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Los lobos a cuidar del gallinero

Autor:

Juana Carrasco Martín

No se ría, que esto es muy serio. Tampoco llore, era algo de esperar. El grupo de trabajo del FBI (Buró Federal de Investigaciones) que llegó a Iraq para investigar la actuación criminal como gatillos alegres de los contratistas de Blackwater USA, pudiera tener garantizada su seguridad con la protección de... esos contratistas-mercenarios.

Guardaespaldas de esa compañía brindarán sus servicios a media docena de investigadores del FBI, dijo el diario Daily News, cuando entrevisten a testigos del tiroteo del 16 de septiembre. El diario The New York Times acaba de reportar que fueron masacrados 17 civiles iraquíes —incluidas mujeres y niños—, y heridos 24, una cifra mayor a la originalmente notificada.

Los agentes del servicio policiaco federal de Estados Unidos estarán relativamente a salvo dentro de la fortificada Zona Verde de Bagdad, pero cuando tengan que salir de la ciudadela donde tienen su sede las embajadas yanqui y británica y el gobierno iraquí, lo harán en los convoyes blindados de Blackwater, al menos eso dijo al Daily News una fuente que aunque no se identificó por su nombre —razones obvias— sí dijo que era un funcionario superior que le comentó: «¿Qué sucederá cuando el equipo del FBI decida ir a visitar la escena del crimen? Blackwater tendrá que llevarlos allá».

Lo absurdo de la situación recibió de inmediato opiniones adversas, pero creídas de esa posibilidad teniendo en cuenta la forma en que la administración de George W. Bush ha manejado la guerra contra Iraq y la ocupación de ese país. La representante demócrata por Manhattan, Carolyn Maloney, le declaró al diario neoyorquino: «No tiene absolutamente ningún sentido que el FBI sea protegido por la mismísima gente que ellos están investigando».

Pero pudiera ser real porque los famosos SWAT, team de rescate de rehenes del FBI

—cuya efectividad es mostrada en toda película de Hollywood sobre el tema—, en la realidad de Iraq ha visto reducir sus deberes y han sido sustituidos por los integrantes de las fuerzas de seguridad privadas.

Aunque en un principio el FBI no comentó la sorprendente revelación, luego vino una declaración oficial leída por el portavoz John Miller: «para evitar la aparición de conflictos de seguridad del equipo del FBI desplegado desde Washington para apoyar al Departamento de Estado en la investigación de los sucesos del 16 de septiembre, será cualquier necesidad adicional proveída por personal del Gobierno de EE.UU.». Sin embargo, también se reconocía que Blackwater había dado seguridad a personal del FBI en la zona de guerra en ocasiones anteriores.

Probablemente el Departamento de Estado que encabeza la señorita Condoleezza Rice, es la entidad gubernamental de Estados Unidos que paga los mayores contratos de la empresa, puesta ahora en evidencia y sometida a escrutinio. Lo hace bajo el Acta o Ley de Jurisdicción Militar Extraterritorial, pero no es la única; y a la luz del actual entuerto, un sombrío personaje, el subsecretario de Estado John D. Negroponte, admitió que en lo que va de año el personal de Blackwater ha estado involucrado en 56 tiroteos mientras protegía a diplomáticos de Estados Unidos.

En ese estilo de disparar primero y luego

—si acaso— preguntar, la cuestionada empresa duplica las actuaciones similares de otras compañías de seguridad privadas.

Lo peor del caso —bueno, lo mejor si se mira desde el prisma de la empresa mercenaria— es que Blackwater ha sido compensada por el Departamento de Defensa con un nuevo contrato por valor de 92 millones de dólares.

Dos horas después de que el Pentágono diera a conocer la nueva lista de contratos, que incluye a la Presidencial Airways, la unidad de aviación de la compañía Blackwater, el general Peter Pace, el militar de más alto rango en Estados Unidos, dijo: «Blackwater ha sido un contratista del Departamento en el pasado y ciertamente lo será en el futuro».

Avalan esas palabras los negocios por 800 millones de dólares que tiene la firma en Iraq. Punto final para cualquier duda sobre la inmunidad y la impunidad de que goza, y que se basa en los estrechos vínculos entre el gobierno de George W. Bush y los fundadores y ejecutivos de Blackwater. He ahí otra harina del mismo costal para comentar; por ahora, basta esta muestra de que los lobos cuidan el gallinero...

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