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El batazo de los Cinco

La entrega de bates en nombre de la solidaridad a varios peloteros cubanos por iniciativa de Gerardo Hernández, quien este martes cumple 48 años, es como un hit que pone en circulación una idea justa. Pero entraña, además, un jonrón descomunal, que deja al campo a quienes dudan todavía de la entereza de los hombres

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Juan Morales Agüero

LAS TUNAS.— La pasión por el béisbol tiene reservado un lunetario preferencial en el graderío genético del cubano. Abundan las confirmaciones y los paradigmas. Un ejemplo: Gerardo Hernández, uno de nuestros Cinco héroes. Tras los barrotes de una mazmorra norteamericana, el compatriota encuentra tiempo para dedicarlo también a la «pelota».

En esta historia beisbolera alinean dos recios «toleteros». Uno, el mismo Gerardo; el otro, un canadiense llamado Bill Ryan, quien luego de escuchar en su país a Ricardo Alarcón, presidente por entonces de nuestro Parlamento, en un foro sobre la Revolución Cubana, simpatizó tanto con la causa de los Cinco que se las ingenió para contactar con ellos.

Deseoso de aportar «algo» a la campaña por la libertad de los jóvenes antiterroristas, Bill le preguntó por carta a Gerardo qué le sugería hacer. Y este, ni corto ni perezoso, le respondió: «Puedes fabricar bates para los peloteros cubanos». A pesar de que la tarea desentonaba con su perfil —el suyo era el automovilístico—, aceptó el desafío.

El canadiense puso enseguida manos a la obra. Lo primero que hizo fue documentarse respecto a las características de esos implementos deportivos, la madera ideal para hacerlos, sus dimensiones oficiales…  Luego adquirió un pequeño torno y lo instaló en su casa. Conocía algo de carpintería, así que no le fue difícil trabajar los prototipos iniciales.

«Gerardo me ayudó mucho en aquella etapa —declararía luego Bill a los periodistas—. Desde su celda me enviaba apuntes e ideas para que yo las fuera desarrollando. Según parece, los resultados fueron satisfactorios, porque la compañía canadiense Sam Bat, suministradora de bates de diferentes tipos a las Grandes Ligas, aprobó nuestro modelo».

No hubo un instante libre en la agenda de Bill que él no lo consagrara a los bates. Así comenzaron a salir los primeros. Gerardo dispuso que cada uno llevara pirograbada en la madera la rúbrica de uno de los Cinco. Todos menos los destinados a… Industriales, su equipo favorito, que solo exhibirían su firma. Los bates se remitieron a Cuba, para que Adriana, su esposa, los entregara en su nombre.

Los azules primero

En diciembre pasado, durante una visita a Cuba, Bill Ryan se encontró con Adriana. Ambos concurrieron al estadio Latinoamericano para entregarle al conjunto azul siete flamantes bates, bautizados por Gerardo con el nombre «comercial» de Cubacán. Además de su autógrafo, cada ejemplar lleva rotulado un logotipo diseñado por él.

Desde el coloso del Cerro, Adriana se comunicó por teléfono con su esposo. Luego de una breve charla, le cedió el aparato a Bill, quien lo pasó luego a los jugadores Rudy Reyes y Carlos Tabares. En nombre de todos, Lázaro Vargas le dijo: «Estamos muy contentos con los bates, tienen mucha calidad y serán como un amuleto para nuestro equipo».

Los nuevos maderos se sumaron a la ofensiva azul. El sitio Cubadebate glosó: «En la prisión federal de Victorville, California, Gerardo seguramente durmió tranquilo. Sus Industriales, los preferidos de tantos mortales, con los nuevos bates como faros en el dogout, propinaron el primer nocao de la temporada y Rudy (como él, de Arroyo Naranjo), impulsó cuatro carreras con tres inatrapables, uno de ellos enorme cuadrangular. Y todo eso con un Cubacán».

