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Un gabinete de generales y millonarios

El presidente electo Donald Trump transita por la tarea de seleccionar al equipo de gobierno que debe acompañarlo a partir del 20 de enero de 2017 cuando tome posesión de la Casa Blanca

Autor:

Juana Carrasco Martín

Este 19 de diciembre, el Colegio Electoral de Estados Unidos debe reunir a sus 538 miembros para que depositen sus votos, aquellos que se supone deben ratificar los resultados de las elecciones del 8 de noviembre donde —de acuerdo a los estados ganados— Donald Trump obtuvo 306 de sus votos compromisarios, más que los 270 suficientes para llegar a la Casa Blanca en la complicada e indirecta forma de elección presidencial de ese país.

Sin embargo, desde aquel martes, no son pocas las fuerzas o segmentos de la ciudadanía que intentan revertir esta votación determinante y sueñan con que al menos 37 de los electores republicanos cambien su compromiso y le den el aval a cualquier otro, para que Trump no pueda ser declarado presidente.

De suceder esa vuelta de tuerca, que solo ha ocurrido una vez en 1824 —desde que la Constitución en 1789 estableció el Colegio Electoral que fue ratificado por la 12ma. Enmienda en 1804—, será entonces la Cámara de Representantes la entidad que asuma la prerrogativa de escoger al mandatario de la poderosa nación que ahora muestra la debilidad de la división.

Mientras  transcurre esa espera, el presidente electo y su equipo de asesores han estado ocupados en seleccionar a los miembros del Gabinete, y aunque esas personas no lleguen a ser definitivamente las cabezas de las 31 secretarías —porque requieren ser ratificadas por el Senado— su selección muestra el rumbo que puede tomar la política estadounidense para los próximos cuatro años.

Algunos piensan que no habrá dificultad para la aquiescencia porque ambas cámaras del Congreso están dominadas por el Partido Republicano, pero también aquí habría que acudir a un  dicho popular, «¡El diablo son las cosas!», sobre todo porque esas cosas no han resultado como expertos analistas y encuestas de opinión aseguraban, y Hillary Clinton volvió a ser la perdedora.

Nombre a nombre, el perfil se hace evidente. Donald Trump ha escogido un gabinete en el que predominan hombres de negocio, blancos, millonarios, conservadores de la llamada alt/right o derecha alternativa, y generales. Claro, entre col y col, también asoma algún otro, que siempre la excepción confirma la regla.

Exanfitrión del reality show de televisión The Apprentice (El Aprendiz), el multimillonario Donald Trump iniciará una tarea para la que no está preparado desde el punto de vista de la experiencia política, pero considera que puede dirigir el Estado como lo ha hecho con sus empresas, y se ha rodeado precisamente del segmento del 1 porciento, como fueron llamados los bimillonarios, millonarios, inversionistas, banqueros y capitalistas de Wall Street, y también los hacedores de las guerras que alimentan en mucho esas arcas ávidas siempre de mayores ganancias.

Los militares

A pesar de que durante su campaña electoral Trump criticó despiadadamente la conducción de las guerras en Irak y Afganistán y el enfrentamiento a la peculiar guerra contra el terrorismo enmarcada en los últimos tiempos en el supuesto combate al autodenominado Estado Islámico, conocido también como ISIS o Daesh, para los puestos claves relacionados con la defensa, la seguridad y el espionaje, se ha hecho evidente el predominio de los militares.

Generales retirados y oficiales de alto rango dan el toque castrense: general James Mattis, secretario del Departamento de Defensa (DOD), general Michael Flynn como Asesor de Seguridad Nacional, general John Kelly para Seguridad Interna (DHS), Mike Pompeo, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Steve Bannon, la cara más visible de la derecha alternativa y estratega político de Trump, sirvió durante siete años como oficial de la Marina de Estados Unidos a bordo del destructor USS Paul F. Foster como Oficial de Guerra de Superficie en la Flota del Pacífico y fue Jefe de Operaciones Navales en el Departamento de Defensa.

eligió al excomandante de las fuerzas de operaciones especiales SEAL de la armada y prominente partidario de la minería en tierras públicas y representante por Montana, Ryan Zinke, como Secretario del Interior.

Trump considera asimismo al Almirante de la Marina Mike Rogers como posible titular de Inteligencia Nacional, la institución que aglutina a todas las agencias del aparato de inteligencia y espionaje de Estados Unidos.

Mattis, a quien se le conoce y se le llama por el apodo de «Perro Rabioso», general del Cuerpo de Infantes de Marina, fue jefe del Comando Central y se retiró en ese cargo en marzo de 2013, por lo que requerirá de una dispensa especial para poder ocupar la Secretaría de Defensa. Comandó las primeras tropas que invadieron Afganistán, en 2001, e Irak, en 2003.

