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Orquídeas ¿indomables?

Cuba es considerada la isla más rica en especies de orquídeas en el Caribe, unas 312, la tercera parte de las cuales son endémicas

Autor:

Sonia Regla Pérez Sosa

Un seudobulbo de sueños naturales floreció en La Habana, ocasión perfecta para juntar a profesionales y aficionados alrededor de una primera experiencia: el Festival Nacional de las Orquídeas.

Unir saberes y amor en torno a estas flores —imagen entre arte y ciencia— fue el pretexto. Otro motivo: «Aclarar conocimientos sobre un cultivo ancestral que gusta a muchas personas», asegura Alelí Morales Martínez, presidenta de la Sección Orquideológica de la Sociedad Cubana de Botánica.

«Algunos especulan sobre su gran tamaño o las consideran parásitas, pero no lo son. La diversidad de nuestro país —más 300 especies— obliga a admirar y conocer a las orquídeas», indica la experta con nombre de flor.

El 90 por ciento de los problemas de la familia orquidearia cubana responde a la falta de conservación y la extracción ilimitada de especies de su hábitat natural. Duele constatar cómo en ciertos lugares ha desaparecido más del 50 por ciento de las poblaciones en pocos meses.

Rolando Pérez, director del Jardín Botánico de Soroa, en Pinar del Río, mencionó entre los daños a las orquídeas autóctonas la construcción de carreteras y edificaciones. «Y prolifera su colecta indiscriminada para venderlas de forma ilegal», alerta.

Para revertir esta amenaza se reclama una estrategia de conservación integrada: llevar los patios al bosque, y así reintegrar a las especies en su hábitat natural, lo cual constituye una meta de los jardines botánicos cubanos.

Gustos que extinguen

Las orquídeas son la flor nacional de muchos países. Sus formas y colores adornan logotipos. Convocan al disfrute estético y a su cuidado, que es también el del planeta.

Pero la cifra de especies extintas aumenta. En ocasiones ni siquiera se les puede identificar, porque desaparecen junto a los bosques que las abrigan. «Los problemas asociados al cambio climático han modificado sus hábitat, pero la principal dificultad es el factor humano, demostrado en varios estudios», afirmó Omar Alomá Moreno, vicepresidente de la Sección Orquideológica.

La ostentación es la mayor enemiga de estas plantas. Los géneros más explotados, Brougthonia, Encyclia y Epidendrum, son «casualmente» los más extraídos, debido a su elevada cotización en el mercado.

Por eso toda la familia orquidearia encabeza la lista de la Convención sobre Comercio, Intercambio y Tráfico de Especies Silvestres. «Aunque el mal viene de antes de los años 90 del pasado siglo, ahora hay un modismo de coleccionar plantas pequeñas y llamativas del medio natural, sobre todo orquídeas, que al final mueren», puntualiza Alomá Moreno. Incluso cultivarlas en selectas colecciones puede alejar la responsabilidad humana con el patrimonio florístico.

«El quid de la distribución radica en reproducir las plantas en laboratorio. El director del Jardín Botánico de Soroa explica: de esa forma se refuerzan las poblaciones en el hábitat natural y pueden trasladarse a otros jardines botánicos e incluso comercializarse».

Cuba tiene un importante fondo genético de estas plantas. Nuestros parentales, las más comunes, no figuran en colecciones mundiales, donde sin embargo se exponen los últimos híbridos. «Hemos mantenido nuestro grupo genético a pesar de todo», aduce satisfecho Alomá Moreno.

Asistencias prodigiosas

Las orquídeas varían en dependencia de las condiciones ecológicas, y su tratamiento exige estar seguros del tipo de ejemplar para no equivocar su conservación.

«¡Nunca te arriesgues a identificar la especie sin ver su floración!», aconseja Alomá Moreno, pues cada planta exige atenciones específicas, a pesar de los miles de años de evolución, adaptación y adecuación a sus hábitats.

Entre los factores que se deben considerar están la humedad relativa, iluminación, sustrato, riego, fertilización y las plagas o enfermedades. Es imprescindible conocer las peculiaridades del hogar de los cultivadores para predecir si una especie se adaptará o no.

Una sorpresa en este festival fue comprobar que en los jardines y patios de aficionados cubanos se utilizan recursos diferentes a los de trasnacionales, como la fertilización orgánica, con magníficos resultados.

Afectos a largo plazo

«En un principio cada cultivador estuvo solo, disfrutando su orquídea sin mostrarla a nadie. Luego la extendió a la familia, al barrio y algunos finalmente conformaron clubes como el de Marianao», asegura Alberto Álvarez de Zayas, presidente de la Sociedad Cubana de Botánica.

Mucha esperanza dejó este primer Festival, encaminado sobre todo a rescatar y conservar ejemplares insignes, amenazados o en peligro de extinción, afirmó Ana Lourdes Pérez Soto, presidenta de la Sociedad Cubana de Patrimonio y Medio Ambiente, institución que sirvió de sede al evento junto a  la Casa de México, ambas en el centro histórico habanero.

Más de 500 personas recorrieron cada día las exposiciones, admirando las singularidades de estas plantas ¿indomables?, y muchas de ellas participaron en los talleres y paneles teóricos.

«En estos días apreciamos videos de coleccionistas de Matanzas y Ciego de Ávila que muestran esfuerzos notables de su actividad. Ello trasluce la necesidad de espacios de intercambio como este», dice Álvarez de Zayas.

«El Festival fue solo un punto de partida», confiesa. «Compartir ideas y experiencias y conjugar la conservación de la flora con el disfrute de la belleza de las orquídeas fueron algunos de sus logros».

Yasmani Castro Caballero, estudiante de la Universidad de Oriente y miembro de la Sociedad de aficionados a la Botánica Juan Tomás Roig, espera encontrar en el próximo encuentro más coterráneos con quienes compartir su pasión.

«Urge buscar un momento y un espacio de feria, organizado y legalizado, para las orquídeas», agregó Álvarez de Zayas. La pretensión es que cada año se sumen más instituciones, coleccionistas y cultivadores, tanto hombres como mujeres. Otras regiones del mundo concursarán y «haremos de las orquídeas motivo para unir los sueños en la conservación de la naturaleza», concluye el presidente de la Sociedad Cubana de Botánica.

Estrellas de un Festival

 

Fotografía

Primer lugar: Alejandro Pazos Daniel

Segundo lugar: Enrique Ponce Grijuela y Luis Borges Ochoa

Tercer lugar: Enrique Ponce Ochoa

Mención: Anielka Carmona Márquez

Plantas vivas

Mejor planta cultivada: Milady Molina Dubois

Mejor flor: Andrés Baumenier Bejerano

Gran Premio al mejor conjunto: Xiomara Arteaga

Premio de la Popularidad: Luis A. Borges Ochoa (con más de 1 600 votos, la cuarta parte del total)

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