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Celebraron en Beijing nuevo año dedicado al cerdo

China y los demás países regidos por el calendario lunar viven días de euforia y esperanza con la llegada del año 4075

Autor:

Juventud Rebelde

BEIJING.— La noche del sábado 17 de febrero, Beijing parecía una ciudad en guerra, pero de luces y júbilo. Nian, el monstruo mitológico que asolaba las urbes y aldeas chinas de antaño, no pudo entrar esta vez en Beijing, ahuyentado por el omnipresente rojo de linternas y decorados y por el ensordecedor estruendo de los fuegos artificiales que inundaron el primer cielo del cerdo de fuego.

En familia y con una alegría contagiosa, los chinos celebraron ritos y fiestas. Cenas familiares, intercambio de regalos, visitas, voladores, artilugios pirotécnicos. El nuevo año augura cosas buenas y por eso se le esperó con tantas ganas. A todo el país le nacieron banderas en los más disímiles rincones y los árboles, desnudos por tanto frío, fueron vestidos con faroles rojos para que pudieran sumarse.

Durante las horas previas, todo se llenó de colores y los espacios quedaron pequeños para reunirse y pasarla bien. El Festival de Primavera, una tradición especialmente familiar y donde todos procuran estar junto a los suyos, se convierte en una ventana para apreciar algunos de los secretos de esta cultura milenaria.

Muchas costumbres, que se han transmitido de generación en generación sin que medie decreto alguno, se pusieron de manifiesto en estos días. Fue una verdadera sorpresa que, al igual que en nuestro fin de año, se mezclaran los secretos a voces y el respeto por esas cosas que es mejor no hacer. Todos hicimos y comimos jiaozi (ravioles de carne y vegetales), no nos cortamos el pelo, no barrimos nuestras casas y a las 12 de la noche del 17 de febrero (31 de diciembre chino) abrimos las puertas y ventanas para dejar salir al año anciano y permitir la entrada al nuevo.

DE LA CASA A LOS TEMPLOS Y LAS CALLES

Todos los templos y parques de la ciudad tuvieron sus actividades y un aire de fiesta y de buenos augurios. Al Templo de la Tierra, ubicado muy cerca del centro de la capital, comenzaron a llegar desde muy temprano en la mañana quienes optaron por su feria. Una mezcla de tradición y contemporaneidad rondó el lugar.

La recreación de los tiempos en que el emperador hacía sus reverencias a los dioses de la tierra, en el mismo sitio en que esto ocurriera 500 años atrás, fue de lo más atractivo. Allí estuvieron los animales para el sacrificio, el ejército, los tambores, el séquito y las tres reverencias del soberano ante los creadores.

En dos de los laterales del gran templo, dos escenarios mostraron dotes artísticas de este pueblo. El canto, el baile, los tambores, los sonidos sacados de flautas o arpas horizontales, hicieron las delicias de quienes se acercaron a disfrutar estos espectáculos al aire libre.

El primer día del año se inició con el desfile de personajes tradicionales por la céntrica calle Changdian. A ambos lados, juegos, puestos de venta y comida tradicional fueron las atracciones del carnaval de año nuevo.

Nuevamente, los mimos, el dragón, los colores, los personajes que habitan este país, que lo caracterizan y que es posible encontrar al doblar de cualquier esquina. Parecía como si todas las familias de Beijing hubiesen salido a las calles en la mañana del primer día del cerdo de fuego.

Aunque las plazas quedaron pequeñas, de todas maneras a la capital china le faltaron los más de seis millones de trabajadores que por estos días regresaron a sus provincias para las festividades. También desde todos los rincones del mundo, los chinos volvieron a sus hogares, en lo que es considerado el mayor movimiento migratorio anual a escala mundial.

Aún los negocios y comercios privados permanecen cerrados en esta semana. Al caer la tarde regresan las estampidas de los fuegos artificiales —dicen que será así durante toda la semana—, los chinos muestran una sonrisa al pasar y disfrutan en familia. Huele a incienso, la alegría permanece en vela de este lado del mundo.

Período de gran prosperidad

CUENTA la leyenda que Buda llamó a todos los animales antes de partir de la tierra, pero solo 12 acudieron a despedirlo. El primero fue la rata, seguida consecutivamente por el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la oveja, el mono, el gallo, el perro y, finalmente, el cerdo. En gesto de recíproca amistad, Buda nombró cada año según el orden de su llegada. Cada animal del horóscopo chino es acompañado por uno de los elementos que ejercen influencia: la madera, regida por Júpiter; el fuego, por Marte; la tierra, por Saturno; el metal, por Venus, y el agua por Mercurio. Estos cinco elementos se dividen a su vez en positivos y negativos, también llamados ying y yang, que tienen puntos en común con las interpretaciones del zodiaco occidental.

El 2007 corresponde al año del cerdo (o jabalí) de fuego y está considerado un período de gran prosperidad, que sucede una vez cada 600 años. Este animal representa básicamente la honestidad, fuerza y sencillez; también valentía, seguridad, fuerza de voluntad y sinceridad.

Asegura el horóscopo chino que los nacidos bajo este signo se destacan, justamente, por su sinceridad y honestidad. Leales, bonachones y serviciales, no dudan en sacrificarse por los demás y nunca tienen «malos pensamientos» para otras personas. Por lo general, los «cerdos» son dados a las tareas intelectuales y muy reservados.

La sabiduría popular china también afirma que es un período idóneo para tener hijos o hacer inversiones financieras. De hecho, muchas parejas se esfuerzan para concebir en este año. Los expertos auguran que el gigante asiático y el resto de los países que se rigen por el horóscopo chino, entre los que se encuentran Corea, Vietnam y Japón, podrían enfrentar una explosión de nacimientos.

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