El 26 deviene una fecha ¡qué maravilla! en que se estampan momentos engrandecedores de nuestra historia, trances difíciles que hemos sabido sacudirnos y tirarlos para la tonga.
¿La democracia socialista cubana está acabada? Una pregunta como la anterior, en el día en que los cubanos estamos llamados a las urnas para elecciones generales, con las implicaciones políticas que de ello se derivan, puede resultar hasta «tendenciosa».
De todas sus historias, hay una que estremece demasiado: el joven recio y robusto se había convertido en una persona demacrada por convicción propia. Sí, Julio Antonio Mella Mc Partland había protagonizado una huelga de hambre que pudo costarle la vida porque duró 18 días: del 5 al 23 de diciembre de 1925.
Llegamos de todos lados: Asia, África, Europa, Latinoamérica: 60 voceros y voceras hablando sobre comunicación política, bloqueo digital, plataformas de comunicación, medios alternativos y el funcionamiento de las redes sociales.
Este domingo iremos a las urnas. No como quien va por hacer un cumplido, o por obligación. Iremos porque, ante todo, votar es un derecho. Un derecho que materializa un acto de gran relevancia para el contexto actual, pues cada cubano es parte de esa construcción colectiva en la que se convierte un país cuando se funda y levanta desde sus raíces.
Si en estos tiempos tan difíciles de inflación y escasez llegamos a cualquier cafetería y nos encontramos variedad de productos a precios módicos, puede asemejarse tal vez esa sensación a la de toparnos con un oasis en medio de la frustración del desierto, o sencillamente constituir un espejismo crudo y duro en toda su extensión. ¿Verdad?
Si eliminamos el actuar ¿insensato? de esos retranqueros que empañan y laceran nuestra sociedad, seguramente funcionaría muchísimo mejor. La explicación del porqué se cae de la mata. Siga y verá...
Los frotadores de la bola de cristal con respecto a los resultados de las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional en Cuba tienen una curiosa concurrencia con los que, desde ya, se frotan las manos con todo tipo de augurios o vaticinios.
A los nueve días del mes de julio de 1991, el Rector de la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba, expidió mi título de Licenciado en Periodismo. Inicié mi vida laboral ese propio año en el periódico Venceremos de Guantánamo. Un bombillo encendido era noticia; cuatro ruedas, excentricidad y una hamburguesa, la bendición. Era la crisis de los noventa, el llamado noblemente «período especial». Era mi estreno.
Me había prometido que no escribiría sobre La Paca. Es demasiado arriesgado intentar transmitir tu espíritu, las esencias y mezclas de tu alma. Hace apenas unas horas terminó un homenaje en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el mismo lugar donde tantas veces estuviste. Allí se sentía tu presencia. Tal vez debería mencionar los nombres de algunos de los que estaban, pero sé que nos viste.