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Sí, le podemos sonreír a la vida

La unidad latinoamericana frente a toda clase de amenazas, la seguridad hemisférica desde la cultura, la educación y el cuidado del medio ambiente, la libertad de los Cinco y el deber ser en los jóvenes son algunos de los temas comentados por el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel

Autor:

Nyliam Vázquez García

Cuando se viven jornadas intensas, amanece más temprano o eso parece. No se niega, por el contrario, llega al diálogo con los lectores de JR sonriente. Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz en 1980, lleva sandalias y una camisa con las mangas remangadas. Se sienta y habla de lucha, de optimismo, de identidad latinoamericana.

El Apóstol de los cubanos vuelve como inspirador, y su pensamiento «muy, muy actual» ilumina el paso de Latinoamérica.

«Martí miró desde Cuba a todo el continente y esto es lo importante. Fíjate —apunta con acento argentino— que muchos intelectuales, pensadores de la época, libertadores, se reflejaron en la cultura europea o se miraron en el espejo de los Estados Unidos. Y Martí, desde sus viajes por México, Venezuela, por las Antillas, por el mundo tuvo mirada hacia adentro», comentó.

En el aniversario 160 del natalicio de José Martí, el premio Nobel de la Paz lo calificó de «permanente sembrador de la palabra». Para él, una clave esencial para continuar avanzando en la integración latinoamericana se basa en el conocimiento mutuo.

«Nosotros somos una mezcla que se formó en el crisol de los pueblos, se integraron los pueblos originarios, los africanos, los europeos y todos estos pueblos, todos, formaron lo que hoy somos. Y si nosotros no miramos cuál es nuestra pertenencia, nuestra identidad, nuestros valores… es lo que ha pasado en América Latina, nos han enfrentado, dividido, y Martí dice claramente, tenemos que unirnos, para unirnos tenemos que conocernos, si no nos conocemos no podemos luchar por nuestra liberación».

A juicio del importante intelectual latinoamericano, el enfrentamiento a que hemos sido sometidos nos ha debilitado, pero ahora América Latina está en mejores condiciones para lograr la unidad.

«Ninguna sociedad es estática, en toda Revolución tiene que haber cambios profundos, tiene que haber una dinámica de transformación, de renovación del pensamiento…», dijo.

Resulta esencial, como explicó con paciencia, el modo en que se transmite la memoria.

«(…) la memoria no es para quedarse en el pasado, la memoria te ilumina el presente y es desde el presente que se construye la vida… Y hoy le podés sonreír a la vida, porque gente como Martí, como el Che, como muchos en todo el continente, muchos dieron su vida para dar vida.

«Es importante poder ver en profundidad todo esto y ver qué hacemos. Hay que recrearlo y potenciarlo, porque, realmente, existen muchas amenazas», alerta.

Lo impensable ocurrió

La guerra pende sobre nuestra raza como espada de Damocles. Nada pareciera detenerla, pero para este revolucionario existe un arma, la mejor de todas, la única infalible: «la unidad de los pueblos».

Asegura Esquivel que la dominación no comienza por lo económico, sino por lo cultural. «Tenemos que cambiar la mentalidad en muchas cosas y ver, a través de la unidad de los pueblos, qué podemos construir. Hoy ningún pueblo se va a liberar solo, tenemos que liberarnos en el conjunto y estos emergentes (Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina) son muy importantes para América Latina».

Como listo para levantarse e irse a la siguiente batalla, el hombre, el sobreviviente de los vuelos de la muerte, no deja de mirar a los ojos. Allí hay esperanza, a pesar de reconocer que falta mucho por andar todavía.

«Hoy América Latina está en otras condiciones, hace un tiempo era impensable haber llegado a este punto. Era impensable que Cuba asumiera la presidencia de la CELAC, cuando es un país que han tratado de someterlo, de aislarlo… no pudieron. Esta es una isla rebelde, rebelde en la dignidad y lo está demostrando», dice y agrega que es muy importante fortalecer las instancias regionales.

«No todo en América Latina es igual, ves el caso de Colombia, el golpe de Estado en Honduras, el golpe de Estado en Paraguay, las políticas de sometimiento como el ALCA… hay países que han firmado los acuerdos con EE.UU., existe una reactivación enorme de las bases militares en el continente», continúa.

Para Esquivel, que avancen las conversaciones de paz de Colombia traería la conciliación a la región.

«¿Sabés que en América Latina hay 37 bases militares?», pregunta con dolor.

«La única forma de hacer frente a esto es la unidad de los pueblos, la conciencia crítica, los valores y la cooperación que podemos tener de un pueblo a otro».

