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Sin temor a las caídas

El niño Yeinier Martínez alcanzó el único título holguinero en la última parada de la equitación nacional, celebrada en el centro ecuestre Rancho México

 

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Ni en vacaciones deja de verse a Yeinier Martínez por las instalaciones del centro ecuestre Rancho México, del municipio holguinero de Calixto García. Suspende la programación televisiva, las zambullidas en el río y los juegos de pelota: deja lo que sea por practicar equitación. Este niño, de diez años de edad, fue uno de los representantes que sacó la cara por los de casa durante una competencia nacional celebrada, recientemente, en predios de ese club hípico.

A lomo de Tornado, un pura sangre inglés, el muchacho alcanzó el primer puesto de la categoría Preinfantil, tras totalizar 21 puntos en tres días de una competición que contó con la participación de otros 17 infantes de diferentes provincias.

Los entrenadores ponderan su disciplina, llamativa para esa edad, la posición correcta que adopta sobre el corcel, y las condiciones físicas idóneas que posee. También destacan su inteligencia y la compenetración que ha logrado con Tornado, relación que en ese deporte tiene un gran peso.

JR visitó el centro hípico en donde entrena Yeinier, para conocer también algunos secretos del mejor del club ecuestre holguinero, surgido hace 37 años.

—¿Qué te motivó a empezar en equitación?

—El profe Manuel Luis me sugirió que empezara, cuando yo tenía ocho años. Pero todo fue un poco más adelante, porque me ingresaron por problemas urinarios. Luego el profe Franquito (Alfredo Hipólito) empezó a entrenarme, junto a Manuel.

—Y de ese deporte, ¿qué te atrajo más?

—Desde más pequeño me atraían las competencias ecuestres. Me llamaban mucho la atención los saltos de obstáculos. Mi papá era jinete y quise seguir sus pasos montándome en los caballos. No me perdía ni los entrenamientos. Otro ejercicio que me gustaba era el adiestramiento.

—¿Cómo es el día a día tuyo?

—Estudio en las mañanas y, al terminar al mediodía, me voy a las 2:00 pm para el Club Rancho México a prepararme. Esta última rutina la cumplo en parte hasta los sábados, solamente descanso los domingos. Termino siempre bañando al caballo.

—La de la semana pasada no fue tu primera justa nacional...

—Ya he estado en competencias en Camagüey y La Habana. Siempre antes de empezar a saltar me pongo nervioso, algo tenso, medio extraño, pero me voy animando a medida que transcurre la demostración. En Camagüey fui segundo, y en La Habana, cuarto, lo que me ayuda a estar entre los punteros del ranking cubano de mi categoría.

—Pero dicen que te creciste delante de las cámaras...

—El sábado vi que había televisión (estuvo un equipo de Tele Cristal) en la competencia nacional y me entró nerviosismo; sin embargo, respiré y seguí. Nunca había competido en Rancho México, frente a mi familia. En esa ocasión, me quedé impresionado con los caballos de raza holandesa de los clubes de La Habana y Artemisa, los cuales se distinguen por su alzada, elasticidad y fortaleza.

—¿Qué me comentas de Tornado?

—Tornado salta bien, es brioso. Si tú te tiras delante (variar el impulso del jinete) se te despista, pero es muy fuerte. A mi caballo, como te dije, lo baño, más también lo pastoreo y le limpio los cascos. Igualmente, le peino la crin. Ahora él solo se emplea en competencias, no ha dejado descendencia todavía.

—La equitación es práctica común en tu familia...

—Mi mamá me deja practicarla. A veces no quiere que compita, pero la convenzo y me autoriza a asistir a Rancho México. A ella le da miedo que me caiga del caballo.

«Mi hermano mayor, Yannier, también integra el equipo nuestro y tengo un primo, Lázaro Manuel Luis, que incluso ha participado en competencias internacionales en México y Ecuador. Otro hermano mío, menor que yo, llamado José, quiere sumarse a mi deporte. En el club me siento como en casa, vivo a un kilómetro y medio de aquí».

—¿No te atemorizan las caídas?

—No me he caído nunca del caballo, pero pronto me caeré, eso siempre sucede, es algo a lo que el jinete no puede temerle».

 

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