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Luis Enrique Zayas: «Hay que ser ambicioso en esta vida»

Un salto de 2.30 metros le dio un oro que no estaba en los pronósticos

Autor:

Javier Rodríguez Perera

Lima.-Con la misma mirada pueril de cuando festejó su título mundial juvenil en Polonia hace tres años, se mantiene el saltador de altura Luis Enrique Zayas. El santiaguero ha vuelto a ser campeón, solo que esta vez, convencidísimo estoy, que su corona en estos Juegos Panamericanos implica el rendimiento más espectacular y grande de una carrera deportiva, que si bien tomó una siesta un tanto prolongada, ahora ha despertado y promete un insomnio muy difícil de tratar.

¿Por dónde empiezo? Ni sé. Hay tanto que decir de lo que hizo Luis a partir de las 4 y 50 de la tarde de este viernes, que me desoriento. La verdad es que, objetivamente hablando, su cetro significa, por mucho, eso sí, la mayor sorpresa de carácter positivo para nuestro país en cualquiera de los deportes en la cita continental actual. Si alguien pide un basamento, pues que entienda que el indómito hasta casi el último momento no acudiría a estos Juegos.

¿La marca ganadora? Es que decir que llegó hasta los 2.30 metros tal vez no le diga mucho a varios. Sin embargo, el registro que convirtió al antillano en titular panamericano constituye récord personal y además, mandó al suelo su mejor registro, de 2.27 metros, existente desde su cetro universal sub 20 en 2016. Tres años después, la superó en tres centímetros y los conocedores del atletismo saben que en salto de altura romper una marca con ese margen es muy complicado.

¿Existió otro factor favorable para que Zayas lograra lo que logró? Pues sí y uno muy grande, diría yo que el mejor factor que él podía tener esta tarde noche en el estadio del Videna. Desde las gradas, elegantemente vestido, Javier Sotomayor, el único campeón mundial vigente del atletismo cubano, lo asesoró en cada intento.

El Soto dijo que se siente motivado cada vez que apoya a cualquier atleta, pero cuando se trata de un saltador de altura cubano la motivación aumenta. A Luisitín, como le llaman a Zayas, lo orientó en su carrera de impulso y técnicamente le aconsejó que no se fuera muy adentro. Agregó el matancero que este título es fenomenal, porque la presencia del campeón aquí no estaba prevista y entró a última hora por un repechaje.

Por su parte, en la zona mixta, aún consternado por la victoria, Luis Enrique dijo que la competencia estuvo tensa y que siempre confió en él, en el Soto, quien le aportó una seguridad grande con cada valioso consejo dado. «Estaba contento con el 2.28 metros, ya había roto mi récord personal, pero hay que ser ambicioso en esta vida y me concentré en vencer el 2.30 metros», aseguró.

Sin embargo, el santiaguero reconoció que meses atrás su carrera deportiva no estaba en suelo firme. «Hace tres o cuatro meses mi forma deportiva estaba muy mal, mi entrenador se había ido para otro país, y comencé con otro preparador, Juan Francisco Centelles, un sistema de entrenamiento nuevo. Al principio fue incómodo, pero paulatinamente me acoplé a su disciplina.

«Yo no venía a Lima, hasta que me confirmaron que competiría aquí. Me dije que tenía que aprovechar al tope la oportunidad dada y eso hice y ahora estoy con mi 2.30 metros muy contento. Sé que este resultado significa un soplo de aire fresco para el salto alto cubano, estoy comprometido», aseguró el cubano, quien dejó en el segundo puesto al canadiense Robert Mason (2.28 metros) y en bronce al mexicano Roberto Vilches (.2.26 metros).

Yulimar insuperable, Povea de bronce

Nada más verla competir en el salto largo, se sabía que algo no marchaba bien con Caterine Ibarguen. Luego, su entrenador, el santiaguero Ubaldo Duany, anunciaba el retiro de la competencia de la colombiana, después de un quinto puesto muy fuera de planes. ¿La causa? Una fascitisplantar que le impidió estar en la final del triple salto y así los Juegos Panamericanos disfrutaron a medias de una de sus principales estrellas. Pero el pesar no queda ahí.

El retiro de Caterine implicó también que el triple femenino, para muchos, justificadamente, el plato fuerte del atletismo en Lima y quizás hasta de la cita multideportiva, perdiera una gran dosis de espectacularidad. Muchísimos se frotaban las manos con el hipotético duelo entre Ibarguen y Yulimar Rojas, la ascendente estrella mediática venezolana que entrena con una leyenda como el habanero Iván Pedroso.

Pero, aun con esa ausencia notoria, el triple para damas seguía siendoun show. Además de Rojas, estaban la cubana Liadagmis Povea y las jamaicanas Shanieka Ricketts y Kimberly Williams, las otras tres saltadoras más estables de la vigente temporada, por encima de tradicionales figuras europeas medallistas mundiales.

Yulimar, puro espectáculo, incluso calentando, hizo honor, con extrema comodidad, del favoritismo que ella misma confesó dos horas más tarde de concluida la prueba. Su tercer intento fue lapidario para todas sus rivales y alerto que de haber competido Ibarguen, en un buen aprieto iba a estar para rebasar los 15.11 metros de la morocha, que pulverizó en 19 centímetros el récord de los Juegos, perteneciente a su archirrival colombiana.

Con el oro seguro en el cuello de la discípula de Pedroso —que demostró convincentemente que le pone gran interés a todas sus competencias—, bien interesante se auguraba la porfía por el segundo puesto, entre las dos jamaicanas y Povea, principalmente. La pinareña enseñaba las mejores cartas para ocupar ese escaño, pero Shanieka se antojó de dar este viernes el mejor registro de su vida.

Con marca de 14.77 metros, Ricketts superó por un centímetro su cota personal y, coincidentemente, ahora su nuevo registro es el mismo que posee la vueltabajera como el mejor de su vida. Así son las cosas. Liadagmis, envuelta en su mejor año, terminó con bronce, tras llegar hasta los 14.60 metros en la segunda oportunidad.

«A pesar del frío me sentí bien. Quería realizar mejores marcas, o sea, mejorar mi 14.77 metros, pero no pude y me tengo que conformar con mi 14.60 metros. Vine a mejorar mis actuaciones y no a competir contra Yuli o Caterine, que tienen un nivel muy alto. Quiero dedicarle este desempeño a mis entrenadores Yoelbis Quesada y Mabel Gay y ahora me queda prepararme para la recta final de la Liga de Diamante y el Campeonato Mundial de Doha, casi 30 días después», declaró Povea.

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