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Diario de El Paso: El tango de Posada

En El Paso la causa política de Posada Carriles parece ser la de su abogado, y eso ha sido un punto de debilidad del litigante. Muchas veces durante este proceso, debido a su falta de distanciamiento crítico, el abogado ha hecho el papelazo, haciendo preguntas tan tontas de Cuba que revelan no solo ignorancia, sino prejuicio

Autor:

José Pertierra

Marzo 22, 2011. El Paso, TX.- Una cosa es defender vigorosamente al cliente, y otra es convertirse en él. Es decir, el abogado debe tratar siempre de mantener cierta distancia emocional del asunto que defiende.

Aquí en El Paso la causa política de Posada Carriles parece ser la de su abogado, y eso ha sido un punto de debilidad del litigante. Muchas veces durante este proceso, debido a su falta de distanciamiento crítico, el abogado ha hecho el papelazo, haciendo preguntas tan tontas de Cuba que revelan no solo ignorancia, sino prejuicio.

Le ha pasado esto precisamente por asumir, sin investigar antes, falsas premisas sobre Cuba. Ha tomado por ciertas las fábulas de algunos exiliados de Miami que no han pisado suelo cubano en más de cinco décadas.

El arte del contra-interrogatorio

El que manda durante el contra-interrogatorio es el abogado defensor, pero no debe abusar o calumniar. El secreto es poder tejerle al jurado, solamente a través de sus preguntas, un cuento atractivo y diferente del que presenta el testigo. Un cuento que pueda gustarle al jurado.

Pero si es evidente que el abogado ha estado intimidando al testigo con tácticas abusivas e irrespetuosas, el tiro le sale por la culata. También si las preguntas que hace el abogado defensor vienen preñadas de dudosa información y prejuicios apasionados, el testigo fácilmente las desmantela y desnuda al abogado ante el jurado.

Muchas de las preguntas que le hizo hoy el abogado defensor Arturo Hernández a Ann Louise Bardach pusieron más en evidencia las opiniones del abogado que del testigo.

Comenzó el ataque

Hernández llegó esta mañana que un oscuro traje gris, camisa blanca y corbata morada. Con ceño fruncido y las ojeras rojas, se ajustó los espejuelos en la punta de la nariz y atacó.

«Habiendo establecido, Bardach, que has estado en Cuba diez veces y que has entrevistado a Fidel Castro en dos ocasiones, ¿no es cierto que solamente la gente a quien le tiene confianza logran entrevistar a El Comandante», preguntó sarcásticamente Hernández.

Con esa pregunta, el mano a mano que había comenzado ayer entre el abogado de Miami y la periodista de California, cogió candela. «Eso no es verdad» respondió Bardach. «¿No es cierto que solamente los periodistas favorecidos por el régimen reciben el privilegio de entrevistar al Comandante?».

Molesta con el cinismo de la pregunta del abogado defensor, Bardach elevó el tono de su voz y dijo: «Eso no es cierto, Señor Hernández. Los corresponsales María Shriver, Ted Koppel, Tom Brokaw y Peter Jennings lo han entrevistado también. ¿Usted cree que todos ellos son agentes de la Revolución cubana?».

Estos son cuatro de los más respetados periodistas del establishment mediático estadounidense. El abogado Hernández entonces le mostró una fotografía a la testigo para que ella la identificara. «Es una fotografía que me muestra a mi con Fidel Castro», dijo Bardach.

«¿Usted está cerca de El Comandante en esa fotografía?», preguntó Hernández —enfatizando burlonamente el título de «El Comandante». Sin saber aún a donde iba Hernández con esa línea de preguntas, Bardach le respondió que sí y se encogió los hombros.

«¿Esa es una pluma en su mano?», interrogó el abogado defensor. Sin esperar la respuesta a su pregunta, Hernández le lanzó otra: «¿No es cierto que no se les permite que los periodistas que entrevistan a Fidel Castro tengan plumas en la mano?» «Jamás he escuchado algo semejante», respondió Bardach.

«¿No es cierto que los periodistas tienen prohibido sentarse tan de cerca a Fidel Castro?», indagó el abogado de miamense. Incrédula ante tanta tontería, Bardach respondió, «No, eso no es cierto».

