Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Una faena imprescindible

Autor:

Julio César Hernández Perera

Desde hace un tiempo, sobre todo después de las recientes lluvias y las condiciones creadas por las elevadas temperaturas y cierto deterioro de la higiene en algunos lugares, se demanda de la población mayor apoyo para erradicar la proliferación del mosquito Aedes aegypti: el vector más importante en la transmisión de la fiebre amarilla y el dengue en la región de las Américas.

A diferencia de la fiebre amarilla, no existe una vacuna efectiva contra el dengue, por lo que la prevención y el control dependen —hasta la actualidad— de la reducción eficiente de la infestación por el indeseado inquilino rayado.

Todavía muchos no tienen una real percepción del riesgo y descuidan diferentes acciones contempladas dentro de las medidas de control vectorial, como el autofocal.

Pueden ser variados los criterios manejados por la población. Algunos coinciden en que la fumigación es más efectiva, o simplemente lo aprecian como el único recurso de control. Incluso encontraremos hasta quienes rememoran tiempos pretéritos —como señaló un forista en el sitio web Cubadebate—, cuando era habitual la fumigación de las casas en las primeras horas de la noche.

Para estas acciones se empleaba asiduamente un equipo casero: aparatico de «fli» lo llamaban nuestros padres y abuelos, nombre que posiblemente proviene del inglés fly, que entre sus múltiples acepciones significa mosca o hacer volar.

El empleo de insecticidas —sobre todo los destinados al mosquito adulto— sigue siendo una de las estrategias de la campaña de erradicación del Aedes aegypti. Pero no es la única; se deben incorporar el saneamiento ambiental y la participación activa de la comunidad. De hecho, estas dos últimas actividades son las más importantes.

Tengamos en cuenta que el hábitat del mosquito es principalmente intra y peridomiciliario. Por lo tanto, la higiene de este entorno depende del estilo de vida de cada familia y se hace obvia la exigencia de evitar las condiciones para que se reproduzca el Aedes.

Nuestro Ministerio de Salud Pública (Minsap) no puede asumir íntegramente la eliminación de los criaderos del vector sin una participación activa y unida de los ciudadanos y de la comunidad en general. La intervención de la población es el complemento necesario a tanto esfuerzo y recursos dedicados a este fin. Y para lograr éxito urge acabar con los residuos de apatía y establecer responsablemente una cultura que promueva normas de higiene adecuadas en el hogar, la cuadra, el centro de trabajo...

En cuanto a la fumigación, aunque no debemos renunciar a ella, vale recordar que desde el año 1960 se empezaron a reportar en el mundo resistencias del mosquito a distintos insecticidas.

La vigilancia e identificación oportuna de este fenómeno de adaptación motivan el frecuente cambio de los productos químicos empleados en las luchas antivectoriales. De hecho, estos son cada vez más costosos en el mercado internacional.

Pensemos también en el número de trabajadores dedicados a estas faenas, el elevado precio de los equipos de fumigación, y los gastos en insecticidas y el combustible empleado. Entonces, los cientos de miles de dólares desembolsados mostrarán otra de las ventajas del autofocal: no es costoso, y mucho contribuye en esta batalla si de efectividad se trata.

Hacer de esta acción una rutina es premisa insoslayable. Inspeccionar casi diariamente cada recipiente de agua, velar por la limpieza de cada patio, azotea, hogar y centro de trabajo, son acciones que a la postre nos benefician a todos, pues la lucha contra el mosquito es una faena en la que nos va la vida, así, literalmente.

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