Lejos estaban de imaginar los fundadores de la Unión de Jóvenes Comunistas, en aquel 1962 de amenazas nucleares, milicias y sueños de progreso, que casi 60 años más tarde el futuro de la organización y el socialismo cubano estaría relacionado con un mundo intangible y virtual llamado Internet.
Sin embargo, a la vuelta de unas pocas décadas, las tecnologías de la información y la comunicación han cambiado el panorama y, al otro lado de las pantallas, las redes sociales marcan el ritmo de un planeta cada vez más interconectado y desigual, donde las guerras se libran mayormente en nuevos escenarios y las mentiras causan tanto daño como las balas.
Por otro lado, si algo no cambió en más de medio siglo es la importancia de los argumentos, la razón, las ideas. Explicar y convencer sigue siendo la piedra angular de las revoluciones. En esa tarea interminable, las nuevas tecnologías ofrecen herramientas imprescindibles, como lo demuestra en Cuba el proceso de informatización de la sociedad.
Conscientes de esta lógica, es necesario repensar estrategias en el entorno digital y convertir la comunicación en tarea prioritaria de cada comité de base o estructura de dirección juvenil.
Claro, ya se han dado pasos en ese sentido, incluso algunos bien firmes, pero el (buen) uso de las redes sociales todavía no está generalizado entre los militantes. Es allí, en el grupo, la brigada, con los amigos o el comité de base, donde pueden darse las más grandes batallas por la continuidad del proyecto social cubano.
Basta con publicar las fotos de una donación de sangre, una siembra de árboles, una caminata, o la caldosa del 4 de abril, y en ellas irá implícito el mensaje de la Revolución.
Pero en cuatro fotografías no termina el asunto. Urge un diálogo crítico y transparente, en el que se analice la realidad del país, por difícil que sea, para frenar así el surgimiento de rumores, tergiversaciones y noticias falsas. Para ello, Facebook es sumamente necesario. Al ser una de las redes sociales más utilizadas por los cubanos, constituye la vía perfecta para la propagación de fakenews, pero también la mejor forma de desmentirlas.
Twitter, por otro lado, aunque ni de lejos goza de la popularidad de Facebook en el país, tampoco representa un espacio despreciable. Debemos usarlo constantemente para generar información útil y veraz, no solo para compartir las publicaciones de otros o participar en los tuitazos.
En esos 280 caracteres tendremos que resumir las esencias de la UJC con un discurso fresco, informal, libre de consignas vacías o lenguaje panfletario, con una narrativa que se parezca a nosotros, a nuestro tiempo y nuestras motivaciones, y con sentido común y creatividad podremos lograrlo.
Sin embargo, para llegarle a una generación eminentemente visual, la mayor apuesta tendrá que hacerse en Instagram, donde cada vez son más los usuarios que se abren una cuenta. Y si las estadísticas evolucionan de la misma forma que en otros países, probablemente en unos años sea esta la red social más popular entre los jóvenes cubanos.
También YouTube, la exitosa plataforma de videos on line, ofrece un amplio horizonte para el trabajo de la UJC. Allí debemos crear más canales en los que primen la calidad y el buen diseño gráfico, y se alejen de los códigos de la TV tradicional.
Igual atención merece el uso de diferentes aplicaciones de mensajería móvil como WhatsApp, Telegram y ToDus, que cada vez ganan más adeptos en el país y pueden ser muy útiles en la interconexión de nuestros militantes.
En la batalla por el espacio digital, la caja de Pandora ya está abierta y no hay forma de cerrarla. Si bien dejamos escapar muchísimos males, todavía queda en su interior la esperanza, y con ella, el presagio de ganar con argumentos el futuro de todo un país.
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