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El doble filo de nuestras emociones

En la Facultad de Psicología de la Universidad Central Marta Abreu, de Las Villas, se creó por primera vez en nuestro país una metodología para el diagnóstico y atención psicológica de pacientes hipertensos comprendidos en edad pediátrica

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— Nos resulta muy difícil dominar nuestros sentimientos, incluso aquellos que nos pueden desencadenar problemas graves para la salud. ¡Cuántas veces no aconsejamos a un familiar o a un amigo que evite alterarse, porque se le puede «disparar» la presión arterial!

Casi siempre recibimos la misma respuesta: «Es que no puedo, compadre, tengo sangre en las venas». De hecho, tras una discusión por minucias he visto a uno de los participantes en el altercado ir a parar al hospital con la presión por las nubes.

Para los que padecen de hipertensión arterial es vital tratar de controlar sus impulsos. Pero, ¿cómo hacerlo?; ¿de qué modo controlarse ante situaciones cotidianas que excitan y que hacen perder los estribos a muchos?

Motivada por esa realidad, la doctora Osana Molerio Pérez, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad Central Marta Abreu, de Las Villas, creó una metodología para el diagnóstico y atención psicológica de pacientes con hipertensión arterial esencial.

Molerio Pérez, la principal autora, define este trabajo, Premio Anual de la Academia de Ciencias de Cuba, como un sistema de acciones para desarrollar en el individuo la capacidad de dominar sus sentimientos, cuyo diseño lógico se orienta hacia la zona salutogénica, esa parte de nuestra mente que determina el comportamiento positivo de los humanos.

El autocontrol resalta la capacidad que tiene el individuo de regular de manera consciente y efectiva sus diferentes respuestas emocionales en la mayoría de las situaciones, lo cual le permite una mayor adaptación.

Las emociones, obviamente, están presentes en muchísimas decisiones que tomamos, pero hay personas con un dominio mejor de esas manifestaciones que otras, como suele ocurrir en muchos aspectos de la vida.

De ahí la trascendencia de conocer nuestras propias reacciones y en qué medida nos afectan. Resulta básico saber la manera en que el estado de ánimo determina en la conducta, y estar conscientes de nuestras virtudes y también de los puntos débiles.

Ese conocimiento facilita el autocontrol, a fin de evitar una actuación dictada por los estados emocionales del momento. Lo vital, en definitiva, es aprender a descubrir lo transitorio en una crisis y lo que perdura.

Cuando las personas asumen la vida en la creencia de que las cosas les pueden salir bien, que se afianzan en el lado bueno de la existencia, adquieren por lo general hábitos y conductas convenientes para la salud, como son la práctica del deporte, una dieta adecuada y el manejo apropiado de sus emociones.

Consecuentemente lo correcto radica en estimular la autorregulación de aquellas mediante la apropiación por parte del paciente de técnicas y recursos para el autoconocimiento emocional, su afrontamiento, expresión y control efectivo.

Lo anterior contribuye al bienestar emocional del paciente y a la reducción de las cifras de casos con problemas de presión arterial y de frecuencia cardiaca, que es el número de contracciones ventriculares del corazón en un minuto.

Por vez primera

Vale recordar que la hipertensión arterial (HTA) constituye un importante problema de salud en Cuba y en el mundo por su alta incidencia, además de ser un factor de riesgo de muchas de las dolencias que figuran entre las principales causas de mortalidad e invalidez.

De ahí la importancia y el valor práctico asistencial de la presente investigación, en la que participaron también los doctores Luis Felipe Herrera Jiménez, Vivian Guerra Morales y los másteres en Ciencia Yudit Pérez Díaz y Ronney Padilla Castillo.

Los resultados más relevantes de las investigaciones evidencian limitaciones en el autocontrol emocional de los pacientes hipertensos. Esta situación ha sido mayormente investigada en adultos, a diferencia de la edad pediátrica, a pesar de la trascendencia del estudio de la HTA en las etapas tempranas de la vida. Actualmente no caben dudas de que esa enfermedad en el adulto tiene sus orígenes en la infancia, lo cual suma al niño a uno de los más importantes problemas de la salud pública.

La detección precoz del niño o adolescente hipertenso y la derivación adecuada y oportuna permiten evitar las complicaciones que la dolencia puede traer en la edad pediátrica o en la adultez, así como reducir la morbimortalidad cardiovascular en el adulto joven. El mejor tratamiento consistirá, precisamente, en dicha detección temprana.

En la raíz del problema

La investigación se realizó en dos etapas: la primera concentrada en hipertensos adultos, y la segunda en niños y adolescentes con esa enfermedad o con alto riesgo de padecerla.

Se trabajó con alrededor de 150 pacientes, más de 60 niños y adolescentes y 72 adultos, principalmente residentes en la ciudad de Santa Clara.

Las variables psicológicas que se les estudió estaban relacionadas con la autoconciencia emocional, la autorregulación de esta, y los referentes a la ansiedad, ira y depresión. Mientras que en las fisiológicas se tuvo en cuenta la presión arterial sistólica, diastólica, la presión arterial media y la frecuencia cardiaca.

