Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El robo del siglo victimiza a Venezuela

Autor:

Juana Carrasco Martín

Las armas de Estados Unidos contra Venezuela son varias y este lunes, tras una semana de presiones internas e internacionales que acompañan a una intentona de golpe de Estado en curso, que no ha logrado doblegar al Gobierno de Nicolás Maduro ni al pueblo bolivariano y chavista que lo apoya, el consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, el ultrahalcón John Bolton, anunció que acaban de bloquear 7 000 millones de dólares en activos de la empresa petrolera estatal PDVSA que se encuentran en EE. UU.

La cifra de este despojo se suma a las millonarias pérdidas que sufre Venezuela debido a las sanciones estadounidenses y a otro robo recién consumado por el Reino Unido al negarse a devolver las reservas de oro del país latinoamericano supuestamente resguardadas en las bóvedas del Banco de Inglaterra —según algunos analistas, porque las habría vendido hace tiempo—, y se trata de 14 toneladas de oro, valoradas en unos 550 millones de dólares.

Londres siguió a pie juntillas la orden de Trump del pasado 1ro. de noviembre, cuando señaló que debían ser impuestas sanciones que bloquearan las operaciones de Venezuela con sus reservas de oro. Otro tanto hizo la empresa intermediaria financiera Euroclear, que mantiene bloqueados 1 600 millones de dólares del pueblo venezolano en su sede en Bruselas, ilegales que acompañan a las medidas de Trump, con las cuales apuntan a otra variante en la intención de destruir a la República Bolivariana de Venezuela.

Ahora, las ilícitas y unilaterales medidas contra la estatal PDVSA y sus activos en el exterior hay que verlas también con el prisma de que constituyen una respuesta de las fuerzas injerencistas e intervencionistas a las recientes derrotas diplomáticas en la OEA y en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde no pudieron imponer sus pretensiones de que los entes regional e internacional reconocieran al perfecto desconocido Guaidó.

Frente a tales perversos anhelos, el presidente Nicolás Maduro ha ratificado este lunes que está listo para el diálogo con sectores de la oposición «cuando quieran y donde quieran» con un solo objetivo, lograr «la paz, el entendimiento, el reconocimiento mutuo».

Mientras las órdenes de los cuatreros de la Casa Blanca para sus cómplices criollos son las de salir a las calles, exaltar la violencia y provocar una justificación para una intervención directa, y a la vez influir mediáticamente para quebrar la unión cívico-militar, este acápite de cierre económico, recuerda perfectamente una idéntica operación del imperialismo en el Chile de 1973, cuando el golpe de Augusto Pinochet contra el legítimo Gobierno de Salvador Allende fue precedido por el estrangulamiento económico-financiero que le retirara al Estado su solvencia.

Para acompañar al anuncio de John Bolton, el tal Guaidó, el «interino», proyecta una entrega despiadada de las riquezas venezolanas —probablemente a la Exxon Mobil, expulsada por el comandante-presidente Hugo Chávez por no aceptar el nuevo sistema de explotación de los hidrocarburos reconocido por la Constitucion venezolana—, mediante la creación de una agencia de hidrocarburos que «otorgue» licitaciones de gas natural y crudo convencional, porque se lo ha creído cuando el consejero de seguridad nacional de Trump dijo que los fondos y activos deberían «ser administrados por el presidente interino del país».

Lo cierto es que el planteamiento de Bolton de este lunes le quita la máscara de defensa de la democracia a la intención golpista y deja ver el rostro de la avaricia capitalista, de la rapiña imperial.

Tener memoria es muy importante en estas circunstancias de peligro para los pueblos del continente y poder exponer a los cuatreros de la Casa Blanca es una obligación. Este golpe viene caminando desde la administración de Barack Obama, cuando en 2015 declaró a la República Bolivariana como una «amenaza inusual y extraordinaria» para la seguridad de Estados Unidos.

Luego, en el Gobierno de Trump, su primer secretario de Estado, Rex Tillerson, fue el primero en hablar de un golpe militar en Venezuela y hubo efectivamente intentonas frustradas en dos ocasiones y un magnicidio que no les fructificó el año pasado. ¿Y quién es Tillerson?, el expresidente ejecutivo de Exxon.

Ate cabos y entenderemos por cuál camino se ha decidido transitar Estados Unidos que, con el derrocamiento del Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, considera que detendría su pérdida de influencia en una geografía donde otras naciones han sentado de manera pacífica y mutuamente beneficiosa intereses económicos compartidos. Hablamos de Rusia y China, por ejemplo, garantes de un mundo multipolar en detrimento del «America First» del señor Trump.

El error trumpiano, sobregirado, es pensar que las herramientas de su poder contra Venezuela, y otros que defienden la soberanía e independencia, harán que se entreguen sin batallar los basamentos nacionales, tanto los económicos como los de la dignidad, y que estos no tengan apoyo y solidaridad en el resto del mundo.

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