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Haití: Poderosos perdieron el chance

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Aunque ufano, el titular de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, consideró como «ejemplo de solidaridad internacional» el compromiso de los denominados países donantes de entregar a Haití, en dos años, una ayuda evaluada en 5 300 millones de dólares, la Conferencia Internacional celebrada el miércoles dejó ver que no todos entendieron bien los mensajes que dan la vuelta al mundo desde el sismo del 12 de enero.

Si bien la cifra excede el segundo pedido de la ONU de 1 500 millones para la emergencia, el dinero prometido —que podría llegar cuanto más a 9 000 millones en «el largo plazo»— no fue del todo consecuente con el llamado de Haití a cooperar con su refundación. El mismísimo René Preval ya había explicado que su país no puede volver a erigirse sobre las bases que lo han expoliado, y a merced del mismo sistema depredador que ahora se ha lavado las manos como Pilatos, reuniendo entre todos cinco mil millones de billetes.

Un informe presentado previamente por el ejecutivo haitiano evaluaba en 11 mil millones los fondos requeridos en una década para ese renacer que, desde luego, no se resolverá en un par de años. La necesidad de que Haití tenga una economía propia requerirá potenciar su agricultura y la producción nacional, así como dotarla de un sistema educacional perfeccionado y una real estructura de salud… Esos son, a largo plazo, los pilares de la refundación haitiana. Sin eso no hay nada.

En contraposición con los millonarios ofrecimientos, y si se mirara de modo proporcional, lo que ha hecho Cuba hasta hoy rebasaría esos números, si se valorara en dinero la atención sanitaria y la formación de médicos, ofrecidas de modo desinteresado a los haitianos: estaríamos hablando de unos 400 millones de dólares que, para un país bloqueado como el nuestro, representa más que los 1 500 millones prometidos ahora, en la reunión de donantes, por Estados Unidos. Y el nuevo programa de salud, presentado por Cuba y Venezuela en la cita, será aún más ambicioso.

Aunque el soporte prometido por los ricos —¡a ver si cumplen!— no se puede desconocer, tal compromiso, ceñido, únicamente, al ofrecimiento de dinero —¡y para un bienio!— demuestra la corta mira y el mezquino modo de cumplir. No han entendido.

El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, también responsables de la dependencia que ha sido el eterno terremoto en Haití, también ofrecieron dádivas más que soluciones. El Fondo se rasgó las vestiduras eximiendo de pagos de adeudos a la nación caribeña !hasta el año 2012! ¿Pensarán que los haitianos tendrán todo resuelto ya para pagar entonces?

Por otro lado, fue una franca burla que cuando más de 1 500 familias siguen a la intemperie, sin una carpa para guarecerse de las lluvias, el director gerente del Fondo Monetario, Dominique Strauss-Kahn, se atreviera a «alertar» de los 350 millones de dólares de déficit presupuestario que acumula el país, y calificara la reunión de Nueva York como una «oportunidad única» para reconstruir la economía haitiana con «ambición, transparencia y asunción de responsabilidades». ¿Más exigencias? ¿De qué están hablando?

En la misma cuerda, el Banco Mundial (BM) anunció que canalizará 479 millones de dólares de fondos en los próximos 14 meses, lo que incluye la cancelación de la deuda que al país le quedaba con esa institución. Por eso, en verdad, solo la mitad del dinero serán fondos frescos. Por demás, resulta dudoso y ofensivo que el Banco sea, como se ha acordado, el responsable de la «gestión fiscal» del Fondo de Reconstrucción de Haití, creado por el Gobierno de ese país y sus donantes. ¿Fiscalizar? ¡Se sigue subestimando a los haitianos!

Sin embargo, la Conferencia de Nueva York y, más que ello, el drama de Haití, pudo ser el escenario para que, al menos, a manera de prueba, el orbe ensayara ese «nuevo mundo posible» y reclamado.

Pero ello implica todavía una mayor cuota de real solidaridad e, incluso, de pragmatismo. Potencialmente, Haití no podrá resurgir de las cenizas y emerger como nación si se le sigue tratando con las mismas recetas que han condicionado su miseria.

Sí: el mundo rico perdió el chance de demostrar que se puede comportar con racionalidad y dotado de alguna nobleza. El sistema está podrido en sus esencias. Ni es capaz de salvar, ni de salvarse a sí mismo.

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