Flynn dirigió la Agencia de Inteligencia de Defensa (DÍA) hasta 2014, y se afirma que fue forzado a abandonar ese cargo por sus choques con el alto mando militar de EE. UU. y su mala administración.

El general Kelly fue jefe del Comando Sur luego de haber participado en la operación Tormenta del Desierto, el nombre con que se designó la guerra contra Irak, es un opositor al cierre de la cárcel en la Base Naval instalada en el territorio ilegalmente ocupado de Guantánamo.

Multimillonarios o un poco menos

De los 21 miembros del Gabinete que requieren confirmación senatorial —proceso que comenzará con el 115 Congreso el 3 de enero de 2017, dos semanas antes de la juramentación de Trump— estos proceden del sector empresarial privado, algunos ajenos a la burocracia del Estado o a la política, pero con riquezas multimillonarias o millonarias que, combinadas, representan un tercio del capital de todo el país.

Como se ha dicho, esta gente puede catalogarse como la oligarquía pues según la publicación Quartz, de conjunto, tienen en su haber 9,5 billones de dólares hasta el momento, porque aún faltan nombramientos.

Los de mayor fortuna personal son Betsy DeVos, secretaria de Educación y una abogada de la enseñanza privada, es hijastra de Richard DeVos, cofundador de Amway, una de las empresas de salud y belleza más grandes del mundo y hermana de Erik Prince, el fundador de la empresa contratista de mercenarios Blackwater; Wilbur Ross Jr., nominado para encabezar el Departamento de Comercio, a quien se le conoce como «el rey de la bancarrota» porque incrementó mucho más su capital, que es de 3 000 millones de dólares, comprando empresas con problemas financieros pero con potencial de ser utilitarias; Linda McMahon, a cargo de la Administración de Pequeños Negocios, es una magnate de la lucha libre profesional, la industria multimillonaria World Wrestling Entertainment con un valor de 1 500 millones de dólares y ella es dueña de 84 millones de dólares en acciones.; y Rex Tillerson, presidente de Exxon Mobil, una de las mayores empresas petroleras del mundo y la quinta empresa por su capital en EE. UU., ocupará el influyente y decisivo cargo de secretario de Estado.

Solo estos cuatro tienen una fortuna igual a la de 120 000 hogares estadounidenses.

Andrew Puzder, gerente general de CKE Restaurants Holdings, empresa matriz de varias importantes cadenas de comida rápida bajo el nombre de Hardee‘s y Carl‘s Jr, será el próximo secretario del Trabajo. También está Scott Pruitt en la Agencia de Protección Medioambiental, a la que ha sometido a críticas porque aduce que se excede en las regulaciones medioambientales; y Rick Perry, quien dijo que si él llegaba a presidente eliminaría el Departamento de Energía, pues ahora será su jefe como secretario.

Nikki Haley está designada como embajadora ante las Naciones Unidas.

Ben Carson, el cirujano que fue rival de Trump en la aspiración a la candidatura presidencial y con 19 millones de dólares de fortuna, dirigirá el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano. Y salido del poderoso grupo bancario Goldman Sachs está Steven Mnuchin, jefe financiero de la campaña de Trump, quien estará a cargo del Departamento del Tesoro.

Elaine Chao —una de las «pobrecitas» con solo un millón en su cuenta bancaria— va al Departamento de Transporte con la experiencia de haber sido secretaria del Trabajo en la administración de George W. Bush.

Fue feroz la oposición que el congresista republicano Tom Price le hizo al programa de salud Obamacare, y ahora estará precisamente al frente del Departamento de Salud y Servicios Humanos. Otro «insider», es decir, que proviene de la maquinaria política, es Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano, quien ahora pasa al importante cargo de Jefe de Gabinete.

El senador por Alabama, Jeff Sessions, figura polémica por su oposición a la reforma migratoria, llega como Fiscal General de Estados Unidos al frente del Departamento de Justicia.

Pero un presidente no solo tiene ministros, también asesores y consejeros cercanos que influyen como el que más, y a veces más; y entre ellos están estos cercanos asesores que provienen del mundo de los poderosos escogidos para el consejo asesor de negocios: Elon Musk, presidente ejecutivo de Space X y Tesla; Travis Kakanick, quien es cofundador de Uber Technologies; y la jefa de PepsiCo, Indra Nooyli.

Como se ve, Donald Trump picó alto, quizá más que ningún otro presidente electo de Estados Unidos, porque a decir verdad, siempre la cúpula ha tenido en su dirección a millonarios o a sus representantes.

No es menos en el Congreso, al que se le conoce habitualmente como el club de los millonarios. Ahora se deben actualizar los datos con el Congreso 115, pero según el Centro para Políticas Responsables, de los 534 miembros en el 2012, al menos 268 reconocieron un ingreso promedio neto de un millón de dólares, y año tras año esa cifra crece en los dos indicadores.

Así es el gobierno que un día Abraham Lincoln dijo que era del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.

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