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Un feliz dolor de cabeza

Denia Caballero inauguró el medallero de Cuba en el Campeonato Mundial de Atletismo, con un oro que la convierte en la primera atleta antillana reina de su especialidad

Autor:

Abdul Nasser Thabet

Solo había una forma de hacerlo. Recurrir al factor psicológico, a la potencia de un arranque de locura, sembrar el desespero y el desconcierto. De otra manera la lucha hubiese sido descomunal, casi hasta el deshueso. Entonces la mulatona Denia Caballero se paró como se paran las mulatonas, invocó a quienes tenía que invocar y tiró un «discazo» con cuño de Ovni. Apenas estuvo en el círculo de lanzamientos antes de iniciar su primer giro —cosa habitual en ella. Entró y soltó como quien pisa descalza el suelo del infierno. Fueron 69,28 metros en el intento inicial y 11 nenas halándose los pelos, formando alboroto desde los dientes para adentro. Denia inauguró el medallero de Cuba en el Campeonato Mundial de Atletismo, con un oro que la convierte en la primera atleta antillana reina de su especialidad.

El forcejeo con súper Sandra Perkovic se antojaba de espanto. Pero la europea mostró señas de mortal, de humana, y por un ratico no pareció marciana. Ahora en Beijing no pudo con la presión que puso la cubana, a tal punto que su nerviosismo se evidenció en un foul inicial y en un segundo disparo al borde del fallo también.

La villaclareña mantuvo una estabilidad envidiable, mas lo había puesto todo en ese tiro de sueños y pesadillas. Una marca que la dejó hasta con cefalea. «Después de ese primer lanzamiento me dio migraña, tenía un dolor de cabeza horrible porque me bajó mucho la tensión», señaló a la prensa poco después de destronar a Perkovic, quien de seguro tuvo otro tipo de dolorcito.

La antigua reina raspó la plata en su último intento (67,39), pues antes anclaba en la cuarta posición, por detrás de la gigante alemana Nadine Muller (65,53) y de la cubana Yaimé Pérez (65,46), despojada del bronce a la hora del adiós.

La otra parte de la película

Y la segunda parte del filme de suspense protagonizado por Usain Bolt y Justin Gatlin podrá ser visto mañana a las 8:55 a.m., hora de Cuba, en la final de los 200 metros planos, prueba que este martes vivió sus primeros compases. El extraterrestre con nacionalidad jamaicana dominó su heat eliminatorio, merced a un tiempo de 20.28 segundos y fue escoltado por el cubano Roberto Skyers (20.29).

En tanto, el norteamericano Gatlin paró los relojes en 20.19, en una jornada en la que también avanzó a semifinales el cubano Reynier Mena (20.37), tercero de su serie.

A Genzebe Dibaba trataron de imponerle otro ritmo, darle otra receta. Para amedrentarla, dormirla, no sé. Pero con la gacela etíope no hay fórmula posible. Aceptó esa carreta lenta en la final de los 1 500 metros y cuando se aburrió del fanguero entre tractores sacó el Ferrari y se alejó de la bobería. Nada de un mundo distinto su 4:08.09 minutos, pero le bastó a la recordista universal para coronarse por delante de la keniana Faith Chepngetich Kipyegon (4:08.96) y de la holandesa Sifan Hassan (4:09.34).

La doble vuelta al óvalo vio imponerse a quien tenía que ver imponerse. El keniano David Lekuta Rudisha es mucho con demasiado: plusmarquista del orbe, as olímpico, monarca planetario. Se colgó el oro con 1:45.84 minutos.

Para colmo de bienes —o males, según se vea—, Kenia no se conforma con plantar bandera en las carreras de fondo y medio fondo. Ahora también deja recaditos cerca de la velocidad. El cetro de Nicholas Bett (47.79 segundos) habla clarito.

En el salto largo mandó el británico Greg Rutherford (8,41 metros).

A estas alturas ya se debe conocer el resultado de la pertiguista Yarisley Silva, quien pugnaba en pos del título con grandes posibilidades. También el accionar del triplista Pedro Pablo Pichardo, Yirisleydi Ford martillo en mano, Rose Mary Almanza en 800 metros y Ariallis Gandulla en los 200, así como el de los vallistas cortos Yordan  O’Farrill y Jhoanis Portilla. Igualmente Mena y Skyers corrían al amanecer en las semifinales del doble hectómetro.

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