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Vaivenes electorales en Estados Unidos

Autor:

Juana Carrasco Martín
Parecen ser elecciones singulares en algunos aspectos, pero en buena parte de sus componentes repite un proceso que no admite alteraciones, porque al final el que gane tendrá que seguir las reglas del sistema.

Los caucus demócratas y republicanos de Iowa o reuniones de votantes registrados en uno u otro partido, fueron iniciados este 2008 con mucha antelación a lo tradicional pues hasta ahora ocurrían a mediados de enero; sin embargo, la cantidad de aspirantes sin ninguno que resalte en particular sobre los más punteados en las encuestas, llevaron al apresuramiento, en un proceso que incluso dio comienzo con fuerte dosis de publicidad desde 2007.

Precisamente, solo en anuncios publicitarios para Iowa se afirma que los contendientes gastaron 20 millones de dólares. Y se habla de más de 150 millones de dólares en la etapa previa a que comenzaran los caucus y primaria que escogen los delegados a las Convenciones Nacionales de esos dos partidos. Esos son los representantes comprometidos con los aspirantes según el porcentaje de votos que lograron en cada estado. De todas formas, estos representantes están dispuestos a virar su apoyo si el primeramente favorecido no logra sortear el camino, o tornarán su voto para sustentar finalmente a aquel que la poderosa maquinaria de las cúpulas partidistas determinen como el elegido por ser el de mayor posibilidad de triunfo en noviembre, cuando sea la puja de verdad por la Casa Blanca.

Los dineros son muchos. En general se estima que estas del 2008 serán las elecciones más costosas en toda la historia de ese país: mil millones de dólares, destinados a convencer a los votantes con manipulaciones, declaraciones populistas, proyectar imagen pública segura y agradable a la vista, sacar errores o trapos sucios del adversario, entre otros objetivos.

En ese panorama de indecisión estos dos caucus de Iowa dieron sus «sorpresas», a pesar de que los ganadores estaban entre los punteros pero no parecían ser los favoritos. Es más, si las encuestas no dieron en el clavo, quienes no se equivocaron ni un poquito fueron los corredores de apuestas. De todo hay en esa democracia.

El senador Barack Obama, prácticamente «un desconocido» sin experiencia en el acontecer político nacional estadounidense y, por demás negro, se alzó sobre Hillary Clinton —a la que el diario londinense Financial

Time, sin embargo, la predice como la próxima presidenta demócrata de EE.UU.—, y también se fue por encima de John Edwards, quien ya aspiró en las elecciones de 2004.

Tras estos resultados dos demócratas se retiraron de la campaña, los veteranos Christopher Dodd y Joseph Biden; y el resto parece no tener chance frente a los tres favoritos ya mencionados.

En el también incierto campo republicano, ningún aspirante tiene el apoyo del actual mandatario, y esto es una anomalía. Pero tampoco lo quieren a su lado, porque sería una impedimenta muy seria asociarse con una administración cargada de males y fuertemente rechazada por la mayoría de los estadounidenses.

El ganador en Iowa fue Mike Huckabee, quien obtuvo los votos de los registrados como republicanos en ese estado con mayoría de población rural y predominantemente blanca. Ese hombre de Arkansas donde fue gobernador desde 1996 hasta 2007, luego de haber pasado por la vicegobernatura desde 1993, es además un ministro bautista del sur que, por supuesto, atrajo para sí el voto de los evangelistas, una masa ciudadana en todo el país de 42 millones, pero que este año, al decir de los analistas, no viene en forma homogénea en el proceso de escoger a quien representará a los republicanos el próximo noviembre.

Rudolph Giuliani, el «favorito», menospreció esta entrada a la carrera presidencial como tampoco le interesa New Hampshire, que decidirá este martes 8, porque se ha centrado en tres de los grandes estados, que dan un volumen de votos que pueden decidir, a la larga, en la puja por la Casa Blanca: Nueva York, California y Florida.

Por supuesto no son estos los únicos contendientes. La carrera se irá complicando a medida que avancen las elecciones primarias, y el gran martes del 5 de febrero será decisivo en la determinación sobre los grandes «guerreros» de noviembre. Esos, como ya dijimos, serán proclamados en las Convenciones Nacionales a mediados de año.

Con estas alternativas y en medio de este gran espectáculo para los próximos diez meses no queda más remedio que citar a Dana Perino, la vocera de la Casa Blanca de Bush, el hijo, el prácticamente innombrable en estas elecciones: «obviamente es un momento muy emocionante para Estados Unidos al ver todas las soluciones que tenemos para candidatos a la presidencia».

¡Vaya opciones y vaya método!, complicado, enrevesado, alejado de los deseos y los intereses verdaderos de una ciudadanía que, en estos momentos tiene tres temas sustanciales en su preocupación: la guerra interminable y mortal de Iraq, la economía que apunta hacia estanflación (recesión acompañada de inflación) y el ultrasensible problema de la salud, cada vez más alejada de las necesidades y el alcance económico de no pocos millones de estadounidenses.

De aquí a noviembre hay mucho que ver y que contar en estos vaivenes electorales de Estados Unidos... Seguiremos informando.

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