Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tu sonrisa es de oro

Idalys Ortiz  regresa a casa con la frente orgullosa después de conseguir aquí su tercera medalla olímpica, esta vez de plata

Autor:

Raiko Martín

RÍO DE JANEIRO.— La sonrisa de Idalys Ortiz es a prueba de todo. No fueron pocos los judocas que caminaron ahogados en llanto rumbo a los camerinos de la Arena Carioca 2 de esta ciudad, pero la cubana no. Ella no entiende de caídas ni de pesares; ella sabe que lo dio todo sobre el tatami, que hizo feliz a millones en la Isla, y que regresa a casa con la frente orgullosa después de conseguir aquí su tercera medalla olímpica, esta vez de plata. Ella está tranquila, porque gracias a su enorme talento, el judo cubano no se despide de la Ciudad Maravillosa huérfano de premios. Idalys cumplió.

«No hay ningún “a pesar”», fueron sus primeras palabras, adelantándonos así un autoexorcismo poco visto en estos trances. «Estoy muy contenta con esta medalla de plata, porque todos saben que en unos Juegos Olímpicos los resultados son impredecibles y yo logré ir otra vez a una final, a discutir el oro. No se pudo, cometí un error y a este nivel eso se paga, y se paga caro», dijo con una tranquilidad impresionante.

La hasta entonces monarca olímpica de la división de +78 kilogramos se refería así a la definición ahora del título ante la francesa Emilie Andeliol, quien minutos antes había dejado sorprendentemente sin opciones a la china Song Yu, una de las candidatas al trono.

Fue un pleito bastante parejo que agotó sus cuatro minutos reglamentarios con un shido para cada una. Ya bajo el apremio de la regla de oro, la cubana optó por buscar el triunfo con una técnica de sacrificio, efectiva antes frente a otras rivales. Desafortunadamente cayó en una posición desventajosa y la francesa aprovechó para inmovilizarla.

«Fue un error mío porque tal vez no era el momento de arriesgar con el ura-nage, quizá no lo hice con toda la fuerza que debía, y ella logró sacar provecho de eso», dijo convencida de que su rival nunca la sorprendió.

En su tránsito hacia la discusión del cetro, Idalys venció con solvencia a todas sus oponentes. De partida, le recetó un ippón a la rusa Ksenia Chibisova, y luego logró otro, pero por la vía de la inmovilización, frente a la sudcoreana Minjeong Kim, a quien le había marcado yuko y wazari. Ya en semifinales, tampoco pudo la japonesa Kanae Yamabe detener el empuje de la cubana, airosa después de marcarle un yuko.

Alejada totalmente del pesimismo, Idalys se mostró contrariada con el desenlace, aunque algunos digan que la procesión se lleva por dentro. «Nadie como yo sabe cuanto he sacrificado mi cuerpo y mi salud para alcanzar este resultado. Quería ganar por mis compañeras de equipo y por mis entrenadores, pues andaban algo tristes porque no se había podido conquistar una medalla. Realmente tenía algo de presión en la competencia, porque nunca mi división se había ido en blanco en Juegos Olímpicos y no quería que sucediera ahora. Mi idea era esa y creo que no defraudé», sentenció.

Y claro que no lo hizo. Idalis puso a Cuba en la órbita del medallero por naciones, algo que también estuvo a punto de hacer Alex García en la división de +100 kilogramos, pero cedió en la disputa del bronce ante el israelí Or Sasson, después de recibir dos penalizaciones.

No obstante, el muchacho dejó muy buena impresión en todas sus presentaciones, con éxitos en su debut ante el tayiko Mukhamadmurod Abdurakhmonov por ippón, luego por wazari frente al húngaro Barna Borb, antes de ceder frente al nipón Hisayoshi Harawa —segundo del ránking mundial y a la postre subcampeón—, frente al que le fueron señalados cuatro shidos y la consiguiente descalificación.

Después de eso, cubrió con acierto su primer trámite en la repesca con un ippón sobre Iuriiun Krakovetskii, de Kirguizistán, para asegurar sus opciones de llegar al podio.

La jornada de cierre para el judo fue perfecta para Francia, pues además de la corona de Andeliol, sucedió lo que todo el mundo esperaba: Teddy Riner, el judoca más exitoso de los últimos tiempos —para no decir el mejor—, sumó al título olímpico ganado hace cuatro años en Londres una nueva corona, y ya son tres sus medallas a este nivel contando el bronce que conquistó en Beijing 2008.

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