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Marcas registradas

El pase de Suecia ante Suiza y de e Inglaterra ante Colombia pronostica unos cuartos de finales muy interesantes

Autor:

Enio Echezábal Acosta

Un Mundial es, fútbol aparte, una guerra de marcas. Lo anuncian las camisetas y su constante reinvención, también los botines de distintos colores, las cambiantes vallas publicitarias y los propios hinchas, que funcionan como legitimadores de toda esta propaganda. Parafraseando a Eduardo Galeano, al final de todo el campeonato no se lo llevan solo los jugadores, sino la firma que los viste y calza. Siguiendo esa misma línea de pensamiento, podríamos decir que Adidas ha levantado la copa más veces que Brasil.

Claro que la cuestión de las marcas no necesariamente se remite a esos elementos estético-funcionales que influyen en el desempeño de los atletas. Otras veces tiene más que ver con ese sello que define la forma del juego.

En el claro atardecer de la ciudad de San Petersburgo, chocaron Suecia y Suiza, dos grupos que más allá del parecido del nombre de sus países, demostraron sobre el césped del Krestovski muchísimas diferencias en su concepción.

Los suecos son como uno de esos muebles Ikea, prácticos y sencillos a la hora de armarse. Conformes con su identidad, buscan apegarse a un esquema pensado con la misma finalidad que los diseños de la famosa empresa: casi exclusivamente para interiores. Al final se combinan en esa idea futbolística el pragmatismo intrínseco del juego por el medio y la irresoluble ausencia de exteriores lo suficientemente eficaces.

Por su parte, los suizos se parecen más a un Patek Philippe. Como cualquier pieza excelsa de relojería, su modo de afrontar el partido tiende a basarse en una mezcla de sigilo y contundencia. El secreto de su mecanismo yace en la capacidad de funcionar en silencio, pero con una constancia y determinación admirables. 

Como es de esperarse, el enfrentamiento entre tales filosofías no genera demasiada emoción en los asistentes al estadio. El exceso de mediocampismo y la solidez defensiva son protagonistas de un partido que a ratos resulta aburrido.

Ya en el segundo tiempo las cosas se agitan. En estos momentos es cuando la premura echa por tierra cualquier táctica, y de ahí vienen las mejores ocasiones. Al 66’, Emil Forsberg recibe de Ola Toivonen un balón raso desde la derecha, deja pasar a su marcador Granit Xhaka y dispara. La suerte está de su lado, pues lo que hubiera sido un tiro frontal, se convierte en un balón inatrapable para el arquero Yann Sommer luego de tocar la pierna del defensa Manuel Akanji.

A partir de ahí los helvéticos hicieron de todo, pero una zaga que permitió solo nueve goles en la eliminatoria mundialista se creyó lo de la marca registrada, y supo bien cómo cerrar el partido.

El té vence al café

A última hora se enfrentaron en el moscovita estadio Otkrytie otras dos selecciones contrastantes, pero igual de intensas y llenas de magia. Colombia e Inglaterra fueron rivales en lo que para muchos representaba un choque demasiado anticipado para los octavos de final.

Ante la ausencia de James Rodríguez, quien a causa de una lesión del sóleo no estuvo ni en el banquillo, los hombres de José Néstor Pékerman encomendaron el trabajo creativo a otro «fantasista». Juan Fernando Quintero, poseedor de otra zurda muy adiestrada, asumiría junto a Juan Guillermo cuadrado el control ofensivo.

Los muchachos del té a las cinco de la tarde optaron por asociarse bajo la égida de Dele Alli, mientras buscaron ampliar la cancha en todo momento con la explosividad de Raheem Sterling, Kieran Trippier, Ashley Young y Jesse Lingard, mientras Harry Kane se «ganaba el pan» dentro del área colombiana.

Tras una primera mitad sin demasiadas ocasiones, pero con tensión de sobra como para resultar muy atractiva, en el segundo tiempo el encanto comenzó a perderse en la medida en que el gol tardaba un poco en llegar.

Al 57’ el colegiado notó un polémico contacto de Carlos Sánchez con Kane dentro de área cafetera y decidió decretar la falta. El delantero del Tottenham la pidió y anotó desde el punto de castigo su sexto gol de la Copa.

En lo adelante, frustrados por la desventaja, los colombianos se dedicaron más a la lucha y la brusquedad que a seguir buscando con claridad el encuentro. Bastaron unas cuantas tarjetas amarillas para que se diera cuenta de que la cosa iba más de cerebro que de corazón.

Ya en el descuento, Mateus Uribe recogió un rebote, y solo la salvada de Jordan Pickford evitó que la clavara en la escuadra. No obstante, acto seguido, e igual que hiciera ante Polonia y Senegal, Yerry Mina se puso la capa y la máscara, y con un cabezazo mandó el partido a tiempo extra.

En la media hora que sobrevino las dos partes buscaron la puerta rival todo el tiempo, tratando de definir las cosas y evitar los penaltis. Incluso así, no pudieron evitarlo, y tocó decidir en la tanda de castigo.

Con el marcador 3-2 a favor de los de la Conmebol, tras las anotaciones de Falcao, Cuadrado y Muriel por un lado, y de Kane y Rashford por el otro, fueron claves los consecutivos fallos de Jordan Henderson y Mateus Uribe, aunque este último costó más. Luego Trippier haría el suyo, y tras errarlo Bacca, Eric Dier cerró el encuentro con un remate certero. Inglaterra estaba entre los ocho mejores.

Resultados del 3 de julio: Suecia 1-0 Suiza (Forsberg 66’); Colombia 1-1 (3-4 en penales) Inglaterra (Kane 57’P/Mina 90+3’).

Cruces de cuartos de final: Viernes: Uruguay-Francia y Brasil-Bélgica; Sábado: Suecia-Inglaterra y Rusia-Croacia.

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