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Sentimos orgullo por poner en alto a Cuba en Panamericanos Lima 2019

Agradecemos el constante y total apoyo recibido por nuestra delegación, que estuvo permanentemente en el centro de la atención de la máxima dirección del país y otros muchos que nos inspiraron y pusieron su experiencia a nuestra disposición, subrayó el presidente del Inder, Osvaldo Vento

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Tomado de Jit

Lima, agosto 12.— El presidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), Osvaldo Vento Montiller, consideró que la delegación cubana asistente a los XVIII Juegos Panamericanos luchó con fuerza por el objetivo trazado y fue capaz de poner en alto el nombre de la Patria.

Las consideraciones del también jefe de misión fueron emitidas a la prensa de la Isla a través de un comunicado, poco antes de iniciarse la ceremonia de clausura del magno evento deportivo, este domingo.

Por su importancia y pertinencia, en este texto reproducimos la comunicación íntegramente: Declaraciones del jefe de la delegación cubana asistente a Lima 2019.

Agradecemos el constante y total apoyo recibido por nuestra delegación, que estuvo permanentemente en el centro de la atención de la máxima dirección del país y otros muchos que nos inspiraron y pusieron su experiencia a nuestra disposición.

Los mensajes emitidos por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Esteban Lazo Hernández; el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, y otros dirigentes, y los diálogos sostenidos con algunos de ellos y la miembro del Secretariado del Comité Central del Partido; Olga Lidia Tapia Iglesias, resultaron motivaciones y herramientas para el trabajo diario.

Cuba inscribió a 420 atletas en 33 deportes y concursó en 267 de las 419 pruebas convocadas, lo que implicó dejar de hacerlo en 152, incluidas no pocas ajenas al programa olímpico, sin las cuales el ordenamiento general no habría sido el mismo.

Nuestro medallero, que como se sabe cerró en 33-27-38, emergió de 20 deportes, nueve de los cuales aportaron los oros. Hablamos de boxeo (8), atletismo (5), lucha (5), judo (5), tiro (4), canotaje (2), remo (2), ciclismo (1) y esgrima (1).

De esos, cinco hicieron contribuciones de títulos superiores a las planteadas por sus directivos: tiro (2 más), boxeo (1), atletismo (1), judo (1) y esgrima (1). Cuatro de los deportes comprometidos con medallas de oro no lograron su propósito por razones diversas.

En ese sentido adquirió peso numéricamente importante el taekwondo, que consideró posible acceder a tres, y tuvo especial connotación el pobre desempeño del béisbol, muy lejos de lo previsto de acuerdo con la preparación realizada.

Los otros que no concretaron su declarada aspiración de oro fueron gimnasia artística y pelota vasca. En el caso de la lucha, sus cinco títulos le dejaron con dos menos que los identificados como alcanzables.

Los datos anteriores grafican cómo se comportó el balance propósitos-realidad competitiva, resumido en una cifra de títulos (reiteramos que 33) por debajo de los 36 conseguidos en Toronto 2015, aunque ahora fueron 98 las preseas totales, una más que entonces.

Ese saldo determinó igualmente que descendiéramos del cuarto al quinto lugar por países. Aunque fue imposible igualar o mejorar uno o ambos parámetros, insistimos en que no se trató de un propósito triunfalista, pues llegamos aquí con el número de atletas capacitados para validarlo, incluidos medallistas en certámenes de primer nivel que ahora no respondieron a su altura, y otros no favoritos identificados como reservas capaces de crecerse, tal como sucedió.

Todos los análisis arrojaron, y así lo informamos de manera reiterada, que la delegación requería al máximo de sus exponentes más encumbrados, para que cualquier aporte extra se sumara al de estos, y no pasara a suplir déficits causados por vaticinios incumplidos, como terminó por acontecer en algunos casos.

Consideramos tan justo como necesario enfatizar en que ningún propósito inalcanzado tuvo como causa dar la espalda al compromiso contraído. Ante el nivel imperante, calificado como el mayor en la historia de estos encuentros a partir de la presencia de más de cien medallistas olímpicos y el hecho de que 21 deportes otorgaran plazas para Tokio, primaron la disciplina, el espíritu de victoria y el sentido de equipo.

Fidel, Raúl, una Cuba que resiste y se empeña en crecer, y el deseo de hacer felices a los millones de compatriotas que se precian de sus atletas, fueron armas de alto valor en las situaciones más tensas, incluidas las que obligaron a sobreponerse a lesiones o desenlaces marcados por cuestionadas decisiones arbitrales.

Siempre insistimos en que enfrentaríamos un certamen de muchas exigencias, caracterizado por el alza de países económicamente más sólidos, lo que se traduce en abundancia de implementos, infraestructura, tecnología, instalaciones y fogueo necesario, recursos para nacionalizar y/o contratar o comprar atletas y técnicos, y otras fortalezas a las que se suman poblaciones sustancialmente mayores que la nuestra.

La realidad apunta al afianzamiento de ese panorama hacia el futuro, porque el alto rendimiento es cada vez más demandante de grandes erogaciones, y es ese un reto de gran significado.

Sin dejar de trabajar al máximo, cada evento tendrá que enfocarse en apego a su alcance y nuestras posibilidades reales, para que toda llegada al podio sea disfrutada en su justo valor.

Cuba, ajena a prácticas como la inserción de atletas y entrenadores foráneos, compitió aquí con una delegación totalmente autóctona, fruto de un sistema deportivo al alcance de todos, sostenido como prioridad del Estado aún en medio de la incrementada agresión del Gobierno estadounidense, que impone limitaciones no sufridas por ningún otro país.

Todos, los atletas y entrenadores más que nadie, habríamos querido regresar a la Patria con un saldo superior, pero nos acompaña el convencimiento de que se luchó con fuerza por ese objetivo, y de ello dan fe la negativa a disfrutar de platas y bronces que desatarían celebración en cualquier otra delegación, así como lágrimas de vergüenza provocadas por el dolor de no alcanzar la meta propuesta.

Los análisis serán necesarios, porque jamás aceptaremos la complacencia, pero nada puede empañar las razones que nos asisten para sentirnos orgullosos de la pasión con que esta delegación se empeñó en poner en alto el nombre de Cuba y el digno pueblo al que representó.

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