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Bolsonaro, un presidente cada día más débil

Con el intento de destituir al ministro de Salud quiso dar una demostración de fuerza ante los militares, pero su poder queda más cuestionado

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Jair Bolsonaro le quiso pasar factura a su ministro de Salud por las críticas de este a la manera autosuficiente, populista (vocablo que tanto gusta a la derecha) y, sobre todo, la actitud nada científica con que el mandatario expone a Brasil frente a la COVID-19.

En otra muestra de que no escucha opiniones y mucho menos consejos, el Presidente intentó destituir al titular Luiz Henrique Mendietta. Pero este ha dicho que no se va, y terceros aducen que el mandatario habría «aceptado» que se quede, lo cual no expresa más que su debilidad política y, por ello, la imposibilidad de imponerse al ministro.

Lo problemático no era solo que la expulsión del titular aconteciera en pleno apogeo de la enfermedad y su avance sobre los brasileños, que han visto morir ya a 667 compatriotas por la pandemia —114 fallecieron solo del lunes al martes—, mientras los contagiados llegan a más de 17 300: un «estallido» de casos que había sido advertido por las autoridades sanitarias, cuando alertaron que el país estaba a punto de entrar en la fase epidemiológica y sufrir un impacto «descontrolado» de la epidemia.

Además, la incumplida decisión de Bolsonaro sigue catalizando la crisis política de la que habló JR hace unos días.

Los antecedentes muestran que la política nacional sigue hundiéndose en una tembladera. Hace dos días, trascendidos que no se oficializaron dijeron que los militares ya no escuchaban al Jefe de Estado, y que habrían nombrado al ministro jefe de la Casa Civil, general Walter Braga Netto, como presidente operativo.

La revelación la hizo el prestigioso periodista argentino Horacio Verbitsky y la «rebotaron» el portal Brasil 247 y otras publicaciones web, incluyendo al sitio militar Defensa.net.

De ser cierta, la medida estaría confirmando la revelada reunión secreta que sus altos mandos habrían sostenido unos días antes, para buscar remplazo al mandatario. Solo que no apostaron, como se comentaba, por el vicemandatario, el también general Hamilton Mourao: eso ya habría significado la democión de Bolsonaro sin juicio político; es decir, un golpe de Estado.

La salida de esta presunta sustitución para que Braga se ocupe de las cuestiones «operativas» resulta mucho más discreta y también más rápida. Y estaría demostrando la ruptura entre Bolsonaro y sus colegas del alto mando, que él mismo entronizó en importantes puestos, y ahora hacen uso de ese poder, además del que ya tienen, per sé, como cuerpo armado.

Según la versión online de Resumen Latinoamericano, Braga Netto tendría a su cargo la dirección del Gobierno y centraría toda la gestión del ejecutivo. Al menos, apunta, mientras dure la crisis.

…Seguramente por ello, el ministro de Salud puede decir que no se va. Y Bolsonaro tiene que aceptarlo.

Según publicó Defesa.net, la que los militares denominan «misión informal» encomendada a Braga fue resultado de un acuerdo principal entre ministros, jefes militares y «el propio Presidente de la República», aunque muchos opinen, abundó, que se trata de «una intervención o una junta militar que coordina el Gobierno».

Bolsonaro ha intentado otra demostración de fuerza… Pero el golpe retornó contra él.

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