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Cerrar el paso al retroceso

El destino de Brasil, y el innegable peso que tendrá en el devenir latinoamericano, se decide en las boletas de las próximas elecciones

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Tal vez hasta los mismos candidatos sin chance hayan comprendido, ya muy avanzada la «rueda de la fortuna», el peligro que se cierne sobre Brasil en estas presidenciales: el país puede volver sobre raíles, pero también ser empujado hacia atrás con un retroceso que lo retraiga a los tiempos de la dictadura.

Ojalá ese mutuo apoyo inteligente que se observó entre los aspirantes antineoliberales a la presidencia durante el último debate televisivo, se hubiera materializado antes en una postulación única contra ese fascismo visible que a muchos, ahora, asusta.

Luego de otras jornadas en las que todos se volcaron en denuestos contra los dos aspirantes que puntean, Ciro Gomes, del Partido Laborista; el líder del Movimiento de Trabajadores Sin Techo, Guilherme Boulos, y la ecologista Marina Silva parecían unidos tácitamente al sustituto de Lula, Fernando Haddad. Todos frente a la derecha representada en el socialdemócrata Geraldo Alckmin y Henrique Meirelles, del gobernante Partido Movimiento Democrático (PMDB).

Puede que no fuera una semblanza gratuita, sino parte de un sentir amplio. En la semana previa a la primera ronda electoral de hoy, se hizo ostensible la preocupación de sectores progresistas de Brasil y la región porque el ultraderechista Jair Bolsonaro —único ausente en el debate por alegadas razones médicas— se lleve la presidencia pese a su desprecio a las mujeres, los negros, los homosexuales y los pobres, y su admiración por los militares (cuerpo del que formó parte) y su sangrienta ejecutoria durante la dictadura.

Luego de varios días en que las intenciones de voto a su favor se mantenían inamovibles en los sondeos, Bolsonaro crecía de nuevo en los últimos días, y Haddad, quien había ido en las jornadas recientes de abajo hacia arriba, solo se consolidaba en el segundo puesto.

Que se cumpla ese pronóstico modesto —Bolsonaro (35 por ciento según una encuesta de ayer mismo) y Haddad (24 por ciento) en los lugares uno y dos— podría ser suficiente para evitar la hecatombe que sobrevendría si el exmilitar obtiene hoy mayoría absoluta, lo que no pocos temían, por su alza poco antes de que abrieran las urnas...

Pero todavía habría que remar duro para que en el cercano día 28, fecha del balotaje, también se cumplan los augurios mantenidos por la inmensa mayoría de las encuestadoras. Sus estudios aseguran que entonces Haddad obtendría la mayor cantidad de puntos frente a Bolsonaro.

Sería ese el fruto de un frente único coyuntural (ojalá estratégico), que demanda unidad para frenar lo que, a todas luces, sería algo muy cercano al fascismo si ganase Bolsonaro. 

De hecho, se ha confirmado que Ciro Gomes ya ha comprometido su apoyo a Haddad para esa contingencia, y no debe descartarse que Boulos, socialista, también lo haga. Junto con ellos, se espera que estén sus seguidores: la mínima parte —¡cierto!—, de un electorado atomizado política e ideológicamente gracias a los estragos hechos a la institucionalidad por el desgobierno de Michel Temer y por la manipuladora acción de Lava Jato que, además, ha satanizado al Partido de los Trabajadores y horadado la confianza que le tenía buena parte de la población.

Acusaciones judiciales y penas sin pruebas, como la que mantiene preso a Lula, han realizado el trabajo sucio desde la democión de Dilma Rousseff, en 2016.

El hecho de que, de forma persistente, más de un 20 por ciento de los empadronados no expresara preferencias o confesara que no tiene expectativa alguna con esta elección, da cuenta del descreimiento de un bloque de votantes que pudiera ser decisorio hoy si, finalmente, se inclina a un lado u otro.

De otra parte, y como era de esperar, el mal quehacer del traidor PMDB que sentó en el banquillo a Dilma y mantuvo hasta ahora a Temer, no solo es responsable de los pocos seguidores que tiene su postulado, Meirelles.

También se culpa su gestión porque sectores de la clase media están apoyando hoy a la extrema derecha representada en Bolsonaro, el exmilitar temible quien, no obstante, es visto por muchos como la mano dura salvadora frente al actual desastre y al presunto «vacío» de otras opciones. Se presenta como un hombre «antisistema».

Por si fueran pocas todas estas mediaciones entre el elector y el voto, planea este domingo la guerra de noticias falsas (fake news) desplegada en los últimos días por la campaña de Bolsonaro.

También a última hora, Lula —cuya figura fue limitada en la campaña del PT hasta en el uso de imágenes suyas— consiguió el sábado dar a conocer un mensaje en que reiteró la solicitud del voto para Haddad, y dijo que lo recibiría como regalo de cumpleaños, que lo pasó encerrado en Curitiba ayer.

Pocas veces en una campaña prelectoral los modelos de pronóstico habían sido tan cambiantes, y se había trabajado tanto hasta último momento.

La circunstancia lo amerita: el destino de Brasil, y el innegable peso que tendrá en el devenir latinoamericano, se decide en las boletas.

Las mujeres constituyen la mitad de los empadronados y han actuado como lideresas en la oposición a la candidatura de Bolsonaro, de quien no se descarta que pueda obtener hoy la victoria directa, según las últimas encuestas. Foto: Reuters

Mujeres contra Bolsonaro. Foto: Telesur

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