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Pan hoy y cake mañana

Por estos días dos equipos cubanos juegan con par de clubes de la liga veraniega de México, y mientras estos utilizan la serie para prepararse de cara a sus próximos torneos, los nuestros lo que buscan —eso dicen— es ganar en términos estrictamente competitivos, dejando escapar una oportunidad excepcional para «imitar» a sus rivales

 

Autor:

Norland Rosendo

Hay éxitos y éxitos. Los hay que pasan sin saber que pasaron y los hay que duelen, que aunque pasen muchos años, siguen ahí, hincando en la memoria, en el orgullo de la afición. Y otras veces, perdiendo se gana.

Por estos días dos equipos cubanos juegan con par de clubes de la liga veraniega de México, y mientras estos utilizan la serie para prepararse de cara a sus próximos torneos, los nuestros lo que buscan —eso dicen— es ganar en términos estrictamente competitivos, dejando escapar una oportunidad excepcional para «imitar» a sus rivales.

Pasadas unas semanas nadie recordará al campeón de esta cuadrangular; como probablemente pocos respondan en cuestión de segundos cuántos triunfos seguidos ha eslabonado Cuba en topes frente a Nicaragua. Pero si usted pregunta, desde cuándo no se gana una medalla de oro en una justa internacional, quizá no le dé tiempo a terminar la interrogante: desde la Serie del Caribe de 2015, le dirán a coro.

Razones existen para explicar las derrotas, y de eso hemos escrito y seguiremos haciéndolo, pero hay una que resulta estratégica, de esencia: cuando se topa, lo importante es el aprendizaje, ensayar la mayoría de las jugadas posibles, darle oportunidad a todos. Ese es el verdadero éxito de este tipo de partidos. El otro, el del que hace más carreras, debería importar menos.

El dichoso «championismo» que tenemos inoculado en la sangre deportiva: no debemos perder nunca, y en definitiva, después, cuando hay que vencer de verdad, entonces nos pasan la cuenta tantas flaquezas: deficiencias para tocar bien la bola, o para empujar la bola para la banda contraria, impaciencia en el home, la ausencia o el incumplimiento del plan táctico en el cajón de bateo… Y de los pitchers, ni hablar.

Por lo visto hasta ahora, los dos clubes mexicanos tienen muy claro a qué vinieron a Cuba: a entrenar para ganar después. Los dos elencos de casa también tienen clara su misión: ganar, aunque después…

Ojalá que en los partidos restantes se vean más los rostros jóvenes, y la mente sea ejercitada tanto o más que los músculos. A fin de cuentas, estos éxitos no son los que cuentan. Ensayemos hoy cómo jugar el mejor béisbol posible mañana.

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