Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ascender al pueblo

Autor:

Ricardo Ronquillo Bello

Mientras algunos aspiran a que la actualización en marcha en el país les sirva de plataforma para erigir su propio Olimpo de privilegios, Raúl acentuó en Santiago de Cuba que en la Revolución, a sus 55 años y hacia el futuro, solo es posible ascender al pueblo.

Y vale subrayar ascender, frente a quienes hablan de bajar a este, porque no puede olvidarse que en el espíritu de la Revolución, y de la Constitución que la sustenta, se trata del soberano. No por casualidad Raúl recordó también, a las actuales y futuras generaciones de líderes revolucionarios, que nunca deberá adoptarse ninguna decisión importante sin consenso popular.

El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros develó los intentos de introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las esencias de la Revolución socialista, en menoscabo de los valores, la identidad y la cultura nacionales, favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista por encima de la moral.

Cuba ha padecido años de dificultades, y hasta medidas difíciles de superar, algunas de las cuales incubaron gérmenes de elitismo, acentuaron la estratificación social y distorsionaron la pirámide social. Pero, como ha sido fundamentado en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, los procesos en marcha están muy lejos de pretender devolver a nuestra nación a los tiempos de las élites de cualquier naturaleza.

Más que ninguna otra, la circunstancia cubana exige la asunción de una perspectiva humanista. Para la intelectual Graziella Pogolotti, uno de los grandes conflictos contemporáneos se diseña en torno a la contraposición entre tecnocracia y humanismo, cuando parece imponerse un utilitarismo miope.

Para ella, como debería ser para cada cubano, plantearse la necesaria refundación del humanismo no es pura especulación de ilusos. La respuesta no habrá de proceder del materialismo vulgar, falsa moneda que, en última instancia, desconoce el papel del hombre ante las fuerzas ciegas de la economía, sostiene.

La estudiosa alerta que es tarea primordial rescatar, atemperados a las premisas de la contemporaneidad, y extrayendo las lecciones de nuestro propio aprendizaje secular, nuestra plataforma, válida para el porvenir y para dar respuesta a nuestros desafíos actuales.

No es casual que ubique una frontera entre humanismo y humanitarismo. En su valoración, el humanismo eficaz es aquel que confiere a las personas un real protagonismo, basado en una participación responsable en la tarea concreta, en el empleo social de los diversos saberes, en la reivindicación del destino de la Patria; hacer de cada quien objeto y sujeto de la historia.

Y precisamente estamos ante el desafío de encontrar el justo equilibrio entre las decisiones técnicas y la política, en medio de la actualización en marcha.

Los Lineamientos del VI Congreso del Partido, dirigidos a salvar el socialismo en su hermosa aspiración de libertad, justicia y bienestar, implican que para concretarlos requerimos adoptar cada vez mejores decisiones técnicas, y de que estas tomen carne y sangre en la política. Las medidas, además de inspiradas en ella, deben encontrar en su contexto apoyo, sustento, rectificación y mejoramiento.

El Che —encarnación de todas las utopías e intelectual y marxista profundamente práctico— subrayó que es «evidente que el mecanismo no basta para asegurar una sucesión de medidas sensatas». En opinión del Héroe de La Higuera, hace falta una conexión más estructurada con la masa, es necesario el desarrollo de una conciencia en la que los valores adquieran categorías nuevas.

Se requiere hablar de ello, porque entre algunos, cierto pragmatismo rudimentario, derivado de las circunstancias, pudiera conducir al olvido de la trascendencia de los resortes morales; y a la creencia de que la aplicación rigurosa de las medidas técnicas —«el mecanismo» al que se refería el Che— bastan para resolver la complejidad y magnitud de los problemas que enfrentamos; solo remediables si sabemos ascender al pueblo.

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