Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Mensajes fatales

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Al sentir el sonido de aviso, la muchacha sacó el teléfono móvil de su cartera, revisó y comenzó a teclear su respuesta. Su mente y sus ojos estaban concentrados en el mensaje, mientras cruzaba la avenida 23 y el semáforo cambiaba de luces. Ante el repentino sonido de un claxon, ella reaccionó y retrocedió. Quizá escribió en su respuesta que, por fortuna, volvía a nacer en ese instante.

¿Habrá imaginado el finlandés Makkonen, allá por 1985, que su creación podría causar desgracias? Supongo que no, porque los SMS (short message service) se tienen como uno de los servicios de la tecnología más usado cada día en el mundo, y esa fue su intención, sin contar con que se pudiera achacar a su invento lo que se debe a la insensatez de algunos.

El frecuente empleo de estos mensajes para atender cuestiones de trabajo o familiares, para saludar a algún amigo, enviarle un beso a la pareja, invitar a eventos, dar avisos, confirmar transacciones bancarias y recibir suscripciones de medios de prensa, entre otros usos, ha redimensionado las posibilidades de la telefonía móvil, más abarcadoras incluso en aquellos países con tarifas más baratas.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando usted y yo —al igual que la muchacha del inicio de estas líneas— caminamos por la vía pública y de pronto nuestro celular nos anuncia que hemos recibido un SMS? Es raro que prosigamos nuestro andar sin prestarle atención al mensaje, pues la curiosidad muchas veces nos domina y rápidamente queremos saber quién nos lo envió o cuál es su contenido.

¿Se imagina que en ese instante cruzáramos la calle o estuviéramos al timón de un vehículo? ¿Qué puede pasar si confiamos en nuestras «capacidades» y, sin abandonar lo que hacemos, leemos y además pretendemos responder?

Podemos chocar con alguien o contra otro obstáculo, perder el equilibrio y hasta el rumbo, sin olvidar que nos olvidamos de la calle y el tráfico, como también sucede cuando escuchamos música con audífonos a un volumen muy alto.

Recientemente, en una investigación en la Universidad Estatal de Ohio, se constató que las lesiones sufridas por peatones en relación con los teléfonos celulares se triplicaron entre los años 2004 y 2010, según las estadísticas brindadas por los cuerpos de guardia de diferentes instituciones de salud.

El mayor riesgo lo corrieron personas entre 16 y 25 años de edad. Y resulta que, aunque las conversaciones por los teléfonos móviles favorecen también la pérdida de la concentración en lo que hacemos, el envío de mensajes de texto es mucho más peligroso para las personas en condición de peatones, pues es casi cuatro veces más fácil para ellas no fijarse en el semáforo, cruzar por lugares indebidos o sin mirar a ambos lados de la calle, mientras envían un SMS.

Usar celulares cuando se maneja un vehículo se registra también como una de las principales causas de accidente de tránsito en el mundo. ¿No ha visto usted cómo los conductores ignoran ese peligro y responden llamadas mientras manejan, y no precisamente cuando están detenidos ante un semáforo, por ejemplo?

Se me ponen los pelos de punta cuando voy como pasajera en un auto de alquiler o en una «botella», y el chofer habla y habla, mientras sostiene el móvil con una mano y con la otra intenta llevar el volante, algo que niega totalmente la letra de nuestro Código de Seguridad Vial (Ley 109) y, en específico, lo formulado en su artículo 102 acerca de la prohibición de emplear teléfonos u otros medios de comunicación mientras el vehículo está en marcha —infracción que, por demás, es clasificada como peligrosa. En ciertos casos, incluso, he preferido pedirle que se detenga y bajarme…

Piense en su vida, y también en las de las demás personas que pueden verse involucradas en un accidente ocasionado por un SMS o una llamada a la que usted privilegió mientras transitaba por la vía pública, a pie o al timón.

Piense, además, en que todas las consecuencias nefastas pueden evitarse si tan solo «bebe» las dosis exactas de sensatez y deja de caminar o de conducir, se coloca en un lugar seguro y procede entonces a contestar la llamada o el mensaje de texto.

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