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Bebé de tres padres

Una novedosa técnica de fertilización podría ser la solución para evitar la transmisión de enfermedades hereditarias ligadas a las mitocondrias

Autor:

Patricia Cáceres

El concepto tradicional de fecundación, tal como lo conocemos hoy, ha dado un giro inesperado. Así lo demostró recientemente el Parlamento británico, que aprobó una reforma legal para concebir bebés usando nada menos que el material genético de tres progenitores.

Según explica el diario español ABC, se trata de una técnica conocida como donación mitocondrial, que tiene como objetivo evitar la transmisión de enfermedades hereditarias ligadas a las mitocondrias, unos componentes celulares que se heredan de la madre, pero que no definen la apariencia física ni otros rasgos del bebé.

De hecho, en Reino Unido, uno de cada 6 500 bebés nace con enfermedades mitocondriales, entre las que se cuentan demencia, ceguera, daños en el sistema nervioso, el corazón y los riñones, así como distrofia muscular o la ataxia cerebral.

Con la nueva medida, Gran Bretaña se convertirá en el primer país que da luz verde a los llamados bebés de tres padres, y ayudará a cerca de 150 parejas que cada año pierden a sus infantes por enfermedades mitocondriales.

Todo es cuestión del núcleo

En esencia, la técnica aprobada consiste en fertilizar dos óvulos de dos mujeres diferentes —uno de la madre y otro de una donante con mitocondrias sanas— con espermatozoides del padre, para así crear dos embriones.

Al decir de publicaciones como Clarín, El País y la agencia EFE, luego se retiran los núcleos de los dos embriones, que contienen información genética, y solo se conserva el de los padres, mientras que se destruye el núcleo del embrión de la donante.

Finalmente, al embrión de la mujer donante se le coloca el núcleo del de los padres, para dar paso a la creación de un embrión con mitocondrias sanas, que se implanta en el útero materno.

Lo mismo se puede hacer a escala de óvulo, antes de la fertilización, explican los investigadores. En ambos casos, el cambio es permanente y la futura descendencia del bebé que nazca con esta técnica estará también libre de la enfermedad mitocondrial.

El diario ABC refiere que de forma natural el padre le proporciona al embrión la mitad de su información genética y la madre le da la otra mitad. Pero no todo el proceso es tan simétrico.

El motivo —explica el rotativo— es que el embrión crece a partir del óvulo y no a partir del espermatozoide, lo que se traduce en que obtiene toda la maquinaria necesaria para leer las instrucciones contenidas en los genes y seguir creciendo de las células femeninas y no de las paternas.

Entre esta maquinaria aportada por la madre están las mitocondrias, las estructuras que consumen el oxígeno que respiramos y que «queman» los nutrientes para obtener energía.

Para funcionar, estas mitocondrias llevan en su interior un puñado de genes que «no se traducen en rasgos heredables (como el color de pelo), pero que tienen un cierto papel en el desarrollo», ha señalado Carlos Sentís, profesor de Genética en la Universidad Autónoma de Madrid.

Por eso, «hay un padre nuclear, una madre nuclear y una madre mitocondrial», afirma por su parte José Manuel Cuezva, investigador de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en patologías mitocondriales.

Lo natural es que la madre mitocondrial y nuclear sean la misma, pero si se usan las mitocondrias sanas de una segunda mujer, se daría el caso de que habría tres progenitores desde el punto de vista genético. Sin embargo, Cuezva aclara que el peso de estos genes mitocondriales es escaso, en comparación con el de los núcleos, porque «el tamaño del material genético de las mitocondrias es 200 000 veces menor al del núcleo».

Pero este puñado de genes es crucial para el funcionamiento de estas «centrales energéticas». Así que cuando se estropean se ven afectadas partes del cuerpo que consumen mucha energía, como los músculos o el sistema nervioso. Por eso las patologías de las mitocondrias van desde los problemas visuales a la sordera, pasando por problemas motrices y de desarrollo o de debilidad muscular.

La agencia EFE informó que las científicas Mary Herbert y Meenakshi Choudhary, de la Universidad de Newcastle, Reino Unido, ya están experimentando con ovocitos humanos esta técnica de reproducción asistida, aunque precisaron que será pronto cuando realicen ensayos con mujeres.

El equipo tiene la aprobación de las autoridades británicas para completar sus experimentos en ratones y primates con óvulos humanos.

Al parecer, si este procedimiento científico es aprobado también por la Cámara de los Lores a finales de febrero, se podrá incluir como enmienda en la Ley de Embriología y Fertilización Humana que data de 2008.

Un camino empedrado

Como era de esperarse, altos estamentos de la Iglesia Católica en Reino Unido y miembros de la comunidad científica se opusieron a la aprobación de la nueva legislación, pues consideran que la «técnica radical» plantea aún determinadas incertidumbres éticas.

Según señalan, implica la destrucción de un embrión y podría abrir la puerta a futuras modificaciones genéticas en los embriones.

Muriel Cuadros, embrióloga clínica que trabaja en fecundación in vitro, considera que «esta nueva técnica es radicalmente distinta, y de momento experimental» y, por ello, «supone asumir unos riesgos enormes y éticamente complejos, ya que estamos hablando de experimentar con embriones humanos».

Explica que los métodos habituales de reproducción asistida consisten en poner en contacto a los óvulos y a los espermatozoides, de modo similar a como ocurre de forma natural, o bien en inyectar directamente los espermatozoides seleccionados en los óvulos, para facilitar aun más la fecundación.

Sin embargo, esta nueva metodología tiene dos variantes que van más allá, puesto que suponen manipular los núcleos de las células reproductivas.

Algunos investigadores han salido al paso afirmando que la técnica en sí misma no supone la alteración del ADN nuclear, de modo que no podría utilizarse para la ingeniería genética o el diseño de bebés.

John Sulston, ganador del Premio Nobel de Medicina 2002, considera que «no estamos proponiendo la creación de bebés a la carta, sino simplemente el cambio de una parte de la máquina que no funciona bien».

Sea cual sea el consenso final, lo cierto es que tras dar el «sí» a la enmienda a la Ley de Embriología y Fertilización Humana de 2008, la Autoridad de Embriología y Fertilización Humana aprobará la licencia para que se empiece a aplicar la técnica. El primer bebé con material genético de tres personas podría nacer en 2016.

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