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Inédito

El pertiguista Thiago Braz da Silva, brilló en esta modalidad

Autor:

Raiko Martín

RÍO DE JANEIRO.— La afición local anda con la autoestima por las nubes con los tres títulos conquistados, momentos suficientes para encabezar a las naciones latinoamericanas en el medallero olímpico. Pero uno de ellos tiene a medio país revuelto, a tal punto que solo falta que alguien se anime a componer una bossa nova épica, basada en la sorprendente actuación del pertiguista Thiago Braz da Silva, el demoledor de todos los pronósticos.

Nunca antes un brasileño había brillado en esta modalidad, dominada desde hace mucho por los europeos. Hasta aquí llegó siendo un desconocido y cuando al filo de la medianoche del pasado lunes superó la varilla colocada a 6,03 metros —altura nunca antes rebasada en estas lides—, pasó a convertirse en un ídolo nacional. Cosas del deporte, que cambia vidas en apenas centésimas de segundo.

Pero si bien los anfitriones deliraron con ese resultado, también les tocó sufrir por estos días algunas decepciones, más dilatadas y dolorosas, cuando se torcieron los caminos triunfales de las selecciones femeninas de fútbol y voleibol.

La tropa de Marta y compañía murió como mató, a penales y frente a unas suecas que resistieron estoicamente todas las embestidas. Ahora, las esperanzas de este país tan, pero tan futbolero, están depositadas en el elenco masculino que encabeza el mediático Neymar Jr., cuya misión es conquistar por vez primera el único trofeo que falta en la sede de la Confederación Brasileña.

Sin embargo, lo de las voleibolistas clasifica como el varapalo del momento, porque estas chicas tenían a tiro la posibilidad de conquistar su tercer cetro consecutivo. Pero en su camino se cruzaron unas iluminadas chinas, quienes luego de cinco extenuantes sets dejaron intacto el exclusivo privilegio que seguirán disfrutando las Espectaculares Morenas del Caribe, reinas desde Barcelona hasta Atenas sin fallar. Las asiáticas, de ganar ahora, también llegarían a tres cetros conseguidos, pero no de forma sucesiva.

De cierta forma, estos Juegos Olímpicos también serán recordados por sus sucesos inéditos, aunque tales hechos son, unas veces más y otras menos, distintivos de estas lides.

Por ejemplo, antes de que el británico Andy Murray repitiera aquí el triunfo logrado hace cuatro años en Londres, ningún tenista había defendido con acierto su reinado. Algo similar sucedió en la noche del martes en el estadio Joao Havelange —y, por cierto, el ex mandatario del fútbol mundial falleció ese mismo día a la edad de cien años—, cuando ningún corredor estadounidense logró incluirse en el podio olímpico de los 110 metros con vallas.

Nos recordaba el amigo Eddy Luis Nápoles, un amante de los detalles del campo y pista, que algo así no había sucedido desde que comenzaron las ediciones olímpicas de la Era Moderna —y eso se traduce en 120 años—, pues antes los norteños habían acaparado 19 títulos, 20 medallas de plata y 18 preseas de bronce. Como dirían mis mayores: para todo siempre hay una primera vez…

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