Seamos realistas, pidamos lo imposible…

Como en mayo del 68 con su revolución estudiantil, para este hombre sencillo y cercano, nuestros pueblos están en mejores condiciones de hablar en términos más complejos.

«Tenemos que fortalecer la seguridad nacional, regional y hemisférica. Y cuando uno habla de seguridad no se trata de ejércitos, sino que pasa por la cultura, la educación, la cooperación de los pueblos, de los nuevos conceptos de desarrollo, de saber los bienes y recursos que tenemos, porque actualmente vienen a por todo. Los mal llamados países del Primer Mundo los están agotando, necesitan de nuestros recursos naturales», afirma preclaramente.

Según él, el equilibrio del mundo en un mundo desequilibrado, pasa por ese cambio del concepto de desarrollo que implica respeto y cuidado a la naturaleza, la vida en armonía con la Pacha mama.

«…y, si no hacemos esto, estamos destruyendo nuestra casa común, este pequeño planetica que tenemos, que es el único, porque lo otro es ciencia ficción, y hay que preservarlo, hay que cuidarlo.

«Por ejemplo, el agua. Hay 32 países en el mundo que no tienen agua. Se puede vivir sin oro, sin plata, sin comodidades en Internet, pero nadie puede vivir sin agua, es un bien de la humanidad. Hoy se están apropiando del agua…».

La ética, los valores, el sentido del ser, deben ser redescubiertos por los jóvenes. «…tienen que descubrir esto, sentirse parte, sentirse vivos en todo esto. Sí le podemos sonreír a la vida».

La fuerza de la esperanza

Los antiterroristas cubanos castigados en EE.UU. desde 1998 no podían faltar en el diálogo con el Premio Nobel, abanderado de la lucha contra la injusticia a que son sometidos nuestros patriotas.

«Lo que están haciendo con ellos es una canallada, es de mucha crueldad…», apunta. Pero tiene claro cuál es, a su juicio, la verdadera razón para tanta sinrazón.

«El caso de los Cinco es un ataque directamente a Cuba y a todo el continente. El imperio no se resigna a que esta isla de la rebeldía se le haya enfrentado, y que lo haya hecho con altura y con dignidad… Es tremendo, hay que seguir trabajando. Esperemos que Obama en su segundo mandato piense en todo esto».

Conocedor de la soledad de la cárcel, asegura que lo que mantiene en pie es la fuerza interior, «saber que lo que uno hace no es en vano, tiene un sentido de luchar por nuestros pueblos y asumimos los costos que esto representa.

«El caso de los Cinco, una injusticia, ellos lo están asumiendo como un servicio a la patria y a la humanidad y esto es lo que les da la fortaleza para resistir. Además, hay mucha gente que los sigue, que los trata de apoyar solidariamente, con mucho afecto, y eso les da fuerzas», agrega.

«A mí me daba mucha fuerza saber que había grandes movilizaciones en el mundo por mi liberación. Yo soy un sobreviviente de los vuelos de la muerte el 5 de mayo de 1977, y también creo que soy un sobreviviente por la solidaridad de hombres y mujeres que no me conocían, pero sabían que la causa por la que luchábamos era justa».

Sobre el presidente Obama asegura que ahora tiene la posibilidad del verdadero cambio.

«Los gobernantes muchas veces no hacen lo que quieren, sino lo que pueden, porque están sujetos a mecanismos que los superan, los cuales están condicionados. Obama prometió muchas cosas, pero no cumplió ninguna», dice, y asegura que por eso cuando le escribió le pidió al Presidente estadounidense que fuera coherente.

«Obama no tiene capacidad de cambio, es un prisionero del poder y del complejo militar industrial. Esperamos que, en esta segunda etapa, él tenga coraje para resolver las injusticias que heredó del Gobierno», subraya este hombre que pareciera tener todo el tiempo del mundo, aunque no es así.

«Esperemos que se libere, porque es prisionero de un sistema, ahora no sé si está dispuesto a ser un hombre libre o a ser un prisionero en una jaula de oro. En la vida hay que optar... Hay que elegir. ¿Qué hará Obama? No sé. Hay que luchar para que cambie esa actitud y tenga el coraje de cambiar.

«(…) Una de las cosas que más me impresiona es que, en los lugares más duros, siempre encontré una sonrisa, y si hay una sonrisa hay una esperanza. Y si hay una esperanza es porque los pueblos tienen la capacidad de resistencia. Existe dolor, sufrimiento, pero también hay esperanza en que la lucha es posible y en que se pueden cambiar y revertir las cosas».

Después, un breve silencio, la mirada fija en lo profundo, una sonrisa, una despedida… «Espero que les haya servido», dice con modestia el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. No se toma un segundo. Otros micrófonos lo esperan, y allá va con la misma sonrisa clara.

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