Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Triunfemos por los que dieron su vida en el Caracazo

Exhorta Chávez al pueblo de Caracas, que recordó con determinación de lucha su propia rebelión

Autor:

Juana Carrasco Martín

CARACAS.- Christian Ruiz era un «carajito» de apenas nueve años en Magallanes de Catia, cuando su barrio, como el resto de las zonas más populares de Caracas, de Guatire, y La Guaira, se lanzaron a las calles en una protesta contra las medidas económicas dictadas por el presidente Carlos Andrés Pérez, el acaparamiento intencionado de productos de primera necesidad y las alzas desmedidas en los precios. Una acción espontánea que se conoce en la historia venezolana como El Caracazo.

A 21 años, una imagen sigue especialmente vívida en su recuerdo: la de aquel hombre desconocido que cargaba un televisor, en medio del saqueo generalizado de los comercios -la respuesta nihilista y anárquica de un pueblo sofocado por la miseria-, detenido por un militar con arma larga que le espetó: ¿Qué llevas ahí? Y tras la respuesta simple y evidente: «Un televisor», solo tuvo como réplica el impactante disparo que le atravesó la cara y lo desplomó de un solo golpe, como un árbol derribado de raíz por un vendaval.

El niño —sorprendido por la visión aterradora de violencia irracional y desmedida— de seguro apretó con fuerza la manita dentro del bolsillo, donde llevaba un juego de barajas de los peloteros de la época, que también había tomado de una tienda, para cumplir su sueño más grande en aquel momento de un año terrible: completar la colección de sus ídolos favoritos, de los peloteros que él hubiera querido ser.

Hoy, Christian –el imprescindible chofer de la corresponsalía de prensa cubana, todo un conocedor de la historia de su Patria- nos lleva por las calles de su querida Caracas hasta la calle 14 de El Valle, justo frente al Fuerte Tiuna, desde donde los días 27 y 28 de febrero y hasta el 5 de marzo de 1989, salieron como hordas enceguecidas por un obedecer sin preguntar, los soldados que dispararon contra el pueblo desarmado ¡cuatro millones de balas!, junto con la Policía Metropolitana, en un crimen ordenado por el presidente Carlos Andrés Pérez (CAP) y por su ministro de Defensa, Alliegro.

Se masacró en las calles, en la parroquia 23 de Enero, en otros puntos de la ciudad, y en otras urbes; también a los presos del Retén de Catia a la entrada de la cárcel, cuando en medio del caos intentaron huir.

Ni siquiera hoy en día se sabe con exactitud cuántos murieron, ni dónde fueron enterrados muchos; pero se estiman en 3 000, y solo recién acaban de ser inhumados los primeros 47 cadáveres en La Peste, el gran cementerio de fosas comunes que la feroz represión creó entonces para en vano ocultar el crimen.

Pero el pueblo no olvida a sus muertos, y les dio vida este sábado en un concierto de Cultura Rebelde por el Caracazo, en su reclamo a gritos de ¡Justicia!, con los que acompañó en la tarde los testimonios de Francisca León y Rubén Mendoza, y la oración ecuménica anunciada por una monja de Carapita, poco antes de que les hablara con la razón y el corazón su Comandante-Presidente Hugo Chávez Frías, enfatizando que el 27 de Febrero nació la Revolución.

En medio de la multitud escuché los vítores de la muchachada que ya da vida al Frente Bicentenario 200, de los vecinos del Consejo Comunal de El Valle, del amigo siempre presente Jorge Regalado enarbolando en una misma asta los pendones nacionales de sus dos patrias –Venezuela y Cuba-, de quienes este mismo día vistieron toga y birrete en su graduación como universitarios de la Misión Sucre, de los más viejos con recuerdos de luchas pasadas que son raíces de las de ahora, e igualmente de acción bolivariana.

Y en no pocos balcones y ventanas de los bloques de edificios que anteceden a las humildes viviendas de los Cerros ondeaban banderas rojas o pulóveres de igual color que saludan su propia rebelión.

Aquella insurrección popular, señaló el presidente Chávez en su alocución, abrió una nueva etapa en la historia, y hoy garantiza la soberanía y la libertad venezolana, la unidad de soldados y pueblo bolivarianos, construyendo el socialismo: «Ese día las armas de nuestro ejército escupieron muerte contra el pueblo, y los cañones del imperio fueron nuestros propios cañones. Pero no pasó mucho tiempo para que los soldados venezolanos levantáramos las banderas de la patria, y el 4 de febrero de 1992 salimos a pedir perdón y dar nuestra vida por el pueblo de Simón Bolívar, traicionado, adolorido y masacrado».

Una promesa de Chávez selló esta tarde de recordación y homenaje al bravo pueblo caraqueño: «Hasta el último día de mi vida estaré luchando por el pueblo venezolano, por la revolución venezolana, por la felicidad de esta patria».

«Cárcel para los responsables de El Caracazo; que el genocidio que se dio contra el pueblo no quede impune», exigió junto al pueblo, al que exhortó: «Estamos obligados a triunfar para que las muertes de nuestros mártires del 27 y 28 de febrero de 1989 no hayan sido en vano. Triunfemos por los que dieron su vida en tantas jornadas».

«Seguro que ganamos el 26 de septiembre; esos escuálidos, oligarcas y manitas blancas no entran en nuestra Asamblea Nacional», nos aseguró enfático un joven del Frente Francisco de Miranda, mientras una abuela a su lado asentía diciendo: «Esos asesinos del Caracazo no volverán».

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