Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El más cercano

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— Cada cual tiene su Fidel íntimo, más allá de ese universal que logró redimir a Cuba y la hizo transitar de una postura cabizbaja en el concierto internacional, a tener voz propia, ser respetada y escuchada.

La imagen que más le impacta a cada cual pudo ser porque un día tuvo la oportunidad de abrazarlo, conversar con él o, estrictamente, lo fijó en su memoria por un simple gesto que retrató, de cuerpo y alma, su noble grandeza. Y hay tantos y disímiles gestos enaltecedores que resulta imposible atraparlos de un tirón.

Mi Fidel íntimo surgió, poco a poco, en el fragor periodístico, debido a que en los últimos 40 años reporté muchas de sus visitas a la antigua provincia de Las Villas y después a Villa Clara para inaugurar obras, acompañar a presidentes de otros países y recorrer el territorio tras el azote de ciclones.

El primer encuentro, siendo veinteañero, resultó el más impresionante. Allí frente a mí tenía a la leyenda en toda su magnitud que solo había visto a través de la televisión. Cercano a él, sus gestos y voz se me antojaban más convincentes que nunca, mientras me invadía cierto nerviosismo, azuzado por la preocupación de que me sorprendiera con alguna pregunta, como acostumbraba a hacer, sin poder dar la respuesta acertada. Y luego venía la preocupación de haber incurrido en alguna pifia en la crónica que fue publicada.

Tampoco olvido aquellos momentos en que lo apreciaba alegre y feliz al inaugurar una carretera, una fábrica, el primer tramo del ferrocarril rápido en Placetas, ni tampoco cuando infundía optimismo tras el azote de un ciclón y cómo su presencia hacía olvidar la desgracia ocurrida.

La condescendencia con la prensa la pude constatar también cuando en el acto de inauguración de una escuela que había prometido el Comandante Camilo Cienfuegos, en Meneses, Yaguajay, nos acercamos demasiado a él. Entonces nos miró, fugazmente, y continuó hablando. Fue su amable manera de decirnos que continúen sin pronunciar una palabra. O cuando en un recorrido indagaba con nosotros dónde habíamos dormido y si nos estaban atendiendo bien.

Ese Fidel íntimo mío, enlazado eternamente con José Martí que hizo realidad su ideario, está construido de esas grandiosas pequeñeces, y de aquellos momentos inolvidables que viví cercano a él como corresponsal, y que jamás olvidaré.

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