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Un largo camino a la Casa Blanca y al final...

Los estadounidenses acuden a las urnas llenos de preocupaciones, tanto si los avatares de su sistema electoral le deparan a Obama o a McCain como presidente para los próximos cuatro años

Autor:

Juana Carrasco Martín

A solo 48 horas del Día E, es decir el de las elecciones en Estados Unidos, los últimos pasos del camino largo, largo, hacia la Casa Blanca, se han plagado de discursos, anuncios televisivos, dimes y diretes y encuestas que se agolpan unas a otras...

¿Quién será el vencedor del martes 4 de noviembre? La pregunta parece tener la respuesta en el demócrata Barack Obama, a pesar de los ataques constantes del dúo rival John McCain-Sarah Palin, frente a los cuales el favor de los sondeos públicos sirven de escudo de contención, y el dinero que ha empleado en la campaña constituye un valladar casi insalvable para el republicano.

Cada arista de la empresa electoral favorece al senador de Illinois, y si las apariencias no engañan en es-te caso, por primera vez en la historia estadounidense un ciudadano negro se sentará en la Casa Blanca, aunque en una silla preñada de espinas...

Las encuestas —importantes e inclinadoras, aunque no infalibles—, reflejan cuál es la predisposición de la mayoría de los 50 estados del país, y cuando se colorean —en rojo si prefieren al republicano, o azul si optan por el demócrata—, el tono marino prevalece en el mapa en suficientes lugares para que el voto electoral —el que de verdad vale— le aporte al candidato del partido del burro los 270 mínimos necesarios para llegar a ser el representante de las élites de poder prevaleciente en la nación imperial.

Una maquinita calculadora acompaña ahora a los analistas, que suman o restan para que la condición de oráculos de la política no les falle. Si lo desea y le interesa, usted también puede sacar sus cuentas.

RealClearPolitics, un sitio web muy serio en el análisis del acontecer de la campaña, asegura que Obama y McCain están empatados en Florida, Indiana, Missouri y Carolina del Norte. A Ohio lo da como campo de batalla muy lidiado, pero matiza con el azul demócrata a cuatro que en las últimas décadas habían formado parte del escenario republicano: Colorado, Nevada, Nuevo México y Virginia. En sus estudios, estos nueve son los indecisos y, por tanto, los que inclinarán la balanza a uno u otro lado.

En la valoración de los estados definidos o con una preferencia marcada por la tradición y los sondeos de opinión de esta campaña, RealClearPolitics considera que Obama tiene a su haber 311 votos electorales, más que suficientes para sentarse en la vieja casona de Pennsylvania Avenue, y solo le da a McCain 142. Si arriesga el todo por el todo, su previsión de la cuenta final es de 364 contra 174 a favor del demócrata.

CNN tiene sus proyecciones y si diferencian los números no el resultado. Asegura que Obama ganaría con 291 votos electorales y McCain recibiría los insuficientes 163.

La febril cacería de la Zorra

A pesar de esos pronósticos—compartidos por casi todos los medios, especialistas, analistas y políticos (menos los republicanos, por supuesto)—, la carrera no ha tenido ni un momento de tregua, mucho menos ahora.

McCain y sus huestes no se dan por vencidos, y Obama y su equipo tampoco se duermen en los laureles, ni se dejan engatusar por las perspectivas del triunfo, aunque hablan de su avalancha.

De maratónica se califica la final en que ambos candidatos, sus vicepresidentes e importantes figuras de los dos partidos viajan por los estados apretados, dan discursos, entrevistas televisivas y siguen poniendo dinero en los anuncios de televisión. Cinco millones le costó al demócrata un documental de media hora que vieron millones, cuando se transmitió en horario estelar por más de ocho cadenas televisivas.

Obama ha estado en Iowa (7 votos), Indiana (11), escala en Chicago de su estado Illinois, luego Nevada (5), Pueblo en Colorado (9) y Missouri. Este domingo incluye en esa gira tres ciudades de Ohio, en busca de sus 20 votos electorales: Cleveland, Columbus y Cincinnati. Y la víspera del martes grande estará nuevamente en Florida —toda una princesa cortejada por sus 27 votos.

Las cuentas son así para el demócrata: si gana exactamente los mismos estados que obtuvo en el año 2004 su correligionario John Kerry, ya tendría 252 en el bolsillo, así que le basta ganar en Ohio, o en esa Florida donde desde hace días se hacen largas colas por el sistema de votación temprana (dice la CNN que el viernes 31 de octubre ya habían votado 16 millones de personas, todo un récord).

Por supuesto, si logra sumar la triada de los pequeños Colorado, Ne-vada y Virginia, sería igual el efecto: la presidencia. Como tampoco le quedarían mal Carolina del Norte y Virginia que desde Lyndon B. Johnson en 1964 no le da su favor a ningún demócrata, pero ahora los sondeos dicen que prefiere a Obama sobre McCain 53 a 44.