En los niños y adolescentes se investigó el conocimiento que tenían acerca de la enfermedad y sus estilos de vida en relación con esta.

Descubrimientos

El estudio confirmó que si en la casa o la escuela, o ambas inclusive, no les resultan favorables las condiciones para su desarrollo, el niño o adolescente hipertenso o con alto riesgo de contraerla presenta una cantidad, frecuencia e intensidad de emociones negativas significativamente importantes.

Esta situación le ocasiona desajustes psicológicos que repercuten o pueden implicar potencialmente, de manera importante, su salud cardiovascular.

A partir de esa aseveración, precisan, los especialistas, se puede afirmar que los aspectos psicosociales relacionados con el niño o adolescente y sus contextos de desarrollo, influyen en el control de la hipertensión a tan temprana edad, ya que sus dificultades les pueden conducir a desajustes casi siempre emocionales. Y estos inciden fisiológicamente en la elevación de las cifras tensionales, al menos de forma transitoria.

En el grupo de niños y adolescentes estudiados fue considerable el número de familias uniparentales o sustitutivas, lo que trae consigo muchas veces la presencia de conflictos entre la madre y el padre o entre el hijo y el padre sustituto, además de que estas situaciones suelen acompañarse de carencia afectiva por parte del niño-adolescente junto a emociones negativas.

El indicador de mayor importancia estudiado en las familias de estos pacientes se relacionó con los estilos educativos que predominan en ellas; se encontraron inconsistencia, indiferencia, rigidez y relación conflictiva entre personas de la casa y con el niño o adolescente, enfatiza la doctora Molerio Pérez.

—¿Cómo se expresa el escolar ante estas situaciones inadecuadas?

—En forma de miedo, ansiedad, preocupaciones y tristezas, fundamentalmente, lo cual constituye la principal fuente potencial de estrés para los pacientes estudiados.

—¿Qué ocurre en el contexto escolar?

—Se indagó allí sobre varios aspectos que inciden en el bienestar psicológico del escolar. Quedó demostrado que generalmente cuando se presentan problemas de disciplina y dificultades en el rendimiento académico, también aparecen relaciones conflictivas con el maestro, lo cual es manifestado por el niño o adolescente como maltrato físico o verbal, regaños frecuentes y rechazo.

«Esta situación ocasiona en muchas ocasiones malestar, tristeza, preocupaciones, ansiedad y miedos. El bajo rendimiento académico también le genera vivencias similares. El contexto escolar, de este modo, también se comporta como fuente potencial de estrés.

«Además fue estudiada, por su vital importancia en el desarrollo psicológico, la relación con los iguales, otra posible fuente de vivencias negativas, fundamentalmente cuando existe rechazo de los compañeritos hacia el niño o adolescente»

—¿Influyen estas situaciones en la formación de la personalidad?

—Sí. Las características que predominaron y que pueden traer consigo dificultades para el desenvolvimiento del escolar en sus diferentes ámbitos fueron baja autoestima, agresividad, impulsividad, ansiedad, inseguridad, mal carácter y timidez.

«En cuanto al apoyo social, se comportó de forma parcialmente eficaz en la mayoría de los casos estudiados, y más de la mitad ha tenido la presencia en su vida de eventos potencialmente psicopatógenos, fundamentalmente el divorcio de los padres o la muerte de un familiar cercano.

«Más del 80 por ciento de estos niños y adolescentes son fumadores pasivos y en la mayoría existen hábitos alimentarios inadecuados, que coinciden con una práctica parcialmente eficaz de ejercicios físicos».

—¿Cuáles fueron los problemas más frecuentes?

—La investigación registró como emociones, comportamientos y vivencias negativas más comunes las preocupaciones, miedo, tristeza, ira; trastornos del sueño; distractibilidad, agresividad, intranquilidad y dificultades en el aprendizaje.

—¿En qué contexto se ubican?

—En el familiar y en el de la relación con los iguales se vinculan la mayoría de los sentimientos negativos presentes en los niños y adolescentes hipertensos, algo comprensible si tenemos en cuenta la alta significación que tienen ambos elementos para ellos en la etapa evolutiva correspondiente, de acuerdo con las características de su situación social de desarrollo. Es decir, la evaluación y valoración se realiza a partir de los conflictos generados en el marco de estos dos contextos, que tienen como base todas las necesidades, motivos, aspiraciones e intereses del adolescente.

«El nivel de intensidad de los sentimientos negativos manifestados que más predominó fue el alto. Esto condiciona en cierta medida que perjudique el desempeño del niño o adolescente de forma importante. Igualmente resultó alta la frecuencia con que más se presentaron los sentimientos inadecuados en general.

«Se evidenció que más de la mitad de los niños y adolescentes estudiados presentan funcionamiento emocional parcialmente efectivo o inefectivo».

—En estos casos, ¿qué hacer?

