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A patadas… coletazos

Fueron ahora los yumurinos los que atacaron con fiereza al staff local, comenzando por su líder, el diestro Lázaro Blanco, envuelto en una noche de altibajos

Autor:

Raiko Martín

El pulso entre Alazanes y Cocodrilos, empatado ahora a dos triunfos por bando, gira como una ruleta. Si al juego de este martes llegaron los matanceros bajo presión, después de su desenlace son los granmenses quienes necesitan con más apremio hacer la cruz antes de despedirse hoy de sus fieles parciales, que le vieron capitular castigo mediante.

Fueron ahora los yumurinos los que atacaron con fiereza al staff local, comenzando por su líder, el diestro Lázaro Blanco, envuelto en una noche de altibajos. Del dominador en aquel desafío inicial solo se vieron atisbos, sobre todo después de tomar un respiro tras el asedio a sus primeros disparos al home.

Dos sencillos y un pelotazo, con out intercalado, le llenaron las bases, y tras el ponche a Yurisbel Gracial que parecía salvador, cañonazos sucesivos del refuerzo capitalino Juan Carlos Torriente y Jefferson Delgado subieron tres carreras al pizarrón y silenciaron por unos minutos el entusiasta graderío del Mártires de Barbados.

Desde la otra trinchera, el «importado» santiaguero Danny Betancourt estuvo a punto de completar el primer tercio, pero un despiste del timonel Víctor Mesa —perdió la cuenta de las visitas al box— forzó su retirada. Con ventaja de dos, bases llenas y Guillermo Avilés en el cajón, el mejor antídoto para el trance fue el zurdo Ramón Licour.

Otro que no se presentó como en su primera actuación fue su relevista, el diestro pinareño Frank Luis Medina, a quien castigaron en el quinto episodio antes de que un error de Jefferson en la antesala, frente a un metrallazo de Yunior Paumier, equilibrara el marcador.

Poco duró la algarabía, pues mientras el también vueltabajero Liván Moinelo se estrenaba en la postemporada con una soberbia faena (sacó una docena de outs consecutivos y la mitad fueron ponches), el desgaste atentaba contra la magia del  abridor local. Cuestionable en ese séptimo capítulo el boleto intencional a Yordanis Samón para lanzarle al ultraoportuno William Saavedra —así sucede cuando las coberturas de los slugger es de ensueño—, estrategia que malogró el inicialista pinareño con el cañonazo que desató la rebelión. César García, y luego Leorisbel Sánchez, fracasaron en la misión de apagar los fuegos, y para cuando cayó el tercer out del inning ya la historia estaba escrita y archivada.

Así, de una noche a otra, los Cocodrilos no solo evitaron mirar hacia el fondo del abismo, sino que pueden poner contra las cuerdas a sus rivales. Además de la ventaja en el match, un triunfo los colocaría a una mordida de otra final de campeonato.

Con la aparición del derecho Jonder Martínez para sacar el último out y el anuncio de Frank Montieth, el impredecible alto mando matancero despejó las dudas sobre su «apuesta» para el crucial desafío. Carlos Martí, si se apega a la lógica de su rotación, debería encomendar la suerte de los suyos al refuerzo tunero Yoelkis Cruz, y accionar los resortes para gestionar, a nivel sicológico, el reciente tropiezo.

Mientras, en la tierra de la piña se reanudará la contienda por el otro boleto finalista, con los Tigres de la casa a un triunfo de desdibujar el sueño de los villaclareños.

Para los amantes de las grandes emociones, mejor imposible.

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