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¡Tú le ganaste a Margarita Rodríguez!

Con solo 17 años, la floretista Mercedes del Risco impidió que la zurda de oro ganara su tercer título en Juegos Panamericanos

Autor:

Julieta García Ríos

Le pedí al caricaturista Lázaro Miranda (Laz) que me diera un chance para entrevistar en el local del suplemento humorístico dedeté a una antigua esgrimista. «No hay lío», me dijo. Al rato llegó Mercedes del Risco Randich. Él siguió en lo suyo y yo acomodé a Mercedes y a su hija como mejor pude.

Ella prefirió venir a mi encuentro. Trajo consigo todo su tesoro: más de 40 medallas que hacen muy pesada una bolsa de nailon. Otro paquete cuenta su historia deportiva, truncada en plena juventud, detalle no revelado en ninguno de esos recortes de prensa y que la actual metodóloga nacional de Esgrima prefiere evadir.

Son notas y entrevistas publicadas mayormente en medios nacionales, pero también hay periódicos foráneos como El Nuevo Día, de Puerto Rico; The New York Times y hasta algunos en lengua francesa o rusa.

Desde el año 1975 su nombre apareció en la prensa, entonces como finalista de los primeros Juegos Nacionales Escolares, pero en 1979 acaparó titulares, portadas, y se hizo popular durante los VIII Juegos Panamericanos de San Juan, Puerto Rico.

En las páginas centrales del semanario LPV dedicado a los Juegos, la periodista recientemente desaparecida Irene Forbes la presentaba así: «Un nuevo nombre surgió a fuerza de contundentes paradas y ripostas en la historia de la esgrima panamericana, Mercedes del Risco, una novel atleta que con solo 17 años de edad, ante los ojos atónitos de todos, derrocaba el reinado que por espacio de dos certámenes de este tipo había señoreado su compatriota Margarita Rodríguez».

—¡No jodas que tú le ganaste a Margarita Rodríguez!, —interrumpió Laz. ¡Ella era lo mejor que había aquí!

Ciertamente, su gran hazaña fue vencer a la zurda de oro, veterana ya en esas lides, y que iba por su tercer título. «Era una atleta experimentada, con una habilidad tremenda para esquivar los golpes, tanto con el arma como con el cuerpo. Y eso hacía más difícil tocarla. Pero yo tiré muy libre, sin presión, y la vencí cinco a tres», contó Del Risco.

En el propio año 1979, Mercedes se proclamó monarca juvenil de Cuba, individual y por equipo. También en Puerto Rico formaría el conjunto que ganó la corona. En diciembre de ese año, optaría por la distinción de Novato del Año, ganada cerradamente por el tirador Juan Camilo Hernández.

En aquel trabajo suyo en LPV, Irene Forbes, también esgrimista, resaltó la acelerada carrera deportiva de la joven: «Hace nada más que cinco años —en un deporte que en la mayoría de los casos después de los diez es que se comienza a tener resultados— se inició Mercedes en este singular deporte del florete…».

Al decir de la propia atleta, llegó tarde a la esgrima. Como muchas niñas practicó gimnasia, pero se percató de que «era malísima, ni el split hacía». Incursionó en baloncesto, atletismo y hasta natación, por el embullo de bañarse en la piscina, y tampoco se sintió atraída. Sin embargo, aquella tarde en Ciudad Libertad, cuando vio a los muchachos haciendo esgrima en el gimnasio Marcelo Salado, quiso pertenecer a ese grupo.

Nery Quesada Lorda vio aptitudes en la adolescente de 13 años: músculos largos, flexibles, buena elasticidad… Después de tantos años, recordó aún con claridad las virtudes de su pupila: «Estaba en noveno grado, venía con muy buena preparación física. Nunca faltaba a los entrenamientos y asimilaba muy rápido. Durante toda su carrera deportiva empleó el ataque por pase, algo que le enseñé. Consiste en parada de riposta y fintas de uno y dos para cambiar la línea de ataque cuando el adversario viene a la defensa».

