico emitido por un especialista.

«Queremos comenzar diciendo que tenemos que hacernos una autocrítica fuerte, porque ha quedado demostrado que los métodos utilizados hasta ahora para realizar las altas y bajas por estos motivos no son los correctos», reconoció el directivo, antes de deslizar que a partir de ahora pudiera exigirse un documento médico que forme parte de la petición.

«En las provincias existen los comisionados y los metodólogos, y a ellos se suman, durante la celebración de la Serie Nacional, los directores de equipo, sus auxiliares y una triada médica para tomar este tipo de decisiones. En estos casos, es el Comisionado quien nos hace la solicitud para realizar algún cambio, y tiene que fundamentar los motivos. Nosotros siempre hemos confiado en la palabra de ellos cuando nos han informado que un jugador está enfermo o lesionado. Hasta ahora no habíamos tenido ningún problema en ese sentido, y por eso aceptamos la solicitud realizada a través del procedimiento establecido, la aprobamos y la divulgamos», agregó.

Según nos comentó Higinio, en el encuentro previo a nuestra conversación, el Comisionado provincial de Matanzas reconoció su total responsabilidad con la solicitud de la baja del jugador y los argumentos utilizados para hacerla efectiva. Y en este punto, se hace imprescindible cuestionar los motivos que impulsaron su errático proceder.

«Este caso tiene el antecedente de lo que sucedió en el Latino, pues los pelotazos dados por el jugador y su expulsión generaron, en medio del calor y la tensión del juego, una reacción del mánager que hemos tenido muchos de los que alguna vez fuimos directores de equipo, pero luego de la oportuna reflexión, hay que recapacitar. Esa situación fue analizada ya con el director del equipo.

«El Comisionado plantea que ya con los ánimos más calmados, el jugador le pidió un tiempo para descansar y reflexionar, que él accedió a darle esa oportunidad y por eso en los siguientes días no hubo comunicación entre el muchacho y la dirección del equipo».

—¿El jugador reconoce que hizo esa petición?

—No. En el momento que conversamos con él, no lo reconoce.

Higinio explicó además que, según lo establecido por las indagaciones previas, fue el jugador quien, pasados unos días, se comunicó con el Comisionado provincial para que se le facilitara su liberación del equipo de Matanzas, con el objetivo de jugar la Serie Provincial en la capital o para desempeñarse como preparador de béisbol femenino.

—¿Si eso es cierto, por qué no se le dio esa liberación y se hubiese evitado todo el problema?

—Por reglamento. Está establecido que antes de que concluyera la primera vuelta de esta fase del torneo, solo se puede dar baja por indisciplina, por enfermedad o por lesión. A la luz de los hechos, cuando comenzamos a averiguar por el comportamiento de Yasiel, han aparecido un rosario de indisciplinas cometidas por él, entre ellas una muy grave durante un partido en Guantánamo, y por la cual merecía la separación de la Serie. Lamentablemente, nunca se le aplicó una medida disciplinaria por ninguna de ellas. Plantea el compañero De Zayas que, teniendo en cuenta que una baja por indisciplina traería consigo una sanción, primaron entonces las buenas intenciones de proteger al jugador porque es un muchacho joven, de darle una oportunidad y no perjudicar su trayectoria. Fue entonces que, después de los sucesos del Latino y ante la solicitud de liberación de sus compromisos con el equipo, en un encuentro entre ellos aquí en la capital, ambos llegaron al acuerdo verbal de facilitar su salida del equipo solicitando la baja por enfermedad. Pero evidentemente el jugador tenía otros planes en mente, o cambió de parecer, porque ha asumido una actitud desafiante.

«Evidentemente, si se hubiesen tomado las medidas en el momento justo, si el Comisionado hubiese tenido una actitud firme y ética, nada de esto hubiese sucedido. Ese fue el error más grave que cometió el Comisionado, porque las buenas intenciones lo llevaron a violar principios éticos, y por eso tendrá que responder y asumir las medidas que correspondan.

«La posición de la DNB es no admitir prácticas de ese tipo, y no ceder ante prácticas de ese tipo. Y decir la verdad, ahora y en el futuro de manera tajante, como principio. La verdad tiene que imperar en todas las acciones del béisbol cubano».

Golpes que enseñan

JR, en su misión de esclaracer el conflicto generado, ha dado, con suma responsabilidad, el espacio para que ambas partes expongan sus argumentos, y a partir de ellos intentemos construir entre todos la deseada verdad.

Ahora bien, por muy anti pedagógicos que parezcan, de golpes como estos siempre se pueden sacar enseñanzas. En este lamentable caso, hay «para comer, y para llevar», y es en su identificación donde podemos hacer un necesario aporte.

La primera de ellas es evidente. La DNB necesita cuanto antes una revisión seria y minuciosa de todos sus métodos y procedimientos de trabajo, pues como mismo se demostró ahora la incoherencia en las formas de tramitar una baja por lesión o enfermedad, pueden existir otros temas en los que las disposiciones vigentes sean en su momento rebasadas por las realidades.

Los tiempos no son los mismos, y las series nacionales de hoy, tampoco. Las variaciones de estructuras y formatos han generado, y seguirán generando, verdaderos «dolores de cabeza», y quienes integran la DNB tienen el deber de estar preparados para enfrentarlos y darles una solución viable y oportuna.

El país está llamado a una ardua batalla para lograr la institucionalidad de su sociedad, y el béisbol no puede estar de espaldas a ella.

En segundo lugar, más allá de que el Comisionado provincial haya asumido toda la responsabilidad, sería ingenuo pensar que él haya sido la única persona con conocimiento del caso.

La Comisión Provincial de Béisbol la integran más personas, el equipo tiene un cuerpo de dirección amplio, incluso un delegado, quienes podían haberse interesado, luego alertado, o tal vez evitado lo sucedido. Todos ellos tienen el deber, desde sus responsabilidades específicas, de velar por que no surjan situaciones que puedan generar malestar a un atleta, entrenador o directivos, y que estas sean el motivo de actitudes revanchistas.

Quizá la lección más importante que pudiéramos sacar de todo esto es que con posturas paternalistas y encubridoras no se pueden enfrentar con acierto los problemas. A la larga, las consecuencias serán peores.

Cuando se comulga con la mentira y la manipulación, se pierden las esencias. Y bajo ningún concepto, esté plagado o no de buenas intenciones, debe quedar en entredicho la credibilidad y el prestigio de nuestro béisbol, que afortunadamente sigue siendo patrimonio de todos los cubanos.

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