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EE.UU.: un triste cierre de año

Para más de un millón estadounidenses, Santa Claus les trajo el peor de los regalos: los beneficios por desempleo cesaron el sábado 28

Autor:

Juana Carrasco Martín

No fueron alegres las fiestas de Año Nuevo para 1,3 millones de estadounidenses, pues Santa Claus les trajo el peor de los regalos cuando, de repente, los beneficios por desempleo cesaron el sábado 28, y ni siquiera la llamada telefónica que un presidente de vacaciones en Hawai hizo a dos senadores, pudo poner en movimiento al Congreso para que discutieran y extendieran ese subsidio.

La «compensación de emergencia por desempleo» se cerró para las familias que dependen de esa asistencia cuando las tasas de penados todavía se mantienen relativamente altas, con el consabido resentimiento de la economía consumista y su posible recuperación y puesta en marcha.

La agencia AP informaba al detalle sobre los perjuicios en algunos de los estados más populosos, como California y Nueva York, donde perdían sus pagos 214 000 y 127 000 personas, respectivamente, mientras que en New Jersey eran 90 000 los perjudicados. El triste panorama trae cola, porque los analistas consideran que para mediados de 2014 otros 1,9 millones de desempleados caerán en ese punto en que ya no hay más compensaciones.

En noviembre de 2013, la tasa de los sin trabajo en EE.UU. bajó a siete por ciento, una cifra mejorada respecto a los últimos cinco años, pero… ese índice del mercado laboral está por encima de lo calificado como «normal», que correspondería a no más del 5 por ciento.

La realidad del problema radica en que tienen nombre, apellido y familia los más de 4,1 millones de ciudadanos que no han tenido trabajo durante seis meses o más, y no parece que habrá muchos cambios en positivo para el nuevo año.

Los expertos económicos de la administración de Barack Obama consideran que los pagos de beneficios permiten que 11,4 millones de personas se mantengan fuera de los índices de la pobreza, pero el caso es que el Congreso, y en especial su componente republicano, puja con el Presidente demócrata para que reduzca gastos, intente el equilibrio del presupuesto, desacelere la galopante deuda del Estado y, por supuesto, no quiere hacer ese ahorro a costa del Pentágono y sus guerras, sino descargarlo en los espaldas de los más desafortunados.

Para Gene Sperling, director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca, la inacción del Congreso sobre la ley de compensación «desafía el sentido común económico», y recordó que jamás el Gobierno había cortado el seguro de desempleo a largo plazo en momentos de alto desempleo.

También lo calificó de «inmoral» Nancy Pelosi, quien encabeza la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, y en un comunicado consideró que «el primer asunto en la agenda del Congreso en el año nuevo debe ser la extensión del seguro de desempleo de largo plazo. Esa debe ser nuestra prioridad desde el primer día de trabajo».

Con razón, las encuestas sobre el tema económico muestran que la mayoría de los estadounidenses son pesimistas ya que para el 68 por ciento la situación es «pobre», y no les falta razón, pues el 36 por ciento de los estadounidenses dicen haber reducido sus gastos en alimentos y medicinas, dos campos de necesidades básicas, una tasa que incluso supera al año 2008 de inicio de la crisis, cuando el problema se centró en la pérdida de millones de viviendas.

La cadena de televisión CNN no solo presenta el elevado desempleo como causal de esa visión taciturna, también indica que la generación de riqueza se ha concentrado en el mundo de las finanzas, que sí ha crecido casi 40 por ciento durante 2013. Entonces, solo 32 por ciento considera «buena» la economía.

Un fin de año y comienzo de otro, donde las desigualdades marcan las percepciones entre el bienestar y las tribulaciones.

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