Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Conversación con Leila Khaled

La joven que se tornó leyenda a los 25 años, con una intrépida acción que en 1969 atrajo la atención del mundo sobre la causa palestina, acusa a Donald Trump de ignorar la existencia de su pueblo y sus derechos

Autor:

Leonel Nodal

Una presentación se impone, sobre todo para las muchachas y jóvenes de estos días. Leyla tenía 25 y yo había cumplido 24. Confieso que fui uno más de la legión de admiradores de todo el mundo que sintió una especie de «amor a primera vista» cuando supimos de su hazaña y vimos su foto que recorría la prensa mundial, con el típico pañuelo llamado kufiyya sobre los hombros y su largo pelo negro, mientras sostenía un fusil AK47 con la misma profunda firmeza de su mirada.

Estudiaba Filosofía en la Universidad de La Habana por aquellos días de 1969, el combativo «Año del esfuerzo decisivo» en Cuba, cuando dieron la noticia de que una pareja de «fedayines» había secuestrado un avión de la TWA que iba a Tel Aviv. El comando lo desvió a Siria, donde lo hicieron estallar, después de bajar a todos los pasajeros sanos y salvos. El planeta quedó atónito.

El asombro sería mayor al revelarse que la operación la había dirigido una joven refugiada palestina de solo 25 años, de imponente personalidad.

En 1948, Leyla Khaled había sido expulsada de su hogar en Haifa por los invasores sionistas. Con cuatro años de edad emprendió el camino del exilio, junto a su madre y otros nueve hermanos, mientras su padre se quedó para defender sus derechos.

En junio de 1967, Israel había lanzado un ataque relámpago de estilo nazi contra Egipto, Siria y Jordania: la Guerra de los Seis Días, otro capítulo del llamado conflicto israelo-árabe. Los sionistas ocuparon toda la histórica Palestina, pero sus habitantes, los palestinos expulsados de sus tierras por los ocupantes, apenas eran mencionados.

La acción de Leyla Khaled puso en primer plano de todos los medios informativos y el protagonismo de la Resistencia Palestina, dispuesta a empuñar las armas para recobrar su patria y su identidad.

Casi medio siglo después de aquellos días históricos, en La Habana tengo ante mí a Leyla Khaled, la militante desde los 15 años en el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), fundado por el prestigioso médico George Habash para recobrar los derechos nacionales de su pueblo.

Con una vitalidad que se nutre de más de 50 años de militancia, Leyla Khaled es hoy una respetada activista política, que vino invitada por el Partido Comunista de Cuba a conocer las realizaciones de los cubanos y darnos su valiosa visión de la situación actual de la causa palestina.

Satisfecha de sus encuentros con dirigentes de las organizaciones políticas y de masas de las mujeres, los jóvenes, trabajadores, así como del Parlamento, Khaled subrayó su visita al Memorial dedicado al Che Guevara en Villa Clara, donde pudo intercambiar con campesinos de una cooperativa agropecuaria.

Asimismo, concedió la mayor relevancia a las conversaciones sostenidas con el miembro del Secretariado del Comité Central del PCC y Jefe de su Departamento de Relaciones Internacionales, José Ramón Balaguer.

Por nuestra parte, añadió, les informamos de la situación actual en Palestina, los peligros que rodean nuestra causa, entre ellos el más reciente proyecto del un llamado «Tratado del Siglo» anunciado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el que dice que resolverá el «conflicto israelo-palestino».

Sabemos que Palestina es una causa propia para Cuba no solo al nivel bilateral, sino en la arena internacional y trabaja porque otros países adopten la misma posición.

Siempre nos sentiremos agradecidos hacia Cuba, de su pueblo, de su Gobierno y Partido, porque ellos brindan una solidaridad sin límites a la causa palestina, enfatizó la representante del FPLP.

Igualmente, nos han dado la oportunidad de mandar a nuestros hijos a estudiar en Cuba y quiero decir que entre los mejores médicos que tenemos están los que estudiaron aquí, añadió.

Ante la pregunta sobre la amenaza que representa el proyecto de Trump y los medios que emplean para derrotar sus pretensiones, la sabiduría de esta mujer la obliga a meditar un instante antes de exponer cada uno de los puntos que develan la falsa iniciativa de paz, atada a los intereses del Estado sionista.

Dijo que el mandatario estadounidense no ha revelado su plan, pero su intervención reciente en Naciones Unidas mostró que ya ha comenzado a aplicarlo. Su decisión de trasladar la embajada de Estados Unidos a Jerusalén y reconocer la Ciudad Santa (al Quds) como capital de Israel prueba sus intenciones. Él lo hizo, dijo, a pesar de que desde la creación del Estado de Israel por Naciones Unidas quedó definido que quien quisiera abrir embajada, debía instalarla en Tel Aviv.

