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Un tiempo propicio

Autor:

Juventud Rebelde

La victoria demócrata en las elecciones parciales de noviembre pasado, con la cual ese partido logró la mayoría en ambas cámaras del Congreso federal, favorece la posibilidad de un cambio en la política mantenida durante las últimas décadas por los gobiernos de Estados Unidos en contra del pueblo cubano, recrudecida durante los últimos seis años por la actual Administración Bush.

Aunque más importante aún es el profundo rechazo de una sustancial y sostenida mayoría del pueblo norteamericano a las principales políticas de esa administración. Centrándose, aunque no limitándose, este rechazo a la política de guerra que ha caracterizado a este gobierno y que en el Oriente Medio ha sido causante de tanta muerte y desolación.

Ese pujante fenómeno político ha forzado a la toma de posición en contra del mantenimiento de la intervención militar estadounidense a un número creciente de principales dirigentes de un vacilante partido Demócrata. Como es significante que no solo son dirigentes demócratas los que asumen posiciones en contra de esta política de guerra sino también que las asumen importantes dirigentes de un muy preocupado Partido Republicano.

Es indudable que la política estadounidense en contra de Cuba es una política fallida. En casi medio siglo no ha logrado su propósito fundamental, que no importa cómo se disfrace, ha sido destruir la independencia de Cuba. Esta política, como la que mantiene la intervención militar estadounidense en Iraq, no ha logrado ni logrará sus propósitos, aunque sí ha causado, y de mantenerse, seguirá causando graves males al derecho del pueblo cubano a vivir y a desarrollarse en paz.

A la vez, atenta contra los intereses inmediatos y estratégicos de los Estados Unidos, no solamente en Cuba, sino en toda la región caribeña y latinoamericana. El desarrollo político y social de muchos países latinoamericanos durante los últimos años lo demuestra.

Cuba, a pesar de la política estadounidense de agresión permanente, ha alcanzado importantes resultados en un mantenido desarrollo en las esferas sociales, económicas y culturales sostenidas en una firme convicción de unidad política de defender, contra viento y marea, su independencia, sus libertades y los logros colectivos de su proceso revolucionario.

Mucho más pudieran conseguir los cubanos y las cubanas de no mantenerse la inmoral política norteamericana de agresión permanente. Mucho más pudiera lograr el pueblo norteamericano en sus relaciones con el pueblo cubano de cambiar la actual política de guerra de su gobierno por una que reconozca los derechos fundamentales del otro a su autodeterminación y a la paz.

Desde el punto de vista estadounidense la pregunta esencial en esta cuestión es: ¿qué ha logrado esta política estadounidense, en Cuba y en América Latina, para los intereses de los Estados Unidos?

Para nosotros, la mayoría de los emigrados cubanos en Estados Unidos, esta política ha traído fundamentalmente la angustia por el bienestar de los nuestros en Cuba y el extrañamiento de nuestras familias y de otros seres queridos en la Isla.

Mientras que una ruin minoría de nuestra comunidad emigrada, caracterizada por sus ansias revanchistas y su egoísmo, se hace cada vez más criminal y servil para así enriquecerse cada vez más, a costa de la violación del derecho de los nuestros en la Isla de vivir en paz, y a costa de nuestros derechos de poder visitar a nuestras familias en Cuba y de poder relacionarnos libre y normalmente con ellos y con el resto de la sociedad cubana.

El tiempo es propicio para que aquí en Miami nos unamos a ese mayoritario rechazo nacional a las políticas de guerra y violación de innumerables derechos civiles, sociales y económicos mantenidas por la Administración Bush.

Unámonos y actuemos políticamente para exigir aquí y en Washington que se rechace la actual política en contra del pueblo cubano y que se implemente una que haga posible una relación normal entre ambos pueblos. (Fragmentos)

*Director de Areítodigital

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