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Sube la temperatura bélica en Oriente Medio

Oriente Medio disipa con rapidez los días invernales, en anticipo de una temporada primavera-verano tan «caliente» que puede provocar un estallido bélico devastador

Autor:

Leonel Nodal

El recalentamiento de los conflictos que agitan al Oriente Medio disipa con rapidez los últimos días invernales, en anticipo de una temporada primavera-verano tan «caliente» que puede provocar un estallido bélico devastador.

Las alarmas suenan con fuerza en Naciones Unidas, el Vaticano y las capitales de los países y movimientos políticos de la región enfrentados, así como en los centros de mayor influencia regional y de poder mundial.

Lo más curioso es que los peores presagios resonaron con el mayor pesimismo en Israel, el Estado mejor armado de la región, con lo último del arsenal de Estados Unidos.

Gracias a ese vital aliado, que le regala más de 3 500 millones de dólares anuales de ayuda militar,  los gobernantes israelíes gozaron —hasta hace muy poco— de una supremacía basada en el poder nuclear propio, dominio del espacio aéreo en la zona e inmunidad política, contando con el apoyo diplomático de Washington.

Sin embargo, en los últimos días los residentes en el llamado Estado hebreo (a pesar de incluir a árabes musulmanes y cristianos) vivieron episodios bélicos con un inesperado saldo de pérdidas y bajas humanas en sus propias fronteras —erizadas de sofisticadas alarmas— que provocaron sensatos llamados a la reflexión.

Un artículo en The Jerusalem Post advirtió esta semana, con sorprendente realismo, que «un conflicto en cualquiera de las fronteras de Israel no beneficia a nadie».

Más adelante, alertaba respecto a los recientes encontronazos con adversarios en Siria, Líbano y  Gaza que «con un pequeño error de cálculo, podrían haber dado un salto mortal hacia otro conflicto devastador en la región».

¿Qué fue lo que pasó? Primero, un F-16 israelí fue derribado por las defensas sirias que lanzaron unos 20 misiles contra aviones del Estado sionista cuando realizaban ataques sobre territorio sirio como represalia, después que un supuesto avión no tripulado iraní se infiltrara en el espacio aéreo de Israel.

El sábado último, cuatro soldados israelíes resultaron heridos, dos de gravedad, al estallar un dispositivo explosivo escondido dentro de una bandera, en la frontera de Israel con el enclaustrado territorio palestino de Gaza.

Ambos incidentes fueron los ataques más graves en cualquiera de los frentes en años, según analistas en Tel Aviv. En el norte, la primera confrontación abierta entre los archienemigos Irán e Israel, que perdió el primer avión en una situación de combate en unos 30 años, mientras que el incidente en el sur fue el peor en la frontera de Gaza desde 2014.

Tras varios intentos de doblegar a Gaza, con devastadoras incursiones, el aparato militar israelí viene preparando un zarpazo final contra el movimiento palestino Hamas.

Por otro lado, el primer ministro Benjamín Netanyahu proclamó el domingo en una conferencia internacional de seguridad, en Múnich, su disposición a partir en guerra directa contra Irán y su aliado en Líbano, el movimiento libanés Hizbolah, otra espina que intenta sacarse desde el fracasado intento de liquidarlo en 2006.

Según The Jerusalem Post «mientras la Franja de Gaza es un polvorín a la espera de explotar, el creciente atrincheramiento iraní en Siria y Líbano representa el mayor riesgo para Israel. A diferencia de Hamas en Gaza, la máquina de guerra iraní puede causar daños inconmensurables en el Estado judío».

En tanto, el mayor general Nitzan Alon, comandante de operaciones israelí, añadió leña al horno al anunciar la «creciente posibilidad de una guerra» en los altos de Golán.

Ante este panorama, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, se declaró «profundamente preocupado  por la escalada de la tensiones, difíciles de prever, en toda la región».

Guterres alertó en especial acerca de la posibilidad de una confrontación directa entre Israel y el grupo libanés Hizbolah, que —dijo— sería «la peor pesadilla».

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