Trump, explicó la destacada activista palestina, instó a otras naciones a seguir a Estados Unidos, pero nadie lo hizo. Washington se quedó solo y está aislado en ese asunto. Incluso Paraguay, que había dicho que movería su misión a Jerusalén, dio marcha atrás.

En segundo lugar, explicó Leyla Khaled, Trump nos quiere quitar el derecho al retorno a nuestra tierra. Para eso comenzó por retirar los fondos que Estados Unidos está obligado a aportar a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA), porque mediante esta acción quiere además desconocer la existencia del pueblo palestino.

Según Trump, remarcó irónicamente Khaled, solo hay 40 000 refugiados palestinos. Mientras que somos 6,6 millones. Él niega la existencia del pueblo palestino.

En tercer lugar, mencionó el apoyo de Trump  a la ley del Estado-nación judío, la cual solo reconoce el derecho de autodeterminación a los judíos y también les otorga derecho a la colonización. Ese es el estado del apartheid, subrayó.

«¿Cómo pretendemos derrotar ese plan?. Hemos comenzado a organizar marchas de protesta y por el derecho al retorno, que han sido violentamente reprimidas, con alto saldo de muertos y heridos. Esta es la respuesta popular. Pensamos que estas manifestaciones deben culminar con una Gran Intifada (rebelión) del pueblo palestino, que derrote ese plan y los obligue a reconocer nuestros derechos.

Sin embargo, tenemos otros problemas que resolver en el plano interno, como es la necesidad de la unidad nacional, mediante la reunificación de todos los destacamentos (organizaciones) del pueblo palestino», comenta Leyla Khaled, quien luego de ser una precursora de la lucha armada hoy le reconoce el mayor valor a la acción política.

Uno de los asuntos que más conmueve a la opinión pública solidaria con el pueblo palestino es la política represiva de Israel, las continuas violaciones de los derechos humanos, en particular mediante el encarcelamiento por largos períodos, sin juicio previo; las detenciones arbitrarias, con uso excesivo de la fuerza, especialmente de niños y adolescentes, mujeres y ancianos.

Interrogada al respecto, Leyla Khaled refirió cifras que revelan la magnitud del abuso de poder de un régimen que se autodenomina democracia, al que Estados Unidos amamanta con su arsenal y una ayuda económica y financiera multimillonaria.

Según esta mujer, que también conoció los rigores de la cárcel siendo muy joven, desde 1967, cuando el ejército israelí ocupó la ribera occidental del Jordán (Cisjordania) y Gaza, donde quedaron encerrados más de cuatro millones de palestinos, más de un millón ha pasado por prisiones israelíes.

En la actualidad, puntualizó, hay 7 000 presos políticos palestinos, de ellos son 650 niños y 72 mujeres. Israel encarcela personas todos los días. El Estado sionista mantiene una política de genocidio, con el asesinato o mutilación de niños y jóvenes.

Los menores son los que sufren la mayor persecución, porque los detienen por cualquier motivo: cuando van a la escuela, por tirar una piedra. Es notable que en las manifestaciones tiran a matar contra los niños, o si no disparan a las piernas, con balas explosivas, que los mutilan para toda la vida. Su objetivo es dañar al máximo a la nueva generación. Solo en Gaza, desde marzo, se registran más de 20 000 lesionados, entre ellos más de 200 con brazos o piernas amputados. Hasta ahora hay 382 muertos. Ellos piensan que así atemorizan a los padres y eliminan a futuros combatientes, pero las familias comprenden     que solo con la lucha obtendrán sus derechos.

Un ejemplo conocido y notable —recordó— es la familia de Ahed Tamimi, la niña que alcanzó notoriedad internacional desde los nueve años, cuando fue filmada levantando un puño de protesta contra un soldado israelí.

Fue encarcelada a los 16 años por abofetear a uno de los soldados israelíes que golpeó a un primo y le causó la muerte, narró esta experimentada líder de su pueblo, que aún siendo una adolescente decidió entregarse a la lucha que inició su familia en 1948.

Al preguntarle sobre la solución más viable al problema palestino, ante la multiplicación de las colonias sionistas en los territorios árabes ocupados, que suman varios centenares y más de 600 000 colonos, la aguerrida combatiente fue categórica: la solución es que ellos se retiren.

Los palestinos no empuñaron las armas por gusto. Hemos hecho dos intifadas, viene una nueva intifada, y todo esto es para recuperar nuestra tierra, concluyó, con la misma firmeza que caracterizó su trayectoria, esta mujer combatiente y madre de dos hijos, que solo sueña con recuperar su patria y su identidad.

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