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¿Pájaros sin casa?

La acción depredadora del hombre ha provocado, desde hace tres años, que el parque central de la ciudad de Guantánamo se colme de unos 3 000 totíes o choncholíes, que han mudado su hábitat a los árboles de ese lugar, generando una situación incómoda y preocupante entre los habitantes

Autor:

Lisván Lescaille Durand

GUANTÁNAMO.— La tarde se despedía nublada, con una testaruda llovizna y atronadoras descargas eléctricas. Sin embargo, esas eventualidades del clima no fueron, ni por asomo, un impedimento para que bandadas de pájaros buscaran en el parque central de esta ciudad un lugar para pasar la noche.

Su alegre y espectacular aparición en ese preciado sitio, tuvo este último miércoles tintes de drama. Esta vez, las bandadas de entre 600 y 3 000 totíes o choncholíes, Dives atroviolacea, y chinchiguacos, Quiscalus níger, revoloteaban algo desorientados al no encontrar las copas altas de los framboyanes y robles que usaban como posadero diario.

Con la aplicación de un grupo de medidas que intentan desestimular la permanencia de estas aves, hasta provocar su ahuyentamiento, están por cumplirse los malos augurios que pendían sobre estos animales, desde su intempestiva llegada hace tres años, a causa de la acción depredadora y descontrolada del hombre en su entorno.

Un equipo de trabajo que reunió a especialistas del Grupo para el Desarrollo Integral de la Ciudad, el Servicio Estatal Forestal, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), y Servicios Comunales, entre otras instituciones, empezó a aplicar la poda regulada del 20 por ciento de los árboles más frondosos del parque José Martí de la ciudad de Guantánamo, una de las primeras medidas adoptadas por el Gobierno para devolver la funcionabilidad al parque de los guantanameros.

Las cartas sobre la mesa

Esta semana las fuentes dejaron a un lado la reticencia informativa ante el «alarmante» desrame de los framboyanes, robles y otras especies de copas altas en el parque. «Se trata de una poda de formación para bajarle la altura de la copa a los árboles», explica Martín Ramírez López, especialista del Servicio Estatal Forestal del municipio cabecera.

Argumenta, además, que una primera tala realizada al cinco por ciento de la floresta no alcanzó el impacto deseado. «Los pájaros siguen acudiendo a su “dormitorio”, de manera que pretendemos talar las ramas altas del 20 por ciento restante, acordado en el equipo.

«Un segundo paso será fumigar durante siete días consecutivos con el humo empleado en la campaña antivectorial, en coordinación con la Dirección de Higiene y Epidemiología, y el Gobierno del territorio. En tanto, una tercera idea apunta a la colocación de focos de alta intensidad lumínica en el interior de las copas de los árboles», detalla Ramírez.

Asegura que el grupo ha reunido criterios de casi todas las disciplinas, incluso con personas autorizadas en la caza deportiva, quienes sugieren además, «realizar disparos en seco con cartuchos vacíos, porque, afirman, las aves jamás regresan a un sitio hostilizado por detonaciones de balas».

«Cualquiera de las experiencias nacionales y foráneas sobre la materia se adaptarán a las condiciones económicas de la provincia», señaló.

«Aunque —advierte—, la eliminación física de los pájaros nunca será una opción», asegura Guillermo Lemes Mojena, director de la Unidad de Medio Ambiente del Citma en la región, en un intento por tranquilizar a la opinión pública, que quiere usar a plenitud su parque, pero sin ocasionar mayores perjuicios a las aves.

¿Daños colaterales?

En un soliloquio sobre pájaros que lo atormentan, transcurren para Reider Turcás Pérez las duras jornadas de saneamiento diario del parque con su carrito basurero a rastras, donde lleva los escobillones y demás medios para retirar la espesa capa de excremento avícola acumulada en la noche.

«Al principio era encantador verlos llegar, recuerda Turcás, pero después se volvió un dolor de cabeza», cuenta este trabajador de Comunales, quien le tomó cariño a estos totíes y chinchiguacos.

Más allá del impacto económico de miles de pesos mensuales en suministro de pipas de agua, combustible, insumos y sustancias aromatizantes para la limpieza del parque, las continuas deyecciones de las aves sobre los bancos y espacios del parque guantanamero provocan otros daños colaterales.

«Ahí no se puede estar. Este dejó de ser el sitio predilecto para el intercambio social, para conversar, distraerse, enamorarse y descansar, por la fetidez y la caca encima de las personas que allí se sientan», apunta Sulma Ojeda, directora del Grupo para el Desarrollo Integral de la Ciudad.

Guillermo Lemes Mojena, director de la Unidad de Medio Ambiente del Citma en Guantánamo, añade que la excesiva acumulación de excretas unido a su fetidez característica, genera un serio problema ambiental, sin pensar en las enfermedades asociadas, algo que no es un hecho demostrado, pero pudiera darse el caso.

