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Belleza de peso

Nunca antes una pesista cubana había incursionado en lides bajo los cinco aros. Era este el escalón que faltaba por subir a las chicas de este deporte en la Isla

Autor:

Raiko Martín

RÍO DE JANEIRO.— Con una determinación inusual para una chica de apenas 21 años —con la responsabilidad además de escribir una inédita página en la historia olímpica cubana—, Marina de la Caridad Rodríguez Mitjans subió una y otra vez a la plataforma ubicada en el Pabellón 2 de Riocentro, sede en esta ciudad del certamen de levantamiento de pesas.

Nunca antes una pesista cubana había incursionado en lides bajo los cinco aros. Era este el escalón que faltaba por subir a las chicas de este deporte en la Isla, quienes a fuerza de constancia y empeño han completado ahora la ruta iniciada hace apenas una década, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Cartagena de Indias.

Y como para hacer más emocionante el momento, Marina se encargó de firmar una presentación casi perfecta. Un tránsito sin fallos en el arranque, con récord nacional incluido de 94 kilogramos, fue el preámbulo de sus 215 kilos totales que igualaron su mejor marca, establecida hace pocos meses en el preolímpico continental celebrado en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.

Después de saber los resultados del Grupo A —en el que compitieron las favoritas— Marina terminó ubicada en la octava posición, a apenas una alzada de mejorarla.

«Tuve una imprecisión en el último intento en el envión, en la parte del clean, cuando aflojé mucho la espalda y no pude completar el movimiento. Pero aun así, me siento inmensamente feliz», confesaba la muchacha, que había pedido 123 kilogramos, pues era la única vía para aventajar a la egipcia Esraa Amhed, quien compitió con menor peso corporal.

—¿Salir con cuatro kilos debajo en el arranque te puso presión?

—Más que presión yo pienso que me motivó mucho más para hacer un buen envión. Yo he entrenado muy bien para este momento. Y me siento muy feliz, porque al final pude descontar esa desventaja y quedar a solo uno. Valió la pena el esfuerzo y estoy muy contenta por eso.

—¿Algún significado especial tiene este resultado para ti?

—Claro que sí. Me tocó ser la primera pesista cubana que compite en una Olimpiada y eso me llena de mucho orgullo. Salí convencida de que debía entregarlo todo y que tenía que hacerlo de corazón, y puedo decir que eso fue lo que sucedió. Quedar en el octavo lugar significa que las pesas femeninas en Cuba siguen elevando su nivel y que podemos brillar algún día a nivel mundial.

—¿Valió la pena entonces practicar ese deporte?

—Yo corría 100 metros y hacía también salto largo, pero los resultados no eran los que esperaba. Cambiarme a las pesas fue lo mejor, aunque muchas personas piensan que este deporte deforma a las mujeres y es todo lo contrario. Ayuda a tener un cuerpo más bonito. Solo tienes que mirar a todas las muchachas de nuestro equipo, que son muy presumidas y muy cuidadosas. En eso también son responsables nuestros entrenadores, quienes nos exigen que nos arreglemos, que siempre estemos con las uñas y los labios pintados.

—No faltarán pretendientes entonces.

—Tengo novio (risas). Es Adriel La O, también pesista y campeón panamericano de los 77 kilogramos. Nos llevamos muy bien, nos apoyamos mucho para que ambos tengamos buenos resultados, como este. Me hubiera gustado que estuviese aquí, pero bueno…

—¿Qué podemos esperar de Marina en el futuro?

—Mi objetivo fundamental es seguir mejorando para que mi biatlón aumente. Sé que no será un camino fácil, pero esto me ha demostrado que con esfuerzo y dedicación se pueden lograr grandes cosas. Antes de ser subcampeona panamericana, no creía que esto fuera posible. Y ya ven...

Y con su llamativa figura, con ese lazo que le gusta —prefiere los azules para competir— se despidió, dejándonos la sensación de que esta no sería la última vez que escribiríamos sobre ella.

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