A Mercedes le bastó un año con la entrenadora —quien también formaría a relevantes figuras como Rolando Tucker y Elvis Gregory— para ser promovida a la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE). Su siguiente preparador fue Fernando Campos, aún en activo, por quien también pasaron atletas de la talla de Tamara Esteri, Leyanis Suárez, Heriberto Torres…

Vía telefónica, Fernando comentó a JR: «Una atleta como Mercedes no se olvida. Desde que entró a la EIDE Rubén Martínez Villena, la muchachita se destacó. Era ágil, muy disciplinada e inteligente. Ese era su punto fuerte. Fíjate que siempre fue menudita, pero ganaba porque era muy táctica. La preparé durante un año y luego fue Ricardo Nápoles su entrenador».

Prado y Trocadero

Verano de 1975. Le impresiona la majestuosidad del edificio, la afluencia de público, el bullicio. Se siente presionada en esta, su gran competencia, los Juegos Nacionales Escolares, a los que se ha ganado el derecho en su primer curso en la EIDE.

Prado y Trocadero —actual sede de la Escuela Nacional de Ballet— es entonces la principal plaza de la esgrima cubana. Allí compiten 30 niñas que representan las seis provincias cubanas: Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Las Villas, Camagüey y Oriente.

La competencia es larga, hay que tirar tres vueltas hasta llegar a la eliminatoria directa. Se concentra, ya no escucha los gritos, ubica a su maestro y coge las señas. Avanza. A medianoche ha quedado entre las finalistas, en el sexto y último puesto. Está feliz con su primer resultado nacional.

La adolescente es persistente. En cada entrenamiento se esfuerza por mejorar, y así sucede. En el año 1976 es cuarta en los Juegos Nacionales Escolares, y un año después, llega a ser campeona. También recibe una placa como mejor atleta femenina. Al momento de la premiación, a pesar de estar en lo más alto del podio, se siente pequeña al lado de esas dos torres que son Clara Alfonso y Yamila Figueroa.

Mala estocada

Una carrera escalonada tuvo esta mujer que atesora títulos y amigos. Discreta y laboriosa, en la Comisión Nacional de Esgrima siempre está presta a ayudar y no guarda resentimientos, pese a que considera que de manera injusta, en el año 1984 fue dada de baja técnica del Centro de Alto Rendimiento Cerro Pelado.

Entonces apeló. Aún era la campeona nacional (individual y por equipo) en la primera categoría. También en conjunto había ganado los Juegos Panamericanos de Caracas 1983 y la medalla de oro en Bucarest, Rumanía. Dos años antes, aquí en La Habana, se había coronado en los Juegos Centroamericanos.

Pero no valieron argumentos, y nunca más practicó esgrima. Se asusta a ratos, cuando el corazón da «latigazos» en resistencia al cambio de ritmo y a esa pasividad en la que se sumerge de golpe.

Comenzó como profesora en la pre EIDE Rubén Martínez Villena, del municipio de Playa. Allí volcó su talento sobre Lismaite Trujillo y, como antes sucedió con ella, la niña fue promovida a la EIDE y años después se erigió campeona por equipos en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999.

En el año 1986 quedó excedente y no tuvo otra opción que trabajar con un Círculo de Abuelos. Por mucho tiempo se desvinculó del Inder, hasta que vuelve a enseñar los secretos de las estocadas en el Combinado Deportivo Prado en La Habana Vieja, donde poco después fue nombrada subdirectora del centro. Estando allí le solicitaron su colaboración en la Comisión Nacional de Esgrima.

Cercano a su jubilación, Julio César González, metodólogo con más de 30 años de experiencia en la Comisión, vio en ella su relevo y se esmeró en prepararla. A partir de 2011, Mercedes reparte sus saberes por toda Cuba y nos recuerda que los Juegos Nacionales Escolares son cantera de campeones.

Mercedes del Risco ha sorteado demasiados «riscos». Pero esta humilde mujer se percató a tiempo de que la estocada triunfal en la vida no son los honores ni las conveniencias. El remate está en apuntar con precisión al sacrificio.

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