Las grandes agencias de prensa siguen a los candidatos, y tampoco han tenido descanso cuando se trata del senador republicano de Arizona, quien piensa «celebrar» allí, en la ciudad de Phoenix, el 4 de noviembre, pero el viernes visitó Ohio, y el sábado tenía a Pennsylvania en la agenda —porque le son imprescindibles sus 21 votos, aunque todos lo sitúan en color azul y hay quien con ironía se pregunta si el partido del elefante padece de daltonismo. En total, decía CNN, visitó 11 estados.

Cuando la meta está cercana, hay otras particularidades que favorecen al demócrata: los republicanos que cambian de color. El espaldarazo que le diera Colin Powell se sitúa entre los puntos de inflexión más importantes en la larga campaña. Por supuesto, al ex secretario de Estado del primer término presidencial de George W. Bush, se le menciona entre quienes Obama llamaría para hacer un gobierno «bipartidista».

Otro que rompió lanzas el último día de octubre fue Ken Duberstein, ex jefe de gabinete del presidente republicano Ronald Reagan, quien le confesó a la CNN que votará el martes por Barack Obama, y dijo que había influido en su decisión la postura asumida por Colin Powell y la mala selección de Sarah Palin.

La Palin, escogida como tabla de salvación para atrapar el voto femenino y el de los grupos más conservadores dentro de los republicanos, se convirtió rápidamente en un bumerán para McCain y ahora es la impedimenta de su batallar, pues es fácil darse cuenta que la señora no solo carece de experiencia política, sino que le sobra ignorancia sobre cualquier cosa.

¿Qué pesa más, el racismo o los apuros económicos?

Junto a las posibilidades de fraudes electorales, como piedra en el camino de Barack Obama, muy mencionados por estos días, hay un tema que casi ha tenido la categoría de tabú durante toda la campaña electoral, el racismo. No pocos han hecho como el avestruz, esconder la cabeza para no ver el peligro, y ahí se incluyen ambos candidatos, quienes al menos coincidieron en descartar la influencia de ese sentimiento maligno el Día E.

Sin embargo, reconocieron lo que es obvio: «Hay racismo en Estados Unidos. Todos lo sabemos porque no podemos dejar de luchar en contra de eso», dijo McCain, «pero estoy totalmente convencido de que el 99,4 por ciento de los estadounidenses tomará una decisión sobre lo que es mejor para dirigir el país», aunque admitió que una «minúscula minoría» podría votar tomando en cuenta el color de la piel del candidato.

Obama, por su parte, ante el arresto de dos jóvenes racistas en Tennessee que planeaban su asesinato y el de decenas de niños negros, comentó a un canal local: «Lo más impresionante de esta campaña es el grado en que ese tipo de grupos de odio han sido marginados. Eso no es Estados Unidos. Ese no es nuestro futuro»... «Lo que he encontrado con la gente aquí, es que no les importa el color que tengas. Lo que tratan de saber es quién puede “resolver” mejor la situación».

Si esta apreciación resultara correcta, Estados Unidos no vería repetirse el llamado «efecto Bradley», por lo acontecido en California hace una veintena de años cuando el entonces alcalde de Los Angeles, Tom Bradley aspiró a la gobernación estadual, aventajaba por diez puntos a su rival en los sondeos de intenciones de voto y cuando se contaron los sufragios, el día de la verdad, simplemente perdió por apenas un punto porcentual.

Pero hay una realidad mayor que prejuicios y colores, la economía de Estados Unidos está signando el estado de ánimo de los norteamericanos. Es la gran preocupación de blancos, latinos, negros o de cualquier etnia, y podríamos decir lo mismo de las clases sociales o escalón en que se encuentren en la escala de los ingresos.

Justo el Departamento de Comercio ha dado su reporte del trimestre julio-septiembre: la economía se contrajo porque los consumidores han reducido sus gastos en la mayor proporción en 28 años, y es para tener en cuenta porque ellos aportan dos tercios de la actividad económica es-tadounidense, por tanto, reportaba AP, es «el último indicio de que el país ha entrado en recesión».

Ahí destacan la contracción en las inmobiliarias o mercado de la vivienda, el crédito y la crisis financiera, un poco opacada ahora por el barullo del show electoral, pero implacable en sus consecuencias. Por supuesto, los datos del Departamento del Trabajo también traen nubarrones para la ciudadanía: 479 000 nuevos reclamos de beneficios por seguro de desempleo en la semana, y eso significa que hay un gran apuro económico.

El enorme fardo de la herencia que le deja Bush, el hijo, a cualquiera que asuma como presidente 44 de Estados Unidos, está en la maltratada economía y el déficit presupuestario récord del que debe culparse a una política dedicada a quitarle impuestos a los más ricos y despilfarrar las arcas del país en dos guerrar injustas y perdidas, Iraq y Afganistán.

Tan deteriorada es la situación, considerada la peor crisis financiera del país en 70 años, que quienes tienen mirada de ajedrecista, es decir vislumbran muchas jugadas adelante, aseguran que quien agarre ahora la Casa Blanca nunca tendrá la oportunidad de reelegirse... Algo así como quien gana, pierde.

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