—A pesar del desarrollo paulatino que van teniendo las estrategias y recursos personales que se despliegan en el proceso emocional en aras de lograr el bienestar psicológico, aún existen limitaciones en el período evolutivo estudiado. De esta manera, tanto los niños y adolescentes hipertensos como los de alto riesgo, emplean pocas estrategias ante las situaciones difíciles, o las que utilizan no son totalmente efectivas debido al aún limitado desarrollo de la personalidad.

—¿Son excepcionales estos resultados?

—No. Concuerdan con los descritos en la literatura, predominando las estrategias de evitación, distracción cognitiva y búsqueda de apoyo social, mediadas por las características de personalidad en formación de cada uno de los casos estudiados.

«Es necesario apuntar que más de la mitad de las causas que generan emociones negativas son externas a ellos. A veces son condiciones sociales marcadamente desfavorables o adversas y escapan a su control, lo cual dificulta la atenuación o disminución de dichas emociones negativas, aún cuando se empleen estrategias eficaces».

—¿Son vulnerables psicológicamente?

—Teniendo en cuenta los resultados expuestos se aprecia en los dos grupos la existencia de vulnerabilidad desde el punto de vista psicológico, sustentada en la presencia de dificultades importantes en cuanto a su interacción en los principales contextos o situaciones. Y estas pueden generarle, esencialmente, emociones negativas y vivencias de malestar y preocupación.

«El Programa para el autocontrol emocional de pacientes con hipertensión arterial esencial, en el cual se combinan técnicas de desactivación psicofisiológica, técnicas informativas, cognitivas y reflexivo-vivenciales, resultó efectivo.

«Su aplicación permitió potenciar los componentes básicos del autocontrol de los sentimientos y propició un mejoramiento del bienestar emocional de los pacientes con una disminución de la ansiedad, ira y depresión.

«De igual manera se lograron reducciones clínicamente significativas de la presión arterial sistólica, diastólica y la frecuencia cardiaca, lo cual disminuye el riesgo global asociado a la hipertensión.

«El diagnóstico realizado con el empleo de la  metodología elaborada permite precisar las características psicológicas de los pacientes. De hecho, con su aplicación se ha podido comprender que cuando los contextos de desarrollo de las personas estudiadas se caracterizan por presentar dificultades, provocan desajustes emocionales de manera parcial o total y, consecuentemente, se ve afectado el control de sus cifras tensionales.

«El empleo de estrategias de afrontamiento de limitada efectividad puede provocar estados emocionales negativos que implican desajustes en su funcionamiento psicológico o social, acompañados de trastornos  psicofisiológicos.

«Las causas que determinan en estas circunstancias adversas son los conflictos interpersonales y otros problemas generados por la situación social del niño o adolescente hipertenso o con riesgo, más las características de su personalidad en formación, baja autoestima y dificultades en su autocontrol emocional.

«Es destacable también la validación de un programa para el autocontrol emocional de pacientes hipertensos adultos, que ya se aplica en las unidades de atención primaria del territorio.

«Otro de los méritos investigativos de este trabajo fue el abordaje psicológico, por primera vez en el país, de la enfermedad hipertensiva en la edad pediátrica, etapa en la que se validaron metodologías para la evaluación del riesgo psicosocial en niños y adolescentes con ese padecimiento, y una estrategia psicoeducativa para su atención con alcance preventivo.

«A través de esta última se puede construir el perfil de una persona para conocer cuáles resultan sus virtudes y sus posibles debilidades, a fin de ayudarle a superar las situaciones difíciles y elevar su autoestima, mientras que la rehabilitación psicosocial constituye una forma de atención a las personas afectadas de una enfermedad, con procedimientos específicos para lograr mayor calidad de vida.

«Con esta metodología los profesionales encargados de la atención psicológica, particularmente en la atención primaria, están dotados de un instrumento muy beneficioso que bien aplicado se revierte en  calidad de vida para los afectados de hipertensión arterial».

La fuerza de la sangre

Presión arterial (PA) es el resultado de la interacción entre la fuerza que ejerce la sangre impulsada por el ventrículo izquierdo sobre las paredes arteriales y la resistencia que estas ofrecen. Al ser cíclica cuenta con una fase máxima o presión sistólica (PS) y una fase mínima o presión diastólica (PD).

La llamada arterial sistólica (PAS) resulta la fase de máxima presión del ciclo de la PA. Está determinada principalmente por el volumen sistólico del ventrículo izquierdo, por la velocidad de expulsión de la sangre y por la distensibilidad de las paredes de la aorta.

Por su parte, la arterial diastólica (PAD) deviene la fase mínima del ciclo de la presión arterial. Está en función del nivel alcanzado durante la sístole, la velocidad del flujo sanguíneo a través de las resistencias periféricas y por la duración de la fase diastólica.

En lo que corresponde a la presión del pulso (PP) es la diferencia obtenida cuando a los valores de la PAS se le restan los valores alcanzados en la PAD.

Por último la arterial media (PAM) constituye la presión promedio durante la totalidad de cada ciclo del latido cardiaco. Es la fuerza media que tiende a impulsar la sangre por todo el sistema circulatorio. Se calcula mediante la siguiente fórmula: dividiendo la PP entre tres y al resultado se le suma la PAD.

 

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