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Aliento necesario

La experiencia de participar como miembro de la delegación cubana en el XVII Congreso de la OCLAE dejó huellas imborrables en la memoria de una de las hijas de Ramón Labañino

Autor:

Nyliam Vázquez García

Como muchos jóvenes cubanos, Laura Labañino Palmeiro ya está de nuevo en su aula, cargada de libros, recibiendo conferencias, preparándose para seminarios. Sin embargo, la hija de Ramón Labañino tiene aún muy vívidas las emociones de los últimos días de agosto, cuando participó como miembro de la delegación cubana en el XVII Congreso de la Organización Latinoamericana y Caribeña de estudiantes (Oclae), celebrado en Nicaragua.

«Fue muy emocionante todo cuanto ocurrió», asegura en diálogo con JR.

Laura mira su pasado reciente y evoca el abrazo del presidente Daniel Ortega, quien le transmitió todo el apoyo y solidaridad de ese pueblo, su participación en paneles del evento, la importante intervención que tuvo en el Parlamento nicaragüense…

Fueron días de mucho ajetreo, cuenta, por el programa del Congreso, al que asistieron unos 4 000 delegados de 26 naciones, y las actividades paralelas encaminadas a dar a conocer el caso de los Cinco.

«En el evento, organizados en paneles y talleres, los jóvenes intercambiaban sobre los temas que les afectan. La educación, la lucha por defender su derechos, el apoyo a Palestina, a Venezuela», comentó Laura.

La hija mediana de Ramón, en el panel dedicado a los derechos humanos, denunció la injusticia cometida con los Cinco antiterroristas cubanos y actualizó sobre la situación de Gerardo, Antonio y de su padre, quienes aún permanecen en prisiones estadounidenses, luego de 16 años de encierro, que cumplirán el próximo 12 de septiembre.

«Tuve la posibilidad de aclarar la verdad sobre el tema de los Cinco, la parte humana, contarles que tenía seis años cuando cogieron preso a mi papá o que mi hermana Lizbeth lo conoció en una prisión y que no sabemos lo que es compartir en un hogar normal», explica Laura, quien reconoció la importancia de este evento que contó con todo el apoyo del Gobierno nicaragüense y de organizaciones como la Juventud Sandinista, el Ministerio de la Mujer y el Frente Sandinista.

A pesar de lo mucho que se ha logrado, todavía se conocen poco las esencias de la historia de los Cinco y las personas se quedan con lo difundido, de manera tergiversada, por los grandes medios de comunicación, explica la joven.

Un espacio en el parlamento

Coordinado por Edwin Castro, jefe del grupo parlamentario de amistad Cuba-Nicaragua y al frente de la bancada del FSLN, y apoyada por Embajada de Cuba en ese país centroamericano, Laura asistió como invitada especial al plenario de la Asamblea Nacional de Nicaragua, donde se refirió a la situación legal, política y sobre todo humana de los cinco luchadores antiterroristas.

Una reseña publicada por la página web de la Embajada de Cuba apuntó: «En una serena, emotiva y muy bien articulada intervención, que dejó muy impresionados a todos los legisladores allí presentes, Laura fue capaz de sintetizar en poco más de 15 minutos todo el drama personal, familiar y de todo un pueblo que sufre en carne propia esta tamaña injusticia».

Ella recuerda la atención de los legisladores y también que algunos diputados de la derecha irrespetuosamente se levantaron y salieron del salón. Sin embargo, a su juicio lo más importante fue, además de la posibilidad de hablarles directamente a los parlamentarios, intercambiar, saber del apoyo recibido desde ese espacio donde se han firmado en años precedentes cuatro resoluciones a favor de la libertad de su padre y sus hermanos de causa.

Cuando Laura comenta de la cercanía del pueblo nicaragüense, del cariño por Cuba, sonríe.

«Fue muy especial el encuentro con representantes de las distintas organizaciones que componen la Coordinadora Nacional de Solidaridad, dirigida por la compañera Justa Pérez, y también con la Asociación de Cubanos Residentes, colaboradores cubanos y personal de nuestra sede diplomática, que encabeza el embajador Eduardo Martínez», asegura.

Como parte de la delegación cubana que asistió a la cita de los estudiantes latinoamericanos y caribeños, la muchacha expresa su agradecimiento por la posibilidad de hablar en la clausura del evento y el orgullo de que en la Declaración final haya quedado reflejado el apoyo a Cuba y la solidaridad con la causa de los Cinco.

Orgullo y optimismo

A pesar de la situación que viven los familiares, de la incertidumbre constante tras 16 años de encierro, cuando ella habla de su padre siempre lo hace desde el optimismo que él le transmite.

«A pesar de todo mi papá siempre tiene buen ánimo y lo hace llegar a través de las llamadas o cuando podemos ir a verlo a prisión», dice. Precisamente, en Nicaragua, en los distintos escenarios, compartió la certeza de que ello se debe en gran medida a las muestras permanentes de amistad y afecto que reciben los Cinco de todas partes del mundo.

En la tierra de Sandino, Laura también sostuvo un encuentro con el Padre Miguel D’Escoto, ex presidente de la Asamblea General de la ONU. Según lo publicado entonces, D’Escoto, quien preside el Comité Nacional Nicaragüense por la libertad de los Cinco Héroes Cubanos, se interesó por conocer detalles sobre la situación de Gerardo, Ramón y Antonio, así como sobre la batalla legal y política que se lleva a cabo para lograr su excarcelación.

Laura recuerda a muchas personas que manifestaron durante toda su estancia el compromiso de seguir desarrollando acciones que contribuyan a presionar al presidente Barack Obama para que libere de inmediato a los luchadores antiterroristas.

Ailí en Australia

Mientras ella desarrollaba estas actividades, en el otro lado del mundo su hermana mayor Ailí, también alzaba su voz en defensa del derecho del abrazo con el padre. En Australia, Ailí cumplimentó un grupo de actividades para seguir apoyando la conformación de ese vital jurado de millones del que nos hablara Gerardo Hernández, el hombre condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de prisión.

Después de las evocaciones, Laura vuelve a su rutina. Debería ser igual a la de cualquier joven cubano, pero ella, además de los libros, las conferencias, la preparación de los seminarios del Instituto de Relaciones Internacionales (ISRI) donde estudia, de ayudar a su mamá en casa, tiene que sacar fuerzas extra para luchar porque su papá regrese pronto a casa.

Dieciséis años es mucho tiempo. La experiencia en Nicaragua fue muy provechosa y habrá que seguir, tal como se intuye en el brillo de sus ojos.

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