Me siento calumniada

«¿Pero no es cierto que usted tiene un historial de escribir artículos críticos de la comunidad cubanoamericana de Miami?», interrogó Hernández.

Bardach, quien ha ganado múltiples premios y reconocimientos por la excelencia de su obra periodística —incluyendo del Miami Herald— reaccionó furiosa. «Eso no es verdad, Señor, y usted lo sabe», regañó Bardach. «Yo trato de reportar sin demonizar a nadie en mis artículos. Me siento calumniada aquí».

Hernández entonces le preguntó varias veces lo mismo a Bardach: por qué no había entrevistado o escrito anteriormente sobre los disidentes en Cuba. Bardach en vano le trató de explicar al abogado miamense que ha hablado con disidentes en Cuba, e incluso ha pasado mucho tiempo con el General Patricio de la Guardia, el hermano gemelo del Coronel Tony de la Guardia, quien fue ejecutado junto al General Arnaldo Ochoa en 1989 en Cuba por traición a la patria y tráfico de drogas. Patricio de la Guardia recibió una sentencia de 30 años de prisión. Está ahora cumpliéndola en arresto domiciliario.

«¿Usted se refiere a Patricio de la Guardia que es el asesino asalariado de Fidel Castro?», preguntó Hernández, mirando hacia al jurado. «Jamás he escuchado eso», dijo Bardach. «Mire, Señor Hernández, ¿sabe usted que la hermana de Mister Posada es  coronel en el ejército de Cuba? Vamos a no criminalizar a todos los que viven Cuba», respondió ya muy irritada Bardach.

Hernández se destaca por su persistencia en hacer variantes de la misma pregunta durante el contra-interrogatorio, y entonces repitió: «¿Usted piensa que no ha escrito críticamente sobre la comunidad cubanoamericana?»

«Fíjese Señor Hernández», le contestó Bardach. «La verdad es que hay gente en esa comunidad que han violado la ley». Destacó el caso de David Rivera, un congresista cubanoamericano de Miami que está bajo investigación por anomalías financieras, y también el de Jorge Más Canosa, vinculado a lo que ella llamó «aquel funny business con el condado de Miami. Toda una comunidad no queda manchada simplemente por los errores de ciertos individuos», declaró Bardach.

Hernández: «¿te estás burkando de mí?»

La pelota de ping-pong del contra-interrogatorio de Art Jernandes entonces regresó otra vez a Cuba. «Los Comités de la Defensa de la Revolución (CDR) son instrumentos que ha utilizado el Régimen de Castro para mantener el control del país, ¿no es cierto?», preguntó el abogado.

«También distribuyen alimentos y ayudan a los vecinos a resolver algunos problemas cotidiano», explicó ella y acto seguido contraatacó: «La noción suya de que yo soy el perro en esta riña es una mentira, Señor Hernández».

La vena en el cuello del abogado miamense se inflamó visiblemente y su cara se puso roja de cólera: «¿Te estás burlando de mi?», le dijo enfurecido. «50 años de exilio y usted me viene a decir a mi …?»

No llegó a terminar la pregunta. El fiscal Timothy J. Reardon se levantó y planteó una queja ante la jueza Kathleen Cardone, que fue inmediatamente apoyada por la jueza. «Move on», le dijo. Cambia el tema.

El tango del vacío

Las más de seis horas de grabaciones que hizo Bardach durante su entrevista a Posada Carriles en junio de 1998 en Aruba tienen un inexplicable vacío de cuatro minutos y 20 segundos, aparte de las casi cuatro horas que fueron censuradas por la corte para que el jurado no las escuchara.

Antes de iniciar una serie de preguntas sobre qué pudiese haber causado el vacío, Hernández le dijo a Bardach: «Quiero que escuche el vacío.» «Señor Hernández, estoy confundida. ¿Usted quiere que yo escuche un vacío?», respondió perpleja la testigo.

Por más de cuatro largos minutos la jueza, los abogados, los fiscales, la testigo, los interpretes, los alguaciles, los secretarios y asistentes de la jueza, los integrantes del jurado, más los periodistas escucharon un vacío. Un tango silencioso. «Una pausa dramática», la llamó después el fiscal.

