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Opiniones sobre Capablanca

Incluye opiniones de destacados trebejistas y personalidades sobre el campeón cubano José Raúl Capablanca Graupera

Autor:

Juventud Rebelde

Numerosos grandes maestros y personalidades han expresado su simpatía y admiración por el campeón cubano José Raúl Capablanca. Con motivo de celebrarse la 50 edición del Capablanca in Memorian Juventud Rebelde brinda una selección de estas valoraciones.

El yugoslavo Gligoric expresó públicamente:

«Capablanca sabe, los demás ensayamos.»

El poeta nacional Nicolás Guillén afirmó:

«Capablanca no está en su trono, sino que anda, camina, ejerce su gobierno en las calles del mundo».

Al conocer su repentina muerte, el campeón mundial ruso-francés Alexander Aleckine afirmó: «Ha muerto el más grande ajedrecista de todos los tiempos. Jamás volverá a nacer uno igual».

Sthalberg en su libro Partidas clásicas de Capablanca expone:

«Aquel mozalbete, mientras los barbudos hundían su cabeza entre las manos, se paseaba tranquilamente de este a aquel tablero deteniéndose a ver las posiciones»

Jacques Mises, director del torneo, señaló:

«Capablanca no es un ajedrecista. Es un prestidigitador que saca las jugadas de la manga».

El trebejista británico Anthony John Miles, quien fue el primer inglés en ganar un campeonato mundial juvenil, en 1974, y dos años después el primero de su país en conquistar el título de Gran Maestro dijo sobre Capablanca:

«Fantástico jugador, con un estilo muy limpio. Capablanca se fue muchos años al futuro en su época.»

Después de estudiar durante años el juego de Capablanca, Richard Reti expresó:

«Sólo me atrevo a decir que es lo más parecido al ajedrez que jamás he visto».

Precisamente Reti, en su libro «Los Grandes Maestros del tablero», compara la facilidad de Capablanca para jugar al ajedrez con aprender un idioma, que se hace de forma más natural y fluida cuanto más temprana es la edad del alumno. Para Capablanca jugar al ajedrez era algo sencillo, por lo que conseguía analizar las posiciones con gran facilidad. Gracias a esto movía las piezas con rapidez, lo que trajo aparejado que nunca tuviese problemas de tiempo en ninguna partida.

Reuben Fine fue quien encontró el nombre idóneo para definir el rasgo más destacado de Capablanca: «simplicidad divina». (Con esas palabras caracterizó Fine la profunda sencillez de quien encontraba fácilmente, inmejorables jugadas cristalinas y exactas)

El excampeón mundial Mijail Botvinnik dijo: «Es imposible comprender el mundo del ajedrez sin mirarlo con los ojos de Capablanca».

Emmanuel Lasker: «Sus partidas son claras, lógicas y vigorosas. En ellas no hay nada escondido, afectado o artificioso. A través de sus jugadas se advierte su pensamiento, aún allí donde quisiera ser astuto. Si bien sus jugadas son transparentes, no son en modo alguno fáciles de hallar. Su profundidad no es la de un poeta, sino la de un matemático; su espíritu, el de un romano, no el de un griego».

Carlos A. Palacio, árbitro internacional, escribió en JR:

«En su época, cuando las teorías de Steinitz habían alcanzado solidez y constituían el centro de gravedad del ajedrez mundial, Capablanca, genio del ajedrez, artífice de los finales, sentó como curiosa paradoja una nueva cátedra más avanzada y simplificadora.

Fundador del juego moderno de posición, lo llevó hasta su más alta perfección técnica, y los mejores ajedrecistas del mundo han seguido sus enseñanzas, sin sentir sonrojo, sino más bien orgullo en así manifestarlo.

Cubano de pura cepa, fue un caballero dentro y fuera del ajedrez. Amó profundamente a nuestra patria y rechazó la metálica oferta de hacerse ciudadano norteamericano cuando mayor era el brillo de su gloria y abundantes eran las oportunidades de ofrecerse al mejor postor.

Gran estratega del ajedrez, de estilo sobrio, objetivo, la obra de Capablanca es aún hoy día materia de enseñanza e inspiración de una pléyade de luminarias actuales, porque su obra ha conservado su vitalidad, hasta nuestros días».

Anécdota del campeón serbio Boris Kostic, luego de perder el duelo con Capablanca que inició el 19 de marzo de 1919 y que se pactó a ganar ocho partidas, desdeñando los empates. A la quinta partida decidió abandonar el match, sin las tres derrotas que le faltaban. No hubo tablas Capablanca ganó 5-0. Con realismo dijo entonces a los periodistas:

«Sólo hay un hombre capaz de rivalizar con Capablanca, el actual campeón del mundo Emanuel Lasker».

Otras revelaciones sobre el match Capablanca-Kostic, fueron dadas a conocer por el periodista Jesús G. Bayolo:

«El fulminante nocao destruyó a Boris Kostic como ajedrecista. En especial la primera partida (complicada y larga) lo obsesionó de forma tal que 11 años después (1930), confesaba habérsela mostrado a todos los maestros con quienes se encontró en Europa, como si constituyera una manía, pero ninguno daba con el secreto de su jugada débil.

Hasta que –cuenta Kostic- se la enseñó al doctor Alekhine, quien por tratarse de una partida de Capablanca se interesó afanosamente en ella, y al cabo de tres días de análisis, me señaló la jugada débil y la que debía hacer, que posiblemente me hubiera dado tablas. ( En esta fecha, Alekhine era campeón del mundo: había ganado el cetro a Capablanca en 1927)

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