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Promoviendo la tercera guerra mundial

Autor:

Juventud Rebelde

Si usted creía que una conflagración mundial a gran escala en este siglo era una idea propia de una profecía bíblica, de la ciencia ficción o de las novelas apocalípticas, piénselo de nuevo.

Durante años, los neoconservadores de Estados Unidos han afirmado en reuniones y en sitios web partidarios que las actividades terroristas alrededor del mundo constituyen las etapas iniciales de una nueva guerra mundial. Pero este discurso ha tomado especial vigor durante las últimas semanas, ante la crisis entre Israel y el movimiento islamista chiita libanés Hizbolá (Partido de Dios).

El ex congresista y pensador conservador Newt Gingrich, por ejemplo, aprovechó toda plataforma para intentar convencer al público estadounidense de que se avecina una gran conflagración bélica global.

Gingrich, ex presidente de la Cámara de Representantes, estuvo en los titulares de todo el país luego de afirmar el 16 de este mes, en el programa televisivo Meet the press (Reunión con la prensa) de la cadena NBC, que Estados Unidos debería «ayudar al gobierno libanés a eliminar a Hizbolá como fuerza militar».

Un día antes, el periódico The Seattle Times había informado que, durante un viaje al noroccidental estado de Washington, Gingrich reiteró que se avecinaba una «tercera guerra mundial».

La gira mediática de Gingrich definitivamente lo devolvió a la primera escena política nacional, y dio un anticipo de la estrategia publicitaria que el Partido Republicano podría utilizar para las elecciones parlamentarias de noviembre.

Si la «guerra contra el terrorismo» no causa el suficiente miedo entre los votantes, ¿por qué no estimularlo mencionando el espectro de una tercera guerra mundial?

Pero Gingrich, quien también podría estar probando las aguas para zambullirse en la carrera presidencial para el 2008, no fue el primer ni único conservador en pronosticar un conflicto apocalíptico.

El sitio web del centro independiente de investigación sobre periodismo Media Matters for America documentó varias referencias a una tercera gran conflagración internacional hechas por varios conservadores en los canales de televisión por cable.

«Tercera guerra mundial. Pienso que estamos en ella», afirmó el conductor televisivo Bill O’Reilly en la edición del 13 de este mes de su programa The O’Reilly Factor (El factor O’Reilly), de Fox News.

El mismo día, en el programa Tucker, conducido por Tucker Carlson en MSNBC, un gráfico preguntaba: «¿Al borde de la tercera guerra mundial?».

El conductor de CNN Headline News (Títulos de CNN), Glenn Beck, comenzó su programa del 12 de julio con un debate con el ex funcionario de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) Robert Baer diciendo: «Estamos por librar la tercera guerra mundial», mientras advertía un «Apocalipsis inminente», señaló Media Matters for America.

Beck y Baer tuvieron una discusión similar el 13 de julio, en la que el primero afirmó: «Sé absolutamente que necesitamos prepararnos para la tercera guerra mundial. Ya está aquí», añadió la organización.

Incluso el presidente George W. Bush habló en mayo de una tercera gran conflagración internacional. El mandatario dijo a la red de televisión por cable CNBC que la acción tomada por algunos pasajeros en uno de los aviones secuestrados para los atentados terroristas el 11 de septiembre de 2001, enfrentando a los atacantes suicidas, fue «el primer contraataque a la tercera guerra mundial».

Difundir la idea de que se está en medio o en vísperas de un gran conflicto internacional no es algo nuevo entre los conservadores. Algunos, incluso, habían ya afirmado que la Guerra Fría (1948-1991) fue la verdadera tercera conflagración global, y que en realidad está por comenzar la cuarta.

El Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC, por sus siglas en inglés), grupo de expertos neoconservadores que a fines de los años 90 abogó por un «cambio de régimen» en Iraq y promovió una política exterior basada en el uso de la fuerza, calificó de «tercera guerra mundial» a la rivalidad política, ideológica, propagandística y militar con la ahora desaparecida Unión Soviética.

En abril de 2003, al participar de un seminario en la Universidad de California patrocinado por la organización Americans for Victory Over Terrorism (Estadounidenses por la Victoria contra el Terrorismo), R. James Woolsey, ex director de la CIA y miembro fundador del PNAC, reiteró este concepto.

«Esta cuarta guerra mundial, pienso, durará considerablemente más que la primera (1914-1918) o la segunda (1939-1945)», aunque «esperemos que no las más de cuatro décadas de la Guerra Fría», afirmó.

Woolsey señaló que los gobernantes religiosos de Irán, los «fascistas» de Iraq y Siria, y las organizaciones terroristas como la red Al Qaeda, del saudita Osama bin Laden, eran los principales objetivos de esta nueva guerra. Sin embargo, esto podría ser más una estrategia de discurso que una precisa lectura histórica.

Esa construcción «podría venderse bien dentro del cinturón urbano, pero en las áreas rurales, donde las generaciones más jóvenes no pueden recordar la Guerra Fría, no sirve de mucho», dijo a IPS en un correo electrónico el analista John Stauber, fundador y director ejecutivo del Centro para los Medios y la Democracia y autor del libro de inminente publicación The Best War Ever (La mejor guerra de todos los tiempos).

«Los estrategas de la derecha pro-guerra saltaron por encima del 11 de septiembre de 2001. Una guerra interminable y secreta contra un enemigo extranjero dedicado al terrorismo y que adquiere armas de destrucción masiva es un escenario aun mejor para los militaristas estadounidenses que la Guerra Fría», continuó.

«Llamarla tercera guerra mundial es un paquete sonoro. Uno tiene que llamarla de alguna manera, y cinco años después del 11 de septiembre de 2001, con Osama (bin Laden) todavía libre, Iraq (convertido en) un atolladero estadounidense, y el Partido Republicano en peligro de perder control del Congreso (legislativo), esta estratagema tiene sentido de mercadotecnia», agregó. (Fragmentos. Tomado de IPS)

*Bill Berkowitz es un connotado observador del movimiento conservador estadounidense. Publica periódicamente la columna Conservative Watch en la revista electrónica WorkingForChange.org.

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