Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Estados Unidos sigue perdiendo puntos con Latinoamérica

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Todavía están por verse los nuevos tropiezos que se buscará Washington por causa de Edward Snowden, más allá de las revelaciones que han puesto en la picota su sistema de seguridad.

Estaba claro que con Europa —supuestamente enojada cuando se supo que estaba siendo espiada—, nada pasará, a partir de la manera «obediente» con que algunas de sus naciones tomaron nota de la persecución norteamericana contra Snowden, al punto de irrespetar y hasta poner en juego la vida del presidente Evo Morales.

Claro que con los días afloran elementos que permiten entender la actitud que tan mal parados ha dejado a unos cuantos ejecutivos del Viejo Continente. Según se ha revelado ahora, resulta que mandatarios europeos como la Dama de Hielo, Angela Merkel, ¡estaban al tanto del espionaje estadounidense!

Sin embargo, la obsesión por pasarle factura al ex agente de la CIA rebasa, con mucho, el tema de los lazos nada dañados con la Unión Europea.

En las últimas horas, los reclamos de la Casa Blanca para que Snowden sea retornado a EE.UU. volvieron sobre Rusia. El portavoz de la sede presidencial en Washington, Jay Carney, dijo indirectamente al ejecutivo de Medvedev que pusiera al ex agente de paticas fuera del aeropuerto de Shremetievo cuando afirmó, en rueda de prensa este martes, que este asunto «no debe afectar negativamente nuestras relaciones con Rusia».

Con ello estaba diciendo, justamente, lo contrario. Pasarán la cuenta si no pueden capturarlo. Y medios de prensa rusos hablaban de una posible cancelación de la programada visita de Obama, en septiembre, a Moscú.

Pero más que contra Rusia, la «alerta» de Carney fue casi un grito desesperado por recuperar a Snowden cuando su destino más inmediato parecía trazado. A esa hora, despachos de medios de prensa y televisivos hablaban de que el joven ex agente podría recibir asilo humanitario en Venezuela o en Nicaragua. Ambas naciones se lo habían concedido. Y si se lo pedían, otros países latinoamericanos estaban dispuestos a considerarlo.

A todas luces, el mayor impacto de la forma burda en que Estados Unidos maneja el caso Snowden está infligiéndose a las ya deterioradas relaciones de Washington con América Latina.

Muchos nos preguntamos hasta dónde los secretos filtrados por el ex agente de la CIA podrían hacer daño a la Casa Blanca, al punto de que esta ponga en juego la política que, aparentemente, ha querido renovarse, con Obama, para esta parte del hemisferio.

Los esfuerzos del mandatario y de su vice, Joe Biden, por «estrechar lazos» con ofrecimientos de inversión y negocios en recientes giras por la región, se están yendo estrepitosamente al piso.

Primero fue el atentado al pundonor y a la integridad física de Evo, y el rechazo casi unánime que despertó y este martes se reeditaba en la OEA, luego de ser expresado por el ALBA, Mercosur, Unasur y la Celac: todos saben que la voz de EE.UU. estaba detrás de la actuación europea.

Mas lo peor son las amenazas que funcionarios del poder en Washington lanzan sobre los ejecutivos latinoamericanos, cuando en el Congreso se piden sanciones para el país que le brinde asilo a Snowden. Estados Unidos está volviendo a quedar como el grandulón abusador de siempre.

Por el castigo se pronunciaron líderes legislativos republicanos y demócratas entre los que se cuenta el titular del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el demócrata Robert Menendez, quien aseveró que las implicaciones serán no solo comerciales sino también, políticas.

«Cualquier aceptación de Snowden (…) va a ponerlos directamente en contra de Estados Unidos», dijo Menendez en alusión a Nicaragua, Bolivia y Venezuela.

Pero ni esas naciones ni muchas otras de la región, por primera vez sin ataduras con EE.UU., prestarán oídos a las presiones, atacadas en su dignidad como lo han sido —además— por el atentado contra Bolivia.

… Es Washington quien fragua la unidad del que convierte en su enemigo.

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