Luis Marino Rosales nunca olvidará aquel partido de tenis de mesa, hace 52 años. Autor: Esteban Rivero Publicado: 14/08/2025 | 09:17 am
Jiguaní, Granma._ Fue una jornada inolvidable para Luis Marino Rosales Lora. Ni remotamente imaginaba que ese 6 de junio de 1973 vería a Fidel y que, como si fuera poco, jugaría tenis de mesa con él.
Luis Marino cursaba entonces la escuela para profesores de Educación Física, en Cabañas, a 20 kilómetros de la ciudad de Guantánamo y de momento observó un raro «corre corre» dentro de la institución. Sucede que había llegado el Comandante en Jefe, quien realizaba uno de sus habituales recorridos por las provincias.
Rosales recuerda con total nitidez el coro que le hicieron los estudiantes, ávidos por saludar al Líder de la Revolución. Rodeado por los alumnos «preguntó quién jugaba ping-pong y los muchachos me señalaron a mí, porque yo era monitor de ese deporte», relata hoy este hombre de 71 años.
A la sazón, profesores y alumnos buscaron una mesa y la pusieron frente a la dirección de la escuela mientras incontables curiosos permanecieron expectantes por el juego que iba a comenzar.
«Fidel puso las reglas. Cuando realicé los primeros saques no pudo devolverme la pelota más allá de la net y comentó bromeando: Estoy mal en esto», rememora Luis Marino.
Fidel jugando tenis, en la década del 60 del siglo pasado. Foto: Archivo.
«Le dije que podía aflojar un poco, pero él me respondió: No, juégame fuerte. Así seguimos, pero tampoco consiguió pasar la net».
El alumno, entonces, le explicó al Líder de la Revolución algo de la técnica del tenis, especialmente el agarre de la raqueta, con sus dos variantes: el clásico y el lapicero (también llamado chino o japonés).
Antes Fidel había jugado ese deporte, como se puede apreciar en varias fotos tomadas a principios de la Revolución, en las que se ve tomar la raqueta de una manera singular, sin un agarre sofisticado.
Lo trascendental en esta historia es que, según supo tiempo después Luis Marino Rosales, Fidel visitaría el equipo nacional de tenis de mesa y mandaría a buscar un robot para entrenar.
«Me parece que ese simple partido sirvió para incentivar la práctica de este deporte, porque luego se compraron otros robots que ayudaron a mejorar el ping-pong en Cuba», comenta.
Luis Marino, ya jubilado, fue comentarista deportivo de Radio Jiguaní y colaborador sistemático de Radio Rebelde y Radio Bayamo. Además fungió como director técnico del equipo de Jiguaní en la serie provincial de béisbol, con el que alcanzó tres veces el título de Granma, en una época dorada para ese municipio.
Él conservó como reliquia aquella raqueta con la que jugó con el Comandante y la donó al museo de su territorio, aunque lamentablemente ese objeto no está en exposición. Debería sacarse a la luz, no solo cada 13 de agosto, día del alumbramiento de un cubano universal que también jugó tenis de mesa.