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Lo común es lo estratégico

Los Jefes de Estado y de Gobierno de la Celac volverán a intercambiar criterios en la Cumbre de República Dominicana, el día 25, con un amplio temario de problemas que conciernen a todos, e ilustran la necesidad de fortalecer el ente regional

Autor:

Marina Menéndez Quintero

AMÉRICA Latina y el Caribe están abocados al que tal vez sea el más importante de sus retos como entidad: no es solo mantener, sino fortalecer la comunidad que, por primera vez en la historia regional, une a todas sus naciones. Ese es el valor principal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y con esa impronta deben acudir, el próximo día 25, a su quinta reunión cumbre.

Estimulan las noticias que llegan desde República Dominicana, sede de la reunión y presidenta pro témpore que ahora traspasa el mando a El Salvador, y la positiva asistencia que se espera. Según ha informado el canciller Miguel Vargas, unos 16 presidentes habían confirmado hasta casi el término de la semana su presencia, así como cuatro vicepresidentes y una treintena de cancilleres.

Como en la IV Cumbre de Ecuador acudirá el secretario general de la ONU, cargo que ocupa ahora el portugués Antonio Guterres. También estarán representadas instituciones como la Cepal, la FAO, el SELA, el Banco de Desarrollo para América Latina y el Banco Mundial, entre otros, lo que habla de la capacidad de convocatoria de latinoamericanos y caribeños.

En un mundo donde sigue prevaleciendo el injusto orden económico y político, la existencia de un hemisferio con voz y ejecutorias propias frente a otros bloques debe ser interés de todas nuestras naciones.

Y mantener clara esa conciencia resulta doblemente importante para los ejecutivos de cualquier signo. Estamos ante un logro regional que los trasciende, pero que todos y cada uno están llamados a defender.

En ello se piensa en un momento en que la balanza ideológica de los gobiernos en el poder en América Latina muestra cambios, pues no están en todas las primeras magistraturas las mismas fuerzas políticas bajo cuyos mandatos se gestó la Celac.

Sin embargo, desarrollar la región, asegurar la paz en ella, y aprovechar las inmensas riquezas que poseemos         —siempre con respeto a la sostenibilidad— para el crecimiento y con vista a saldar la deuda social, constituyen aspiraciones que conciernen a todos y rebasan los signos políticos, y que tendremos más a la mano si nuestros países andan juntos.

Esos razonamientos señalan también la importancia de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, una contribución relevante para el devenir de la vida en esta parte del mundo, toda vez que no solo defiende las soluciones pacíficas ante eventuales conflictos dentro del conglomerado, y entre este y otras agrupaciones. Además, la Proclama establece el derecho de cada nación a darse el sistema económico, político y social que estime, algo que se resume en una máxima recurrente, por certera, en estos días: el respeto a la unidad en la diversidad que ha primado en la Celac desde la cita fundacional de Caracas. Esa visión debe seguir encabezando los esfuerzos, en primera instancia, para que la Celac se mantenga. Lo otro es que se consolide. De eso se trata si aspiramos a que cristalice la integración.

Amplia agenda común

La agenda de problemas y preocupaciones comunes es amplia, y está reflejada en las resoluciones que, según se ha adelantado, debe aprobar la cita.

El canciller Vargas Maldonado ha dicho que se debatirán 19 Declaraciones Especiales, relacionadas con asuntos de atención en el planeta como el desarme nuclear, las drogas y la seguridad alimentaria; la discriminación de género, la migración y el todavía muy difícil financiamiento al desarrollo, y otros más referidos a nuestro hemisferio, como el respaldo a la soberanía argentina sobre las islas Malvinas o la necesidad de que EE. UU. ponga fin al bloqueo a Cuba, así como devuelva a la Isla el territorio que usurpa la Base naval en Guantánamo, temas sobre los que ya se había pronunciado la Celac en otras citas.

Pero existen hoy otros contenidos igualmente definitorios y que marcan especialmente a la región, como el bajo precio de nuestras materias primas y el ya sabido retroceso del Producto Interno Bruto en muchas de nuestras naciones, tal cual anunció desde octubre pasado la Cepal.

