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¿Ahogados en el canal?

Es hora de transformar nuestro sistema competitivo nacional para que algún torneo de la temporada se parezca más a las ligas invernales.

Autor:

Norland Rosendo

CIUDAD DE PANAMÁ.— Tres juegos son nada y son mucho. Se pudieron ganar los tres y, sin embargo, dos, los más ajustados, fueron a la cuenta del contrario. Este béisbol no se puede leer como la Serie Nacional. Está escrito con otros códigos, entendibles, pero que requieren de ajustes y, sobre todo, de práctica.

Desde que Cuba regresó en 2014 a estos eventos está tratando de aprender, y si no es la ronda inicial, sucede en la semifinal, pero en alguno de esos momentos saca malas notas. Cuando Vegueros de Pinar del Río fue campeón, entró al cruce de último (con 1-3) y en las ediciones de 2017 y 2018, los Alazanes pasaron de primeros y cayeron en el duelo de «vida o muerte».

Hasta ahora el combinado insular no ha sido diferente. Lo hemos dicho otras veces, el béisbol ha evolucionado mucho, y en Cuba siguen jugando el mismo del siglo pasado. O, al menos, uno muy parecido: Haz swing, que salga el palo para cualquier banda y corre. Allá funciona, acá no.

Con una escuadra limitada en cuanto al arsenal táctico para embasarse, que depende sobremanera de su cuarto bate para producir carreras, sin tantos atletas versátiles, que sean capaces de jugar bien varias posiciones, no se pueden cometer pifias de las que no van a los libros, porque no se gana. O dependes de las pifias del adversario, que son pocas.

Alguien podrá alegar que el estadio Rod Carew es uno de día y otro de noche, y que a los cubanos les tocó salir al terreno cuando menos bota la pelota. Es cierto, pero tampoco han sido muchas las conexiones fuertes a lo profundo del campo. La mayoría sigue siendo por el cuadro.

Pablo Civil les dijo el jueves antes del juego a sus muchachos que salieran a divertirse, como los demás equipos, que disfrutan cada lance, pero no le han hecho caso; se han visto muy serios, compungidos, y esto, se sabe, es un juego, no más, ni en el resultado le va la vida a alguien.

Tiene este sábado una buena oportunidad para hacer cambios en la alineación, arriesgarse en posiciones que desde la confección del equipo se veían flojas, sentar a los que no han rendido y exhibir otro rostro.

Una mirada parcial a los números refleja una contradicción: lo que mejor luce en Cuba no lo hace aquí y viceversa.

Es hora de transformar nuestro sistema competitivo nacional para que algún torneo de la temporada se parezca más a las ligas invernales.

Lo dijo Pablo Civil el jueves: «Este es un béisbol de gran calidad, estudian mucho a los contrarios y trabajan en sus partes débiles, atacan las vulnerabilidades.

«Los cubanos deben seguir jugando a este nivel para que se adapten, porque dominan los fundamentos básicos, pero la Serie Nacional no les exige actuar con la misma intensidad en todos los partidos.

«Ganamos el primer juego por dos carreras y perdimos los siguientes por una. Eso quiere decir que son rivales asequibles, pero hay que trabajar fuerte».

Esas palabras me suenan. No es primera vez que las escucho.

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