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La mortífera guerra de Washington en Yemen

El apoyo de Estados Unidos lucha contra el movimiento rebelde hutí, el cual controla gran parte del país, incluida la capital, Sanaa, desde hace tres años ha ocasionado grandes pérdidas humanas

Autor:

Leonel Nodal

CINCO niñas murieron en un campo de cultivo del distrito occidental de Hodeidah, en Yemen, el último día de febrero, durante un ataque aéreo de la coalición liderada por Arabia Saudita, que con el apoyo de Estados Unidos lucha contra el movimiento rebelde hutí, el cual controla gran parte del país, incluida la capital, Sanaa, desde hace tres años.

Las cinco menores yemenitas arrasadas por la metralla de las bombas «made in USA» desde los ultramodernos aviones F-16 que Washington suministra a su principal aliado árabe en Oriente Medio, quedarán sepultadas en el olvido de la prensa occidental bajo el anónimo rótulo de «víctimas civiles» del conflicto. Y nada más.

Las resumidas versiones sobre la guerra que se desarrolla en Yemen —un país miserable, pero de extraordinaria importancia estratégica para la intervención de Estados Unidos en la rica región petrolera— simplifica la raíz del asunto como parte de los esfuerzos de Arabia Saudita, desde 2015, para devolver el poder al depuesto presidente Abd-Rabbu Mansour Hadi. 

Al enemigo, los hutíes, se les caracteriza como un movimiento derivado de la comunidad musulmana chiita Zaidi del norte de Yemen, que según Arabia Saudita y sus aliados musulmanes sunitas de la región, con apoyo de la Casa Blanca, se les considera alineados con el Irán chií y una amenaza para la región.

En realidad podrían añadir que los hutíes, integrantes del grupo rebelde también conocido como Ansar Allah (Partidarios de Dios), gobernaron Yemen del Norte bajo un sistema conocido como imamato por casi mil años, hasta 1962, lo que revela su profundo arraigo en el país.

Desde que se involucró en el conflicto yemenita, en 2015, Estados Unidos ha transferido armas a Arabia Saudita por valor de más de 3 000 millones de dólares.

Seguir suministrando armas y ayuda militar a Arabia Saudita y una coalición militar sospechosa de cometer violaciones del Derecho Internacional Humanitario, es, como mínimo, una irresponsabilidad, afirmó  Philip Luther, director para Oriente Medio y África de Amnistía Internacional, en un artículo publicado en Nesweek.

Trump triplicó bombardeos con aviones teleguiados

La guerra de Yemen ha costado la vida a más 10 000 civiles inocentes. Más de 18 millones de yemenitas, las dos terceras partes de la población del país, necesitan ayuda humanitaria y más de siete millones sufren de desnutrición. A esto deben sumarse las penalidades derivadas de una epidemia de cólera.

Según un balance de la Organización Mundial de la Salud, a fines de 2017 se había registrado medio millón de casos, con más de 2 000 muertos.

Sin embargo, a solo cinco días de su entrada a la Casa Blanca, el presidente Donald Trump decidió su primera operación militar en Yemen. La misión la ejecutó una unidad de fuerzas de élite en Yakla, un pueblo de Bayda, montañosa provincia del centro del país, contra presuntos militantes de Al Qaeda.

La operación se saldó con la muerte del mayor William Owens, un supuesto líder terrorista y una treintena de «lugareños», sin dar más detalles. Los médicos que acudieron después a la zona narraron a la agencia Reuters que entre los 30 muertos había diez mujeres y niños. Incluso una embarazada y su bebé.

Según datos oficiales difundidos en diciembre de 2017, durante el primer año de la presidencia de Donald Trump, los ataques de los aviones no tripulados o «drones» de EE. UU. en Yemen se triplicaron. «La mayoría de los 125 ataques en 2017 afectaron al centro de Yemen», informó la Oficina de Periodismo Investigativo.

La desastrosa e ilegal intervención militar norteamericana pudiera estar llegando a su fin, entre otras causas por su saldo negativo para Estados Unidos.

Los senadores Bernie Sanders (independiente), Mike Lee (republicano) y Chris Murphy (demócrata) presentaron esta semana una resolución conjunta para poner fin a la asistencia de Estados Unidos a Arabia Saudita en su guerra en Yemen, preparando el escenario para una primera votación en el Senado que elimine la participación de las fuerzas armadas de EE. UU. en hostilidades no autorizadas.

«Creemos que, como el Congreso no ha declarado la guerra ni autorizado una fuerza militar en ese conflicto, la implicación de Estados Unidos en Yemen es inconstitucional y carece de toda autorización, por lo que el apoyo militar estadounidense a la coalición saudí debe terminar», declaró Sanders.

La iniciativa surgió apenas unas horas después de que fuera derrotada en el Consejo de Seguridad de la ONU una propuesta británica, presentada a instancias de Estados Unidos, para condenar a Irán por su supuesto apoyo a los rebeldes hutíes en Yemen. Votos en contra de Rusia y Bolivia frustraron el intento de la Casa Blanca, empeñada en seguir haciendo negocios de armas con Arabia Saudita a expensas del sufrido pueblo de Yemen. 

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