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El relevo está garantizado hasta 2028

Julio Mendieta, director técnico de la selección nacional de lucha libre, conversó con JR acerca del presente y futuro de esa modalidad en la Isla

Autor:

Enio Echezábal Acosta

Tras el leve descenso sucedido hace algunas temporadas, la lucha libre ha vuelto a tener el lugar que siempre mereció. Los puestos cuarto y quinto, obtenidos por ese orden en las dos últimas citas del orbe, han sido en buena medida la consecuencia de un trabajo muy serio y sistemático.

Al frente de los últimos resultados se encuentra el profesor Julio Mendieta, a quien años de experiencia como entrenador lo han llevado a conocer como pocos el arte de enseñar, a la par de la exigencia competitiva.

En 2019, año previo a la esperada cita bajo los cinco aros, hay metas inmediatas que completar rumbo al evento más cercano y relevante para el panorama deportivo cubano: los Juegos Panamericanos de Lima.

—Con la cita regional cerca, ¿qué diagnóstico puede hacerse de momento?

—Teniendo en cuenta que los Panamericanos son el evento más importante del año, preparamos a los muchachos para enfrentar el reto y conseguir allí al menos dos medallas de oro. Sabemos que en el área tenemos en Estados Unidos a nuestros principales rivales, aunque no olvidamos a Canadá, Venezuela y Puerto Rico, tres países también con atletas de nivel.

«En este momento se trabaja para limar detalles del orden técnico-táctico, enfocados básicamente en las fortalezas y debilidades de los integrantes del conjunto que viajará a Buenos Aires, Argentina, para competir en el Panamericano de la disciplina».

—¿Cómo piensan asumir el Panamericano del deporte?

—A ese evento hemos decidido ir con un sexteto integrado por una mezcla de figuras establecidas o deportistas en ascenso. El hecho de que clasifique la división y no el hombre, nos permite darle fogueo a muchachos que necesitan empezar a competir internacionalmente. Así, cuando les llegue la oportunidad de convertirse en nuestros principales representantes, ya tendrán un recorrido hecho. Tenemos la mira en los juegos de Tokio, pero también pensamos poco a poco en París 2024.

Entre los representantes que irán a la capital rioplatense se encuentran los establecidos Reineri Andreu (57 kg), Reineris Salas (97 kg) y Oscar Pino (125 kg), a quienes se unirán los noveles Cristian Solenzal (65 kg), Jorge Despaigne (74 kg) y Lázaro Hernández (86 kg).

—¿Qué tal le ha parecido la incorporación de Oscar Pino al estilo libre?

—Ya sabíamos que Pino, doble bronce mundial, es un atleta que en el estilo clásico está entre los tres mejores del mundo en los 130 kilogramos, incluso cuando un grande como Mijaín López sigue siendo la figura de su división. Por eso fue que decidimos darle la oportunidad, y la verdad es que resultó ser un gran acierto.

«Pensamos que en lo adelante nos siga aportando mucho, tal como hizo en la Copa del Mundo. A ese torneo tan fuerte lo llevamos para probar su desempeño, y él respondió: ganó tres combates y tuvo un solo revés. Definitivamente nos dejó una muy buena impresión».

—¿Cuál ha sido el secreto detrás de los recientes éxitos de los libristas?

—Realmente hemos hecho un trabajo diferente, enfocados en la búsqueda constante de alternativas ante el hecho de que nuestros atletas no puedan ir a todos los eventos que quisiéramos.

«La clave ha estado en buscar soluciones en casa para no perder el ritmo: hacemos bases de entrenamiento en diferentes provincias, así como topes de control para chequear a los muchachos. No obstante, la verdadera forma se obtiene en competencias de primer nivel, la mayoría de las cuales se hacen en Europa.

«Al final el resultado siempre es multifactorial, pero fundamentalmente el secreto está en la disciplina, la constancia y la entrega, tanto de los atletas como del cuerpo técnico, quienes cada día se levantan con la idea de seguir llevando adelante este deporte».

—¿Cómo se entiende que los libristas cubanos sigan tan cerca de la cima?

—La participación en las dos últimas Copas del Mundo por equipos ha sido una muestra de la calidad de la lucha que se practica en Cuba. Para ir allí hay que estar entre los ocho mejores en el medallero del Mundial, y eso lo hemos logrado en 2017 y 2018 por encima de todas las dificultades que sabemos que existen.

«Hay que ver cómo los luchadores y entrenadores de otros países se sorprenden cuando obtenemos medallas mundiales y olímpicas. Ellos saben bien que nos falta topar más, y que incluso así, vamos y les ganamos a atletas de élite, que para colmo tienen muchas más oportunidades de viajar y competir que nosotros».

—¿Cómo ve el futuro de la lucha libre a mediano y largo plazos?

—Sin temor a equivocarme, te digo que la lucha cubana en general tiene un potencial enorme, gracias a la buena reserva que hemos logrado formar. De momento al equipo de la libre siguen entrando integrantes jóvenes, quienes paso a paso irán asumiendo responsabilidades de cara a los ciclos que se avecinan. Puedo decir que para las Olimpiadas de 2024, y hasta las de 2028, tenemos garantizado el relevo generacional.

«Lo que nos queda es seguir trabajando para que los muchachos participen en eventos de categorías juveniles y sub-23, y así conozcan y se adapten a aquellos luchadores que el día de mañana serán sus rivales en las grandes competencias».

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