Además, el pueblo cubano conoce mucho de deportes, gracias al tesonero trabajo que han desarrollado durante muchos años los medios de comunicación. Por tal motivo, los deportistas destacados gozan de un reconocimiento especial: los mimos de la afición.
Es por eso que proponemos brindarle a la premiación de los mejores atletas del año toda la seriedad y fuerza que merece. Han sido disímiles los escenarios utilizados para acontecimientos de este tipo, pero buena parte de ellos han tenido lugar en estadios de béisbol, aprovechando la presencia numerosa del público que acude a ver los juegos.
Sugiero que ese acto de honrar a lo mejor del deporte en un año debe ser concebido como tal, y no convoyarlo con ningún otro espectáculo, aunque se trate de nuestro pasatiempo nacional. Sería muy sano rescatar lo que ocurrió una vez en la Ciudad Deportiva, cuando se organizó un acto solemne que conjugó armoniosamente algunas manifestaciones de la cultura física con la presencia de agrupaciones musicales o danzarias. Muchas iniciativas surgirían si se enfocara el asunto en esa dirección.
¿Y por qué una representación de nuestros héroes del trabajo, o sobresalientes científicos, o figuras destacadas de otros sectores de la sociedad, no son los encargados de premiar a esos deportistas?
¿La fecha? Pienso en dos que reúnen atributos suficientes. Podría ser el 8 de enero, para conmemorar la entrada triunfal de Fidel a La Habana en 1959, o cada 23 de febrero, día de la creación del INDER en 1961.
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