Al finalizar el silencio, Hernández hizo un gesto parecido a una cortada en la yugular con el dedo y su colega Rhonda Anderson apagó la grabación. «Sra. Bardach, ya que hemos escuchado los cuatro minutos y veinte segundos del vacío, usted puede explicarnos qué puede haber causado eso.»

«No sé. Quizás alguien apretó el botón equivocado cuando hizo la transcripción. Eso pasa a veces, pero si hubiera ocurrido algo importante durante ese breve espacio estuviera apuntado en mis notas —y no hay ninguna indicación de eso», respondió Bardach.

«¿Usted borró esa parte de la grabación?», le preguntó de forma acusatoria el abogado Hernández. «Eso es absurdo. Yo recojo, no destruyo, información. Soy periodista», contestó Bardach.

El tamaño de la grabadora

El abogado defensor también acusó a Bardach de grabar la entrevista sin haberle advertido a Posada Carriles. «Eso es casi risible. La grabadora estuvo hasta en las piernas de Posada muchas veces. El mismo la apagaba, cuando no le convenía que se grabara algo. Es enorme. Mide más de 6 pulgadas de alto», respondió la periodista, y abriendo la boca dijo: «duuuh.»

Arte no pudo con la Bardach

Arturo Hernández terminó el contra-interrogatorio de Bardach sin haber impugnado su testimonio. Miró casi apenado a sus colegas y a su cliente, y se sentó visiblemente desinflado. Tendrá una última oportunidad este miércoles para tratar de impugnarla, pero hoy no pudo.

Bardach mostró ser una testigo difícil de torear, porque es una mujer brillantemente excéntrica. Mientras más quiso el abogado defensor limitar sus respuestas para insinuar mejor sus premeditados concpetos, más la testigo le viraba la tortilla y le daba largas explicaciones que ponían las cosas en su propio contexto.

Bardach desesperó a la jueza, a los fiscales y al abogado defensor. Pero los integrantes del jurado la disfrutaron. Les dio una cátedra sobre el papel de Posada Carriles en la cadena de bombas en La Habana en 1997 y también una lección sobre la historia del terrorismo contra Cuba y el papel de la Fundación Cubano Americana. Y además, la periodista es divertida.

Le jurado se acordará de los cuentos de Bardach y no de las preguntas de Arturo Hernández.

El tango y la confesión

El día terminó con la grabación de 1998 que nos trajo al tribunal federal en El Paso la voz de Posada Carriles y el fondo de un trío musical en Aruba entonando a Gardel con aquel tango que dice:

El día que me quieras

no habrá más que armonía.

Será clara la aurora

y alegre el manantial.

Traerá quieta la brisa

rumor de melodía.

Y nos darán las fuentes

su canto de cristal.

El día que me quieras

endulzará sus cuerdas

el pájaro cantor.

Florecerá la vida

no existirá el dolor.

Eso, mientras escuchábamos a Posada cantarle a Bardach otro tango. Uno que dice que es el autor intelectual de las bombas en La Habana y el asesino de Fabio Di Celmo en el Hotel Copacabana el 4 de septiembre de 1997:

Bardach: Usted es como el jefe.

Posada: Sí.

Bardach: El autor intelectual.

Posada: Compartimentalizado. Los conozco a todos, pero no me conocen a mí.

Bardach. Entonces me decías que tu intención era asustar a los turistas.

Posada: Sí

Bardach: No matarlos.

Posada: Claro.

Bardach: Pero uno murió, usted sabe.

Posada: Sí. Pero ¿sabe usted que pasó?

Bardach: No.

Posada: Sesenta pies de distancia. Había un pobre hombre en una silla.

Bardach: Sí.

Posada: Y pedazos pequeños…

Bardach. Esquirlas.

Posada: y… le cortó la yugular. Es el más fatal del mundo. No pasó nada, pero le cortó la yugular. Triste, vaya. Es triste, porque no fue intencional, pero no podemos parar porque umm, ese italiano estaba en el momento equivocado en el lugar equivocado.

*José Pertierra es abogado. Representa al gobierno de Venezuela para la extradición del terrorista Luis Posada Carriles. Tiene su bufete en Washington DC.

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