La pobreza y la desigualdad que sigue haciendo de América Latina la región de más inequidad del orbe, punto de mira de otras cumbres de la Celac, hallará ineludible espacio entre los pronunciamientos de la cita, que a tenor con los adelantos, pondrá su mirada en la Agenda 2030 de la ONU.

Claro que no se trata solo de estampar posturas de principios. Por eso, como en reuniones cumbre anteriores, se aprobará un Plan de Acción tras el examen del precedente, aprobado en la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de Ecuador, si bien el cumplimiento de los acuerdos adoptados en este acápite siempre dependerá de los recursos de que la región disponga.

Los pueblos en la base

No estarán solos los mandatarios en Punta Cana, localidad dominicana sede de la cita. Les acompañarán líderes y representantes de movimientos sociales, populares y progresistas de la región, quienes precederán a los Jefes de Estado y de Gobierno en los debates, y al final redactarán un texto que harán llegar a la cumbre de mandatarios.

Jóvenes y estudiantes también tendrán protagonismo en el denominado Encuentro de movimientos sociales y fuerzas políticas que tendrá como lema Por la paz, la unidad y la integración de Nuestra América.

Una nota suscrita por una veintena de esas organizaciones explica que el intercambio será escenario para «alzar la voz de nuestros pueblos contra el imperialismo, por la soberanía y la autodeterminación y por la defensa de la paz, la unidad y la integración de nuestra Patria Grande. Será un espacio para reafirmar la movilización popular y la solidaridad con todas las causas justas que defendemos».

Sin el carácter de oposición frontal antigubernamental de los primeros foros de los pueblos que rodearon tantas cumbres en el mundo, las citas de esta naturaleza que han tenido lugar recientemente en Latinoamérica muestran un espectro social amplio junto a los esfuerzos oficiales dirigidos a salvaguardar a nuestras naciones de los apetitos imperiales, y a garantizar la vida del hombre.

Esa debe seguir siendo la primera meta de la Comunidad de Naciones Latinoamericanas y Caribeñas.

Así transcurrirá la V Cumbre

La V Cumbre de la Celac se celebrará en República Dominicana, y tendrá por escenario a Punta Cana, en la provincia de La Altagracia.

Los coordinadores nacionales examinarán los documentos los días 21, 22 y 23 de enero.

La reunión de cancilleres será el 24.

Según ha trascendido, la Cumbre se desarrollará en el Hotel Barceló Bávaro.

La apertura oficial de la cita será el día 24 a las siete de la noche, con la presencia del presidente dominicano Danilo Medina.

El 25 de enero se celebrará el segmento de alto nivel en plenaria, donde se aprobarán finalmente la Declaración Política de Punta Cana, el Plan de Acción de 2017 y las Declaraciones especiales. Ese será el momento de traspasar la presidencia pro témpore a El Salvador.

La encrucijada latinoamericana y caribeña

•Se proyecta que América Latina y el Caribe retorne a un crecimiento positivo en 2017 después de dos años de contracción, pero persistirán importantes dificultades tanto externas como internas, dijo el informe de Naciones Unidas Situación y Perspectivas de la Economía Mundial (WESP, por sus siglas en inglés), conocido hace unos días.

•Según la Cepal, las entradas de inversión extranjera directa (IED) en América Latina y el Caribe disminuyeron 9,1 por ciento en 2015 en comparación con el año anterior y cifraron 179 100 millones de dólares, el nivel más bajo desde 2010.

Este resultado se explica por la caída de la inversión en sectores vinculados a los recursos naturales, principalmente minería e hidrocarburos, y la desaceleración del crecimiento económico, señaló el organismo.

•La primera reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social, organizada por la Cepal en noviembre pasado, destacó la importancia de salvaguardar la inversión social y avanzar hacia sistemas de protección universales para evitar retrocesos en la lucha contra la pobreza, atendiendo a la actual coyuntura económica, y progresar en el cierre de las brechas de desigualdad.

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