Más bates para otros rostros

Pastor Batista Valdés, corresponsal en Las Tunas del diario Granma, ha hecho las veces de intermediario de Gerardo para entregar los solidarios bates. La relación entre ellos comenzó cuando este leyó en prisión una crónica de mi colega acerca de Andy Daniel Oro, un niño tunero con discapacidad en los dedos, quien se cartea con el antiterrorista.

«Poco después Gerardo hizo un llamamiento mundial en busca de apoyo para la causa de los Cinco —acota Pastor—. En el texto nombró a Andy Daniel y los dibujos recibidos de él. Al apreciar tal sensibilidad, escribí otra crónica, titulada El niño que Gerardo lleva dentro. Luego de leerla, le pidió a Alicia Jrapko, miembro del Comité Internacional por la Libertad de los Cinco, que me localizara. Desde entonces, y a través de ella, establecimos relación», recuerda el corresponsal.

Pasado cierto tiempo, Alicia le envió un mensaje a Pastor: «Gerardo te pregunta si puedes asumir la distribución de otro paquete de bates fabricados por Bill. Son para Joan Carlos Pedroso y para Alfredo Despaigne. Dice que Adriana te los haría llegar». Y mi colega, desde luego, aceptó.

«Adriana decidió que fuera en la ciudad de Camagüey donde nos encontraríamos —añade Pastor—. Hasta allá fui en unión de Andy y de su mamá. Antes de regresar a Las Tunas con los bates, ella habló por teléfono con su esposo. Y este, al saber que yo estaba presente, pidió hablar conmigo».

Conversaron un rato. Gerardo le explicó a Pastor que eran nueve bates: cuatro para Pedroso y cinco para Despaigne. Le insistió en que era un regalo de Bill y de los Cinco.

«Si Pedroso quiere guardarlos, puede hacerlo. Y si desea conservarlos de forma colectiva en su equipo, no hay problemas. Pero están hechos con la intención de que los use, para que batee con ellos y siga dando los jonrones que tanto disfruta la afición», le dijo en tono familiar.

El slugger tunero recibió tamaña ofrenda en el vestíbulo del Comité Provincial del Partido en su provincia, de manos del niño Andy. Y declaró con su humilde naturalidad:

«Recibir estos bates es un privilegio, compadre. Y un compromiso con Gerardo, con sus compañeros, con el amigo que los hizo, con Las Tunas y con Cuba entera. Voy a dar jonrones con ellos. Pero el más grande lo dio él con este regalo. Hablé con Adriana y le pedí que le agradeciera».

Los bates para Despaigne le fueron entregados en el estadio espirituano José A. Huelga, en el choque de los locales frente a Pinar del Río. Estos implementos tuvieron otras características: dos para que los empuñara en los juegos, uno a guisa de trofeo por sus 36 jonrones en la serie pasada, otro pequeño para su niño y un quinto con un orificio del diámetro de una pelota en la parte más ancha de la madera. «Eso es para que cuando batee contra Industriales no les pueda conectar, me comentó con su incorregible humorismo y casi muerto de la risa en nuestro diálogo», recuerda Pastor.

Es increíble cómo este cubano legítimo conserva los deseos de bromear aun en las inhumanas y dificilísimas condiciones de confinamiento en que se encuentra. Está condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de cárcel, amén de no haber visto jamás a su esposa durante todo este tiempo.

Jonrón de Gerardo

En el béisbol abundan los chocadores de bolas y los bateadores de fuerza. Los primeros solo buscan hacer contacto con la pelota para llegar «quietos» a la primera almohadilla; los segundos la rechazan con todas sus fuerzas para hacerla trascender más allá de los jardines.

Esta entrega de bates en nombre de la solidaridad a varios peloteros cubanos por iniciativa de Gerardo y sus hermanos es como un hit que pone en circulación una idea justa. Pero entraña, además, un jonrón descomunal, que deja al campo a quienes dudan todavía de la entereza de los hombres.

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