«Aunque se limpie sistemáticamente ese espacio vital, muy concurrido, donde se brindan servicios gastronómicos, es inevitable que pasen las manos sobre los bancos, y las bacterias entren en contacto con el organismo humano, sea por esta vía o por el posible consumo de alimentos contaminados con el riesgo de contraer enfermedades», destaca.

Experiencias de acá y acullá

La alta concentración de aves en espacios públicos no es un fenómeno exclusivo de Guantánamo ni de Cuba, como refieren los expertos del Citma en ese territorio, y decenas de lectores que escribieron a Juventud Rebelde, luego de la publicación, el domingo anterior, de la información Los pájaros del parque «contraatacan».

Disímiles ejemplos sobre el tema se encuentran en la red de redes, así como el manejo practicado por las autoridades en muchos casos; incluso existen empresas que se dedican a la fabricación y venta de materiales para espantar a las aves, entre los que se cuentan equipos electrónicos que se ubican en los aeropuertos para evitar colisiones con las naves aéreas.

«Crearles ambientes hostiles, como las simulaciones de incendio con humo, las agresiones con focos de alta intensidad de luz, la emisión de sonidos ultrasónicos o de bombardeos, aparecen como medidas recomendadas para ahuyentar a las aves de estos sitios», puntualiza el licenciado en Ciencias Biológicas Pedro Favier Romero, especialista ambiental del Citma en la más oriental provincia del país.

«En el caso guantanamero, añade, aunque parezca drástico, es necesario tener en el parque una superficie coposa mucho menor, sobre todo para aplicar las otras medidas que están contempladas en el plan. Estos árboles tienen gran capacidad generativa y en pocos años recuperarán el mismo esplendor».

Sin embargo, decenas de personas aquí y acullá reaccionaron con preocupación. El guantanamero Heriberto González considera que «las soluciones deben promover el cuidado tanto de las aves como de los árboles», si bien reconoce que el asunto genera complicaciones para el disfrute de ese ambiente.

«Lo que pasa en Guantánamo ocurre también en Matanzas, en el parque de la Libertad, y en otras ciudades de Cuba y del mundo. Recuerdo un documental que abordaba este tema en un parque de una ciudad italiana, y la solución hallada por el ayuntamiento local fue emitir un sonido a intervalos que semejaba el graznido de un depredador para ahuyentarlos», explica en el sitio digital de Juventud Rebelde un lector que firma como Silva.

Desde otra geografía, Gualterio Núñez Estrada, un asiduo forista de las páginas de este diario, opinó de inmediato que «en Sarasota, Florida, Estados Unidos, los pájaros campean por su respeto y no hay quien los toque, el que mate a uno de ellos o pode un árbol puede recibir hasta cinco años de cárcel», sostiene.

Otro internauta identificado como Pepe refiere que en China se deshicieron de miles de «molestos» gorriones, y el resultado fue la proliferación de insectos, mucho más molestos y dañinos que los propios pájaros.

Añade que la solución al problema creado por la acción del hombre sobre la naturaleza es recuperar el hábitat natural de estas aves.

Y alerta que otra alternativa traería aparejado un daño aun mayor al medio ambiente, y al propio ser humano. «Ojalá que aquellos que deben tomar las decisiones al respecto no se equivoquen», aseguró el lector.

La solución más recomendada

Los especialistas locales reconocen, sin embargo, que la solución más recomendada precisa un lapso de tiempo mayor, e implica corregir los desaciertos en el manejo del potencial arbóreo de la ciudad.

«Hay que reforestar en aquellos lugares donde se taló indiscriminadamente o por causa de las contingencias climatológicas», asegura el biólogo Pedro Favier Romero.

El manejo de los árboles de la ciudad no ha sido el adecuado en los últimos años, reconoce el investigador, para quien el patrimonio arbóreo no se trató conforme a los fenómenos climáticos que afectan a la región, ni con las determinaciones específicas para mantener el equilibrio entre las especies, y sin tener en cuenta las necesidades de forestación de una ciudad caliente como esta.

En lo inmediato se iniciará, según Favier, un estudio que conciba la reforestación para cultivar plantaciones que alcancen de seis a 15 metros de altura, con copas de mediana a mayor escala, y asegurar su crecimiento de acuerdo con las exigencias en cuanto a la protección del tendido eléctrico y las aceras.

Pero a Sulma Ojeda le inquieta ese manejo que «en otros momentos suprimió árboles de la ciudad porque afectaban las casas, las aceras o el tendido eléctrico, pero no se repusieron con otros, lo cual ha generado todo este desequilibrio.

«Hay que organizar bien las ideas, ponerle nombre y apellidos a los responsables de ejecutar cada una de las medidas acordadas, determinar cómo se hará, y en qué tiempo conseguiremos repoblar con los árboles necesarios el centro y la periferia, como las márgenes del río Guaso, donde sin dudas a nadie molestarían las aves que son también nuestro patrimonio», concluye.

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